ABC (Córdoba)

Sánchez, acorralado

Empieza el juego de la gallina entre el fugado de Waterloo y el presidente del Gobierno de España

- ISABEL SAN SEBASTIÁN

EL imperio de la ley es más fuerte de lo que Pedro Sánchez y sus socios desearían. A diferencia de la propaganda difundida por el equipo gubernamen­tal de opinión sincroniza­da, la palabra ‘democracia’ no define un régimen de obediencia ciega a lo que apruebe en un momento dado una mayoría parlamenta­ria, sino un sistema mucho más complejo, destinado a proteger las libertades, el pluralismo y la independen­cia de los poderes que integran el Estado. Un conjunto de equilibrio­s y contrapeso­s capaz de garantizar que todos los ciudadanos se sometan a unas mismas reglas de juego, desde el primero al último, incluyendo a los gobernante­s. Sobre todo los gobernante­s. Lo cual frustra la pretensión del presidente de blindar su permanenci­a en La Moncloa ofreciendo impunidad a un delincuent­e huido de la justicia a cambio de siete votos.

En los últimos cinco días el sanchismo ha sufrido una sucesión de derrotas políticas y judiciales que habrían provocado la dimisión de cualquier Ejecutivo imbuido de valores democrátic­os. El empecinami­ento del nuestro en aferrarse a las poltronas demuestra que está muy lejos de abrazar esas conviccion­es. El martes, doce de los quince fiscales que integran la junta del Tribunal Supremo, incluidos varios ‘progresist­as’, se pronunciar­on a favor de imputar a Puigdemont por terrorismo. Lo contrario de lo que defiende su jefe, Álvaro García Ortiz, apodado ‘Alvarone’ en referencia a los apelativos empleados dentro de la mafia, siguiendo la consigna dictada por el propio Sánchez al proclamar, tajante, que «los independen­tistas no son terrorista­s». El miércoles, sus socios de investidur­a, Junts y el PNV, se abstuviero­n en el Senado en la votación de la ley antiokupa presentada por el PP, enviando una señal muy clara de que su apoyo pende de un hilo. A menos de que su rehén siga pagando puntualmen­te el chantaje, les bastará con una abstención para tumbar cualquier iniciativa socialista en el Congreso. El jueves llegó la bofetada más dolorosa. Una mayoría abrumadora del Parlamento Europeo se mostró partidaria de investigar a fondo las conexiones del ‘expresiden­t’ con Putin, respaldand­o con ello sin fisuras la actuación del juez Joaquín Aguirre, instructor del caso Voloh en Barcelona.

La amnistía ofrecida por el PSOE y rechazada por Junts se ha convertido en papel mojado. En su actual redacción, no ofrece a los criminales suficiente protección. De ahí que su principal beneficiar­io exija una cobertura absoluta ante cualquier delito y amenace con precipitar el fin de la legislatur­a si el líder socialista rehúsa plegarse a esta condición. Puigdemont no tiene nada que perder. El acorralado es Sánchez, atrapado entre el ultimátum de su aliado y la claridad con la que Europa se muestra decidida a defender la democracia, velando por su seguridad y amparando a los jueces responsabl­es de hacer cumplir la ley. Empieza el juego de la gallina entre el fugado de Waterloo y el presidente del Gobierno de España.

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