Los perdularios de Puigdemont

Ahí está Miriam Nogueras, que es musa a nuestro pesar. Uno intenta evitarla, pero acaba siempre en ella

Aquel que vive en la barbarie de escribir opinión sabe que tiene en la elección del tema la mitad del miura de su faena. Luego, el artículo se va tejiendo insospechadamente hasta que el mismo texto le dice a uno lo que pensaba o no pensaba del asunto. Se trata de soltar el lenguaje libre a ver qué opina o no opina sobre algún asunto. Es célebre, o casi, la respuesta del maestro del gremio a la pregunta del curioso, cuando el curiosón le pregunta sobre qué está escribiendo: «Pues ya lo sabré cuando acabe el artículo». Estas trastiendas del empleo de la escritura ya casi nos las ha arruinado la tropilla de Puigdemont, siete votos que nos dan a todos una existencia de abismo, porque esa tropilla de Puigdemont es un temario inevitable, y nos ofrece poca sorpresa sobre qué pensamos sobre esta gente tan aseada de intransigencia: nos desean lo peor. Quiero decir que ahí está Miriam Nogueras, que es musa a nuestro pesar, porque uno prefiere no dedicarle ni un párrafo, pero está siempre ahí, la chavala, pidiendo la glosa cumplida. Trabaja para que trabajemos. Uno intenta evitarla, pero acaba siempre en ella, que es donde empieza todo, últimamente. Y quien dice Nogueras dice Puigdemont, que ganó la amnistía, pero se obstina en perderla, porque en la nueva ley tienen que caber todos, que es como decir que él no se puede quedar fuera, pero sin decirlo. Qué tío, el tío. Nogueras, para el opinador, es algo así como una mala novia, que uno desprecia como si la amara. Puigdemont es un tipo con causas pendientes, ante la justicia, que busca armar la justicia a su antojo. Estas gentes de Junts resultan el partido más perdulario que viera la democracia, y nos ajustan el reloj del porvenir como quien programa un calendario de dinamita. Luego van y dicen que lo suyo no es terrorismo. Hasta se ha colocado Miriam Nogueras de musa inevitable, en lo alto del panorama, cuando con ella, y los suyos, no nos vincula el amor sino el espanto.