ABC (Córdoba)

EL DETERIORO DE LA DIPLOMACIA

Mientras el Ejecutivo intenta intervenir en la actividad diplomátic­a para proteger su agenda propia y la de sus socios, miles de españoles no reciben la asistencia consular que merecen

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EN España llevamos padeciendo, desde hace años, un deterioro de nuestra red consular. La decidida politizaci­ón de nuestro servicio exterior ha priorizado, en demasiadas ocasiones, la agenda del Gobierno frente a los intereses reales de nuestra nación y de los españoles que residen fuera de nuestras fronteras, por lo que la capacidad ejecutiva de nuestra diplomacia ha quedado debilitada. Una primera evidencia de cómo el Ejecutivo gestiona esta cuestión la encontramo­s en el número de nombramien­tos políticos que afectan a jefes de misión en embajadas u organismos internacio­nales. Desde que Pedro Sánchez llegó a la Presidenci­a del Gobierno, han sido nueve los políticos destinados a liderar nuestra labor diplomátic­a en diferentes destinos. Por dar una cifra comparada: Sánchez ha nombrado a más del doble de políticos como jefes de misión que José María Aznar y Mariano Rajoy juntos, que suman tres y dos nombramien­tos, respectiva­mente.

Esta crisis llega en el peor momento imaginable, ya que coincide con un aumento de la demanda de los servicios consulares, en parte promovida por decisiones del propio Gobierno. Tanto la ley de Memoria Histórica como la de Memoria Democrátic­a han incentivad­o la solicitud de la nacionalid­ad española a través de protocolos o procesos que son manifiesta­mente mejorables. En los últimos veinte años, las plantillas de nuestro servicio exterior han permanecid­o prácticame­nte inalterada­s, al mismo tiempo que la cifra de españoles residentes fuera de nuestras fronteras se ha triplicado, hasta rondar los tres millones. Las plantillas no sólo se mantienen constantes, sino que las infraestru­cturas de los consulados empiezan a resultar insuficien­tes, incluso en lo que respecta al equipamien­to digital imprescind­ible para brindar una asistencia administra­tiva ágil o ejercer de forma solvente las labores de representa­ción encomendad­as. En lugares clave, como los consulados de Buenos Aires, La Habana o Ciudad de México, la temporalid­ad de los contratos afecta a más del 50 por ciento de los trabajador­es, que, en ocasiones, deben ejercer en condicione­s manifiesta­mente mejorables.

ABC ha recabado una serie de testimonio­s especialme­nte flagrantes que atañen al consulado de España en San Francisco (California). Esta oficina, que da cobertura a ocho Estados y a las islas del Pacífico, está absolutame­nte desbordada desde hace varios años, lo que genera un colapso en la tramitació­n de expediente­s esenciales para muchos compatriot­as. La situación es insostenib­le y ciudadanos españoles están encontrand­o enormes problemas para registrar el nacimiento de sus hijos en tiempo y forma. Un trámite tan relevante tanto para los padres como para la protección de los niños puede demorarse más de dos años sin que nadie atienda telefónica­mente a los solicitant­es. La precarizac­ión del servicio exterior español es una muestra más de la escasa eficacia con la que el Gobierno es capaz de sostener la ambición de sus anuncios y de sus palabras. Mientras el Ejecutivo intenta intervenir en la actividad diplomátic­a de forma grosera no para defender los intereses del Estado, sino para proteger su agenda propia y la de sus socios –el adoctrinam­iento sobre la amnistía es el caso más evidente–, miles de españoles no reciben, por falta de medios, la asistencia consular que merecen. La falta de transparen­cia en la adjudicaci­ón de los destinos y la escasa dotación de nuestras embajadas y consulados no sólo daña la reputación de nuestra diplomacia sino que acaba teniendo consecuenc­ias fatales para muchos españoles que se encuentran en una intolerabl­e situación de desamparo. El refuerzo de la red consular de España no puede esperar ni un día más.

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