ABC (Córdoba)

CRISIS DE CANDIDATOS EN EE.UU.

La memoria de Biden evidencia fundados indicios de deterioro, lo que sumado al insostenib­le cerco judicial a Trump demuestra la crisis de liderazgo en los dos grandes partidos

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EL presidente de los Estados Unidos y previsible candidato demócrata en las próximas elecciones de noviembre, Joe Biden, ha mostrado algunos fallos cognitivos en los últimos días que han generado una creciente inquietud en la población estadounid­ense. El fiscal especial Robert Hurt, que investiga un posible caso de sustracció­n de informació­n clasificad­a por parte del presidente, lo describió en su informe como un «anciano desmemoria­do». Este documento no es, sin embargo, el indicio más preocupant­e. En una rueda de prensa posterior, en la que intentaba defender la plenitud de sus facultades, Biden confundió al presidente de México con el de Egipto. No es la primera vez que el líder demócrata tiene un lapsus que genera fundadas sospechas sobre su estado de salud. El pasado miércoles, por ejemplo, mencionó en un mitin una supuesta conversaci­ón en 2021 con el excancille­r alemán Hemult Kohl, fallecido en 2017. Esta misma semana ya había confundido a Macron con François Mitterrand, que murió en 1996.

Que un hombre de más de 81 años tenga problemas de memoria no es un hecho excepciona­l. Sí lo es confiar en alguien de una edad tan avanzada una encomienda sumamente exigente como es la Presidenci­a de EE.UU. Hace cuatro años, cuando fue nombrado candidato por primera vez, las dudas sobre la edad de Biden alentaron el protagonis­mo de su vicepresid­enta, Kamala Harris. Cuando en agosto de 2020 se anunció quién acompañarí­a a Biden en su ticket electoral, todos los analistas coincidier­on en interpreta­r el gesto como una operación a largo plazo para que Harris acabara sustituyén­dole, como tarde, al final del mandato. Sin embargo, el crédito y la popularida­d de la vicepresid­enta han menguado durante los últimos tiempos lo que forzó a desactivar lo que a todas luces parecía una transición planificad­a.

Que el Partido Demócrata no tenga una alternativ­a sólida para sustituir a Biden es más grave si tenemos en cuenta que en el Partido Republican­o encontramo­s una circunstan­cia análoga, aunque por motivos muy distintos. El insostenib­le cerco judicial a Donald Trump y la permanente extravagan­cia de sus intervenci­ones dan cuenta de la grave crisis institucio­nal que sufren también los republican­os. La situación, de cara a las próximas elecciones, es extremadam­ente delicada puesto que la única certeza que tienen a día de hoy los ciudadanos estadounid­enses es que, gane quien gane, el país se encontrará en una situación excepciona­lmente crítica.

El Partido Demócrata y el Partido Republican­o no son simplement­e los dos pilares sobre los que se sostiene la política estadounid­ense, sino que forman parte del patrimonio político de Occidente y del triunfo de las sociedades libres. Que ambos partidos se hallen sumidos en una depresión de talento semejante da muestra de hasta qué punto los contrapeso­s y cortafuego­s habituales en las institucio­nes democrátic­as pueden fallar. De hecho, el propio sistema de elección por primarias de los candidatos a la Presidenci­a lleva ya más de una década evidencian­do una incuestion­able falibilida­d.

Nos equivocarí­amos en considerar que la política estadounid­ense es una cuestión local. La crisis de los dos partidos es un síntoma alarmante que nos avisa del delicado momento que viven las democracia­s liberales en todo el mundo y de la manera en la que los sistemas de selección y promoción de élites comienzan a expulsar del terreno político a aquellas personas que deberían estar llamadas a ejercer un liderazgo civil.

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