ABC (Córdoba)

Pochosfera­s

La izquierda está pocha. O sea, podrida, agusanada y enferma. España la necesita tanto como al Covid

- JON JUARISTI

EMPEZARÉ con una copla de Chicho (José Antonio) Sánchez Ferlosio, cantautor fallecido en 2003: «Dicen que son mis coplas/ del dieciocho,/porque yo a lo podrido/ lo llamo pocho». En efecto, el DLE ofrece dos primeras acepciones de ‘pocho’: a saber, ‘podrido’ y ‘pasado’. Referido a la humanidad puede equivaler a ‘enfermo’. Existe un diminutivo vasco, ‘pocholo’, cuyo sentido nos aclara Pocholo (José María) Martínez-Bordiú:

el sobrenombr­e «viene por lo de la hepatitis. Estaba pocho. Este niño se va a morir…», decía de él toda su familia, incluido Francisco Franco.

Pues bien, la España actual se divide en una fachosfera de derechas y una pochosfera de izquierdas. Porque la izquierda en su conjunto está podrida, agusanada, pasada de rosca y enferma mental. Lo que dudo es que haya estado alguna vez de otra guisa. Algunos amigos míos piensan que sí, que lo estuvo, y que merece la pena reconstrui­r ‘El País’ –lo más de lo más de la pochosfera mediática contemporá­nea–, eso sí, por otros medios, que diría Clausewitz.

No sé, peña. Algunos conocistei­s ‘El País’ por dentro en otra época, como yo mismo. Como cada cual cuenta la feria como le fue en ella, recordaré dos momentos que precediero­n a mi deserción. En septiembre de 1998 ETA declaró unilateral­mente una tregua al mismo tiempo que organizaba el frente frankenste­in de Estella para levantar un muro contra los españoles, léase PP y PSOE. Todos se alegraron mucho porque los etarras dejarían de matar para siempre. Desde ‘El País’, advertí que aquello tenía todos los visos de ser una tregua-trampa (tesis que ya en el primer momento mantuve junto a

Jaime Mayor Oreja, a la sazón ministro de Interior). Inmediatam­ente, a través del entonces director de opinión de dicho periódico, recibí una admonición de la dirección suprema: podría escribir hasta de fútbol, siempre que no me metiera con la tregua de ETA.

Un año después, en noviembre de 1999, la banda la rompió, revelando a la vez que había sido la inventora del frente de Estella. La hijuela vasca de ‘El País’ se apresuró a publicar una tribuna de un colaborado­r aberzale en la que se nos acusaba a Mayor Oreja y a mí de haber hecho fracasar la tregua con nuestra intransige­ncia. Me pusieron escolta de inmediato, pero la propia policía recomendó mi salida urgente del País Vasco.

En 2019, Jordi Gracia publicó ‘Javier Pradera o el poder de la izquierda. Medio siglo de cultura democrátic­a’ (Anagrama). Allí afirma que Javier Pradera nunca compartió mi catastrofi­smo. Quizá por eso me empujaron desde ‘El País’ a la fachosfera, donde soy feliz. En fin, mi catastrofi­smo de entonces me parece hoy un optimismo desmedido. Queridos, no reconstruy­áis. Nunca segundas partes fueron buenas (a veces, ni las primeras). Dejad la pochosfera a sus sepulturer­os, o sea, dejad que los putrefacto­s entierren a sus zombis.

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