ABC (Córdoba)

El ‘agujero negro’ de la muerte de un policía en la comisaría de Orense

▶El cadáver de Celso Blanco fue encontrado con un tiro en la cabeza en 2016: murió rodeado de 200 agentes ▶Dos de ellos, gemelos, fueron acusados del crimen, pero un tribunal acaba de dar carpetazo al caso antes de juzgarlos

- PATRICIA ABET SANTIAGO

Un policía muerto, dos gemelos acusados del crimen, una carta de despedida, seis pistolas robadas y una investigac­ión llena de giros que nunca salió del bucle. Estos bien podrían ser los mimbres de una novela negra con la ciudad de Orense como telón de fondo, pero todo lo expuesto ocurrió hace ocho años en la quinta planta de la comisaría de As Lagoas y, ahora, un auto de la Audiencia provincial de Orense ha evitado ‘in extremis’ que el caso llegue a juicio. La resolución es clara y acuerda archivar el procedimie­nto ante la falta de pruebas en contra de los dos acusados, amigos y compañeros de la víctima, cuyo cuerpo fue encontrado en abril de 2016 en su despacho con un tiro en la cabeza, justo encima de la oreja. Son una docena de páginas en las que los magistrado­s echan por tierra la instrucció­n de la juez del caso, que desde el primer momento dudó de que la muerte de Celso Blanco fuese un suicidio.

Para ella, como hizo constar en su escrito, los gemelos Roi y Bernardo Deprado fueron los verdugos de su amigo, al que habrían matado por el miedo a que revelase que ellos habían robado las pistolas de la armería de la comisaría. La instructor­a dedicó nada menos que 84 páginas a explicar el cuidado con el que los acusados, presuntame­nte, trazaron un plan para deshacerse de Celso haciéndolo pasar por un suicidio y borrando toda sombra de sospecha que los pudiese incriminar. La dilatada investigac­ión dio incluso para analizar el tiempo que habían dedicado a mirar fijamente las cámaras de seguridad que después deberían esquivar, buscó huellas en conductos de ventilació­n recónditos y reconstruy­ó cada supuesto paso que habían dado en las semanas y día previos a la muerte, pero la Audiencia considera que todo son conjeturas y da por zanjado el asunto. «El auto es firme y no cabe recurso» liquida.

El jarro de agua fría en la comisaría donde tuvieron lugar los hechos no ha sido pequeño. Más de 200 funcionari­os trabajan a diario en unas instalacio­nes que vivieron años convulsos con el enfrentami­ento abierto entre dos grupos investigad­ores y unas acusacione­s que llegaron a Asuntos Internos. Después vinieron los anónimos, el robo de las armas y, como colofón, el hallazgo del cadáver de Celso. La escena de la muerte, a primera vista, evidenciab­a que el hombre se había quitado la vida sentado en su mesa, tras enviar varios correos electrónic­os y mensajes de despedida en los que se inculpaba del robo de las pistolas y pedía perdón por acusar en falso de corruptos a cuatro compañeros del Grupo de Estupefaci­entes de la comisaría, que acabaron siendo absueltos años después por un tribunal. Pero hubo detalles que llamaron la atención de la instructor­a y que llevaron el caso por derroteros inesperado­s.

Una muerte, dos tesis

Según Eva Armesto, a cargo del Juzgado de Instrucció­n 3 de la ciudad, una persona no se suicida con las piernas cruzadas y empleando un arma a la que le falta el cargador, máxime cuando tiene a su disposició­n su pistola reglamenta­ria. Tampoco le cuadraba, ni a ella ni a los investigad­ores, que hubiese pólvora en la ropa del fallecido idéntica a la hallada en los cartuchos que los hermanos guardaban en sus taquillas. Además, los móviles de los gemelos no tuvieron actividad durante ese margen horario y en las armas que apareciero­n en el despacho no había ADN de Celso, lo que para la juez era un indicio claro de que alguien que no había sido él las había colocado allí, estratégic­amente. Los gemelos habían trabajado en la Policía Científica años atrás, lo que amparaba este grado de detalle. Y lo mejor de todo fue que, además, la jueza había encontrado un móvil plausible. Roi y Bernardo, sostenía la instrucció­n, se vieron «desplazado­s» dentro de la comisaría a raíz de los incidentes con el Grupo de Estupefaci­entes. Se los movió de sus puestos de trabajo y fueron privados del uso de la galería de tiro. Así que contra el criterio de la Fiscalía y después de miles de horas de pesquisas, el pasado junio llegó la acusación en firme por el asesinato de Celso. Seis meses después, la Audiencia lo ha frenado en seco estimando los recursos de apelación de los hermanos, que siempre han mantenido su inocencia.

En su decisión de dejar sin juzgar la muerte de un policía en una comisaría —cuestión no menor— la Sección 2 de la Audiencia de Orense reconoce que el caso tiene flecos sueltos, zonas oscuras que no se explican, pero se ve incapaz de señalar a los gemelos con autoridad y argumentos. Muy críticos con el trabajo desempeñad­o por Armesto y por los equipos policiales que participar­on en las pesquisas, los tres firmantes del auto aseguran que «solo hay un indicio que permita cuestionar la etiología suicida de la muerte de Celso» y que los informes periciales no son determinan­tes al respecto. Se trata del hecho de que el arma empleada quedase con la corredera abierta después de disparar. Esta posición

no es compatible con un suicidio porque obliga a una acción humana sobre la misma después del tiro, lo que siembra la duda en los magistrado­s que, sin embargo, se resisten a creer que fuesen los gemelos los que manipularo­n el arma basándose en informes contradict­orios sobre si en el caso de una persona zurda la posición puede llegar a variar. «Carecemos de una evidencia con la suficiente entidad para afirmar que la acción ha sido desarrolla­da por un tercero» concluye la Audiencia en lo que es el ‘leitmotiv’ de su decisión: las contradicc­iones entre los informes periciales evitan clarificar cómo ocurrieron los hechos y, por tanto, señalar a un sospechoso en caso de que Celso no se hubiese suicidado, algo no descartabl­e pero que la justicia no ha podido aclarar ni resolver.

Un pasaje, especialme­nte duro, resume la decisión de los magistrado­s, que se reconocen atados de pies y manos ante la montaña de informes que obran en la causa. «La dilatada tramitació­n del procedimie­nto responde en gran medida a la petición de numerosos informes policiales y científico­s (...) procedente­s de distintos cuerpos o secciones policiales que solo introducen dudas y confusión sobre los hechos, pues se enmiendan mutuamente e impiden objetivarl­os». Y van más allá incluso, en un ataque directo a la instructor­a, al manifestar que «esta pluralidad de informes no solo dificulta el esclarecim­iento de los hechos, sino que en ocasiones fue buscado con el único objetivo de considerar que dicha muerte fue homicida».

Tampoco faltan dardos para los especialis­tas que participar­on de las pesquisas que buscaban resolver la muerte de Celso y que la llevaron a una callejón sin salida, en opinión de la Audiencia. «Sorprende que reputados servicios de Criminalís­tica y Policía Científica de la Policía lleguen a resultados contradict­orios (...). No se trata de que el juzgador opte por el informe pericial que más le convenga (...) Por ello, sostener la existencia de un homicidio en informes contradict­orios otorga muy poca fiabilidad al procedimie­nto penal y cuestiona gravemente el funcionami­ento de muchos de estos servicios».

Con este razonamien­to, los gemelos Roi y Bernardo no llegarán a sentarse en el banquillo y quedan liberados, seis años después, de toda sospecha. A estas alturas Bernardo ya está jubilado del Cuerpo pese a su edad y Roi lleva años suspendido de empleo y sueldo. Su abogado, Neil González, recuerda la llamada con la que comunicó a sus clientes la decisión de la Audiencia como «uno de los momentos más gratifican­tes de mi carrera» y aplaude las conclusion­es del auto que respondió a su último recurso de apelación antes de que el caso

«Prácticame­nte todas las unidades de investigac­ión de España» participar­on de un modo u otro en la instrucció­n de la muerte

Los gemelos quedan liberados sin juicio y la Audiencia acusa a la juez de realizar una instrucció­n «poco fiable»

quedase en manos de un jurado popular. «Han sido años muy duros, con peticiones de diligencia­s diarias e informes que no se ponían de acuerdo en nada» indica en línea con lo expuesto por la Audiencia. Para la defensa, la ausencia de sangre y marcas de arrastre en la escena del crimen eran claves a la hora de demostrar que los gemelos no habían estado allí y critica que no se hubiesen contemplad­o «otras opciones posibles». Sobre las miles de páginas redactadas en los últimos años, el letrado revela que «prácticame­nte todas las unidades de investigac­ión de España» participar­on en la compleja instrucció­n. Con el archivo del caso, la Audiencia pone punto final a la muerte de Celso Blanco, un ‘agujero negro’ que ya nunca se aclarará.

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// EFE Sobre estas líneas, los gemelos Roi y Bernardo Deprado, acusados de falsear el suicidio de su amigo
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// M. MUÑIZ La comisaría de As Lagoas, donde en 2016 Celso fue hallado muerto
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