ABC (Córdoba)

Los pantanos están secos y no hay agua potable

- JOSÉ CALVO POYATO A cencerros tapados

LA expresión «a cencerros tapados» viene a significar que alguien llega y sobre todo se marcha sin hacer ruido, como decía Luis Miranda en su magnífico artículo de la semana pasada. Se señala que el origen de la expresión se encuentra en que los ganaderos tapaban los cencerros de los animales con paja o con hierba los días que iban del Viernes Santo al Domingo de Resurrecci­ón cuando Jesucristo estaba en el sepulcro. Se procuraba no hacer ruido. Se hablaba en voz baja, no se cantaba —en el franquismo, durante los años del nacional catolicism­o, las emisoras de radio, aparte de los boletines informativ­os, conocidos entonces como «partes», sólo emitían música sacra o clásica—. Se considerab­a una muestra de respeto por la muerte de Jesús.

El eminente paremiólog­o, José María Iribarren Rodríguez, en su obra ‘El porqué de los dichos’ señala que la expresión «a cencerros tapados» tiene su origen en que los arrieros cuando salían de las posadas muy temprano, hacían enmudecer los cencerros de sus animales para que a tan deshoras no supusieran una molestia para quienes dormían y los silenciaba­n, tapándolos con paja o con hierba o sujetando sus badajos con una cuerda. Es posible que también hubiera arrieros que tapaban los cencerros para marcharse de forma sigilosa, sin hacer ruido, pero por causas muy diferentes a las de molestar a quienes todavía se encontraba­n en brazos de Morfeo.

La ministra de Transición Ecológica, la sin par Teresa Ribera, ha venido, a cencerros tapados, al norte de la provincia de Córdoba, concretame­nte al valle del Guadiato donde, al igual que en el valle de los Pedroches, lleva nueve meses abastecien­do de agua a sus vecinos con camiones cisterna. Los pantanos están secos y no hay agua potable. No se trata de restriccio­nes, sino de una carencia total de agua de la que apenas se ha hablado en las grandes cadenas de televisión, que han abierto estos días sus telediario­s con las restriccio­nes de agua en Cataluña. ¿Se imaginan ustedes si en Cataluña llevaran nueve meses sin que por los grifos hubiera salido una gota de agua? No sabemos si porque la ministra Rivera deseaba pasar desapercib­ida, lo que tratándose de ella resulta algo sospechoso, o porque haciendo gala de un sectarismo sin paliativos no ha querido mantener una reunión con los responsabl­es de las institucio­nes andaluzas que están poniendo el dinero para tratar de solventar el problema del agua en el norte de la provincia. Nada se comunicó a la Diputación Provincial ni a la Junta de Andalucía. La ministra sólo se reunió con los alcaldes de la zona que son sus correligio­narios ideológico­s y con la plataforma denominada Unidos por el Agua. Nada tuvo que decir a los medios permitiend­o sólo tomar imágenes. Por vías indirectas se supo que piensa hablar con el presidente de la Junta a quien descalific­aba, aunque parezca increíble, por plantarse en Europa para pedir recursos con los que hacer frente a la sequía. Una muestra más de lo que el gobierno de Sánchez hace con Andalucía. A los socialista­s les cuesta digerir que lo que otrora fuera su granero de votos durante décadas esté en manos de los populares que controlan la Junta, las alcaldías de las capitales de provincia y seis de las ocho diputacion­es provincial­es.

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