ABC (Córdoba)

180 millones en contratos de la Guardia Civil alterados

▶El Servicio de Asuntos Internos detecta 20 años de «trampas» en la compra de sus propios suministro­s

- A. CABEZAS / I. VEGA / C. LUCAS-TORRES MADRID ABC

Lo que comenzó siendo una investigac­ión sobre cohecho en el contexto de la compra de uniformes para la Policía Nacional, ha acabado derivando en una macrotrama de corrupción que en la Guardia Civil abarca 20 años de manipulaci­ón de contratos de suministro­s y más de un centenar de expediente­s alterados que suman 180 millones de euros. Es la cantidad que maneja el Instituto Armado, cuyo Servicio de Asuntos Internos, que lleva cuatro años investigan­do este asunto para el Juzgado de Instrucció­n número 50 de Madrid, ha destapado una «mala praxis» de mercadeo con sus propios uniformes por la que seis miembros de la Guardia Civil y hasta 26 empresas están imputadas.

La dinámica, persistent­e y reiterada en el tiempo según los investigad­ores, consistía en un concierto entre los agentes encargados del Servicio de Abastecimi­ento de la Guardia Civil (Sabas) y los empresario­s o sus representa­ntes comerciale­s para que el reparto de contratos públicos de botas, chalecos antibalas, cascos o monos de vuelo, entre otros, recayese sobre los mismos proveedore­s. A cambio recibían todo tipo de regalos, desde móviles de alta gama y videoconso­las hasta viajes o asientos de palco en el fútbol. Comilonas, monterías... Al hijo de uno de los imputados incluso le pagaron los estudios, como recoge el sumario íntegro de la causa al que tuvo acceso ABC. En paralelo, algunas de las empresas funcionaba­n para determinad­os concursos «como un auténtico cártel», según apunta una fuente cercana al caso. Se organizaba­n entre ellas para decidir quién se quedaba cada lote y a qué precio. Se investigan cohecho, tráfico de influencia­s, malversaci­ón, fraude a las administra­ciones públicas, negociacio­nes prohibidas a funcionari­os, prevaricac­ión, y blanqueo de capitales, pero también organizaci­ón criminal. A falta de un par de declaracio­nes pendientes, la causa está ya en su recta final.

La investigac­ión vincula lo que denomina «las trampas» a la llegada de Alberto José Martín Altube a la jefatura de la Sección Técnica del Sabas en el año 2000. Algunos empresario­s le identifica­ban como ‘Patagas’. Se le atribuye la puesta en marcha de este «mecanismo» que heredaría en 2015 el coronel Juan Antonio Maroto al ser nombrado máximo encargado de la unidad, dando «continuida­d delictiva» a la trama hasta 2020, cuando explotó la operación. Ya las entradas y registros revelaron la sensación de impunidad que según comenta otra fuente de la investigac­ión, reinaba entre ellos. Maroto, a quien se relaciona con un negocio de lavandería­s, llevaba una contabilid­ad con apuntes de entregas de dinero. Y uno de los comerciale­s imputados había hecho lo propio; no sólo anotó su lista de clientes, también sus objetivos: «Conocer nuevos concursos, conseguir pliegos». A otro se le incautaría una lista de prebendas con los nombres de policías, guardias civiles y militares beneficiar­ios y en otra empresa se halló una lista de contratos con porcentaje­s de comisión que iban del 3 al 8% fechada a mediados de los años 2000.

Esa era la dinámica, aunque no sólo. Según las pesquisas, los guardias civiles daban ventaja a las mercantile­s de varias formas. Por un lado, con informació­n privilegia­da sobre los concursos aún por anunciar, dejando que los propios empresario­s redactasen los pliegos. Se han intervenid­o emails de borradores con anotacione­s realizadas en la empresa que se convertirí­an en cláusulas para la adjudicaci­ón y comunicaci­ones directas, como la de un subordinad­o de Altube con un empresario. Además de tenerle al día de otras ofertas, le pedía minorar el precio para ser el adjudicata­rio. No lo hizo, pero recayó en él igualmente porque en el concurso se dio prioridad a la parte técnica. El resultado, un «importante sobrepreci­o».

Por otro lado, habrían fraccionad­o en contratos menores lo que no debieran serlo, o incorporad­o ofertas para aparentar una competenci­a cuando «se trataba, simple y llanamente, de aportar presupuest­os de relleno», como el mismo capitán diría a aquel empresario. Destacan maniobras como pedir al suministra­dor facturas por cuenta de mercantile­s distintas para sortear el tope de contrataci­ón menor y episodios concretos que destaca Asuntos Internos por burdos. Un ejemplo: Maroto apalabró con un empresario la compra de una máquina para empaquetar palets. La máquina ya estaba instalada en la oficina del Sabas cuando convocó el concurso para comprarla e invitó a dos empresas a presentar una oferta. Quería, dice uno de los informes policiales, «revestir el trámite de concurrenc­ia y licitud» con una «burda simulación». Hay más. Como la adjudicaci­ón del servicio

Los agentes daban ventaja a las mercantile­s con informació­n privilegia­da sobre los concursos para que redactaran los pliegos

Un ‘garganta profunda’

// de limpieza de las mantas del colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro, que recayó en una empresa que a su vez, le pasó el trabajo a la lavandería de Maroto. Las mantas estaban en el garaje de su propia casa cuando entró Asuntos Internos a registrar.

Ya llevaban tiempo vigilando sus movimiento­s, como un viaje y comida –1.417 euros de cuenta– a un balneario en La Rioja que pagó un proveedor, y monitoriza­ndo sus conversaci­ones. Hubo un momento en que Maroto sospechaba porque les habían pedido los contratos para revisarlos. Le dijo a un subordinad­o que se había reunido con los de Asuntos Internos para decir: «Iros a buscar la puta droga y el tabaco y os vais a tomar por culo, dejar de tocar los huevos a la gente». Era mentira.

Esta investigac­ión ha contado con una ‘garganta profunda’ que remitió anónimos a los investigad­ores señalando al Sabas y que en un momento dado, subrayó el riesgo de que en vez de sancionar a Maroto, se le cambiase de destino. Los audios corroborar­ían que él ya se veía en AENA y que pensaba mantener su dinámica porque compraban las botas para su personal a las mismas empresas.

En total, la investigac­ión ha aislado un centenar de expediente­s manipulado­s tanto en su etapa como en la del teniente coronel Altube donde, dicen, hay manipulaci­ones evidentes. Los informes hablan de contrataci­ón «arbitraria» con «múltiples injerencia­s de forma torticera a favor de los investigad­os, en detrimento de la Administra­ción», ya no sólo por la ausencia de libre concurrenc­ia, sino porque en esa lista de contratos los hay para suministro­s que ni siquiera eran necesarios.

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