Filósofo, maestro y amigo
Rafael Alvira (1942-2024) Formador de decenas de filósofos, impulsor de grandes empresas e ideas, ha fallecido en Madrid a los 81 años
Era catedrático emérito de la Universidad de Navarra, donde desempeñó la mayor parte de su labor docente e investigadora hasta su jubilación en 2013. Impulsor de grandes empresas e ideas, conforme a su corazón magnánimo y de amplia visión, supo adelantarse a los tiempos y junto a Alejandro Llano y Leonardo Polo crearon el primer centro interdisciplinar de la Universidad de Navarra: el Instituto Empresa y Humanismo, del que fue vicepresidente y director hasta su jubilación. Junto al antiguo rector y amigo Alejandro Llano, también fue uno de los principales organizadores de las Reuniones Filosóficas.
Gran universitario y políglota, hablaba seis idiomas, cosechó una ingente cantidad de discípulos, amigos, colegas y estudiantes. Siempre encontraron en él una humilde sabiduría, una profunda y densa intuición filosófica, una luminosa claridad de conceptos, una acogedora sonrisa y una culta y amplia conversación, teñida siempre de su pasión por la filosofía. Quienes le conocimos y lloramos hoy su pérdida confiamos también en que la amistad y esperanza que, como cristiano, cultivó a lo largo de su vida habrá tenido también su recompensa.
Entre sus lúcidas reflexiones filosóficas destacan la teoría de los subsistemas categoriales y trascendentales de la sociedad, el acercamiento al Logos desde el neoplatonismo, o sus profundizaciones en el concepto de límite desde su amplio conocimiento de la filosofía antigua de Platón y Sócrates. También aquellas de hondo calado sobre el amor, la familia, la empresa, la cultura y los regímenes políticos. Le gustaba decir que la filosofía se ocupaba de lo cotidiano y que pensar era atender afectuosamente a esas realidades. El pasado 22 de noviembre asistimos online a su último seminario para el departamento de Filosofía. Impartido con la elegancia, simpatía y sentido del humor que le caracterizaba, venía a ser una síntesis de muchos años de investigación, y ahora vemos también que fue uno de sus últimos regalos y un legado a partir del cual continuar.
Su vida cotidiana estaba entretejida de mirada profunda a los otros, a quienes dispensaba una gran cantidad de pequeños servicios y cuidados, sin que apenas uno fuera consciente de ello. Llamaba la atención su sonrisa amplia y acogedora, que revelaban no solo a un hombre pacífico, sino también profundamente respetuoso hacia cada persona en singular. Todos los que llamaban a su puerta la encontraron abierta, por eso entre sus amigos cercanos hay desde importantes políticos, empresarios, diplomáticos o destacados filósofos, a alumnos y sencillos agricultores. Cada persona era lo importante para él. Aprendía de todo y con todos. Muchas gracias, querido maestro y amigo.