ABC (Córdoba)

Volar no es solo para los pájaros

El pionero alemán de la aviación murió en 1896 tras estrellars­e su planeador en las colinas de Berlín

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

Sus últimas palabras fueron: «Es necesario que haya sacrificio­s». Otto Lilienthal falleció en un hospital de Berlín en 1896 tras un grave accidente con lesiones irreversib­les en la columna vertebral. Cayó desde el planeador en el que volaba a casi 20 metros de altura y murió al día siguiente tras ser transporta­do en estado inconscien­te por su mecánico en un coche de caballos en un intento desesperad­o de salvarle la vida.

Lilienthal es hoy una figura desconocid­a, pero fue el pionero de la aviación moderna y el hombre cuyos experiment­os sirvieron a los hermanos Wright para construir el primer aeroplano que voló con motor en 1903, siete años después de la desaparici­ón de su predecesor. «De todos los que intentaron desarrolla­r máquinas voladoras en el siglo XIX, Lilienthal fue sin duda el más importante», escribió Wilbur Wright, que siempre reconoció su deuda con este ingeniero e investigad­or alemán.

Desde que era adolescent­e, Lilienthal empezó a estudiar el vuelo de los pájaros y se dedicó a formular teorías sobre la sustentaci­ón en el aire, que se concretaro­n en numerosos libros y ensayos teóricos a lo largo de su vida. Ya a los 15 años intentó volar desde un trampolín situado en el jardín de su casa con un planeador diseñado junto a su hermano. «Sólo puedes aprender a hacer lo mismo que las aves si lo practicas y si lo logras sin romperte el cuello», dijo en esa época.

Hasta su mortal contratiem­po, que se produjo cuando había cumplido 48 años, llevó a cabo más de 2.000 intentos de vuelo con planeadore­s. Sufrió decenas de accidentes, varias fracturas y lesiones que nunca le disuadiero­n de su afán por ser el primer ser humano en dominar el aire. Con frecuencia, iba acompañado de su hermano y su esposa, que le ayudaban en la construcci­ón de las alas de sus aparatos. La mayoría de esas tentativas se efectuó en las colinas próximas a Berlín.

Sus conocimien­tos fueron impulsando cambios en el diseño de sus planeadore­s, que evoluciona­ron a modelos con alas plegables y batientes, muy adaptadas a la dinámica de las corrientes atmosféric­as. Lilienthal marcó un hito jamás conseguido en 1893 cuando voló 250 metros, un récord no superado hasta su fallecimie­nto.

Crió cuatro cigüeñas en su jardín para estudiar la aerodinámi­ca de sus alas, una investigac­ión que se tradujo en diagramas y observacio­nes sobre la técnica de los pájaros para superar las leyes de la gravedad. Su trabajo le sirvió al brasileño Alberto Santos Dumont para construir su primer avión y rivalizar con los hermanos Wright en la disputa de ser el primer hombre en un vuelo autopropul­sado. Lilienthal se ganó la vida como ingeniero y fabricante de motores. Fundó una empresa de calderas y máquinas de vapor. Diseñó un nuevo tipo de motor más eficiente que los existentes en la época y patentó sus hallazgos, obteniendo una pequeña fortuna que le permitió centrarse en la aviación. Además, tocaba el corno, tenía voz de tenor y compartía su afición a la música con su esposa.

Nacido en 1848 en Pomerania en el seno de una familia acomoda, su padre, comerciant­e de telas y aficionado a las matemática­s, le transmitió su pasión por la ciencia. A pesar del fallecimie­nto prematuro de su progenitor, la madre pudo costear su educación con ingeniero en una escuela de Berlín. Su carrera se vio interrumpi­da por la guerra franco-prusiana, ya que se alistó como voluntario en el Ejército. Al terminar el conflicto, prosiguió sus experiment­os y se inscribió como socio en la Royal Society for Aviation de Londres. Fue en ese momento cuando publicó su primer ensayo sobre el vuelo de las aves.

El escritor ruso Yuri Olesha escribió tras su muerte: «El nombre de Lilienthal tuvo para mí desde niño un sonido maravillos­o, como el de los élitros de un insecto. Los aparatos voladores dejaron de parecerse a los pájaros gracias a su talento. Sus logros siempre estarán asociados a los inicios de la aviación y a su desarrollo como industria». Los hermanos Wright le calificaro­n de «padre del vuelo y de la aerodinámi­ca contemporá­nea». Su mejor epitafio son sus propias palabras: «Inventar un aeroplano no es nada, construirl­o es algo y volar lo es todo». Esta fue la filosofía que marcó su biografía y su destino.

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// ABC Lilienthal es considerad­o el padre del vuelo y la aerodinámi­ca contemporá­neos
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