ABC (Córdoba)

Rudiger, un loco pesimista

▶ El alemán, seria duda, ha sostenido la parte central de la defensa ante tanta grave lesión

- R. CAÑIZARES MADRID

Cuando el 12 de agosto, a los 50 minutos del Athletic-Real Madrid, la rodilla izquierda de Militao se hizo añicos, le reemplazó Rudiger, cuyo mayor mérito la pasada temporada fue secar a Haaland en la ida de las semifinale­s de Champions. No era poco, pero segurament­e insuficien­te. En ningún momento de su primer año de blanco, excepto en esos 90 minutos contra el City, Rudiger (30 años) se acercó a su versión prime del Chelsea, esa por la que el Real Madrid llamó a su puerta.

Quizás por eso, un sector de la afición blanca no entendió la decisión del club de no aprovechar los 19 días de mercado que todavía había por delante para encontrar un sustituto del brasileño. Mismo termómetro que el 17 de diciembre, cuando en Real Madrid-Villarreal la rodilla izquierda de Alaba también se lastimó de gravedad. En ambas ocasiones, la entidad merengue ni pestañeó. Ahí estaba Rudiger. No hacía falta nadie más.

Pronóstico acertado. Al menos en lo que al rendimient­o individual del germano se refiere. Rudiger es el mejor central blanco de la Liga y uno de los más destacados en Europa, ya instalado en esa versión de Premier en la que llegó a ser el jugador más rápido del campeonato (36,7 kilómetros por hora), una de sus muchas virtudes como central.

Poderoso en el juego aéreo, zancada intimidato­ria, buena salida de pelota, goles a balón parado, contundent­e en las disputas y contagioso en el brío colectivo, Rudiger es el segundo mejor futbolista del Madrid esta temporada, tras Bellingham. A ello ha ayudado la absoluta confianza de Ancelotti, que lo primero que hizo cuando el alemán aterrizó en la capital de España fue presentars­e en su casa y ser uno de más de una barbacoa de Rudiger y su familia: «Ningún entrenador había hecho algo así conmigo. Es intocable» Con Pepe como referente y Kroos como confidente en el vestuario, su dura infancia en el suburbio berlinés de Neukölln, donde el peligro estaba en cada esquina y se curtió en partidos con chavales mucho mayores que él, Rudiger forjó una personalid­ad tan noble como loca, cómo él mismo ha confesado en varias ocasiones. Un punto de excentrici­dad que suma bastante más de lo que resta, pero que a veces le ocasiona jugarretas como el golpe recibido en El Coliseum, en una acción con Greenwood en la que se pasó de frenada y se llevó la peor parte. Ancelotti espera contar con su defensa pesimista, como él le califica, pero es seria duda. Una presencia, o no, que marca el derbi.

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Antonio Rudiger

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