Zorra: ¿animal, astuta o prostituta?
Aprincipios de los 80, recién salidas de una dictadura, las Vulpes ya cantaban: «Me gusta ser una zorra». Así que el gran mérito de la canción con la que Nebulossa representará a España en Eurovisión no es cantarlo con cuarenta años de retraso, sino hacerlo con la actitud revolucionaria del convencido de estar reivindicando libertades que ya disfrutamos ofendiendo a sectores que ni se inmutan. Como si fuera una heroicidad subirse hoy a un escenario enseñando el trasero y tarareando groserías que no incomodan a nadie. Llevamos mucho tiempo ya las mujeres saliendo solas, divirtiéndonos y viendo clarear mientras volvemos a casa con los zapatos en una mano y un croissant en la otra, como Hollys Golightlys de Aliexpress, como para que ahora vengan a decirnos que eso lo podemos hacer. La letra de la canción que nos representará en Eurovisión, a estas alturas de la película, ni nos escandaliza ni nos empodera. No hace falta sofisticar la explicación de su éxito: lo que pasa es que nos mola el petardeo.
La canción ha ganado porque lo que nos chifla es que se pueda corear a gritos mientras movemos el cucu. Que nos gusta el rollito revientapistas, como bien sabían Camilo Sesto, Alaska o Tino Casal. Lo gracioso, en realidad, es ver defender la canción hoy, en 2024, a las mismas que se echaban las manos a la cabeza con la victoria de Chanel Terrero en 2022. A las que les parecía que aquello cosificaba y denigraba a la mujer, hoy esto les parece reivindicativo y provocador. Pero es exactamente lo mismo: una mujer subida en un escenario cantando lo que le apetece y bailando como quiere. Con su poquito de coreografía sexy y su chin de estribillo pegadizo. Qué ricos los chorizos parrilleros, que buenas las chuletas de cordero.
Solo le parece intolerable cantar «zorra» a la organización del festival, la Unión Europea de Radiodifusión, que en sus normas especifica que «no se permite lenguaje inaceptable o malsonante en las letras ni en la interpretación de las canciones». Los integrantes del grupo están convencidos de que no hay problema, que la canción se ajusta a la normativa. Descartada la acepción zoológica y el sinónimo de prostituta, nos quedaría únicamente que se refiera a una persona taimada y astuta. Pero entonces el mensaje de la canción sería muy diferente, desaparecería el ánimo reivindicativo para las personas pertenecientes al colectivo LGTBI o las mujeres que se han sentido menospreciadas en algún momento. ¿Por qué alguien sagaz tendría que ver reivindicada su condición? Y, desde luego, desaparece toda intención de resignificar el término. ¿Para qué iba a necesitar verse despojada de todo ánimo despectivo una palabra que alude a alguien espabilado? Tendrán que aclararse: o defienden la literalidad de la palabra o no la defienden. Porque todo a la vez es imposible. O zorra significa prostituta y mantenemos la intencionalidad reivindicativa que se vende o significa astuta y pasamos de coqueteos con el activismo identitario.
Eso o, en un sorprendente giro de los acontecimientos, nos ponemos aún más literalistas y defendemos que María Bas lo que asume es su condición de hembra de mamífero cánido de costumbres crepusculares y habilidades para la caza. Todo sea por ceñirnos a la normativa y no ser eliminados antes de participar.