El año de Juan Valera
Su obra se nos presenta como un rico conglomerado de ideas y sugerencias, de crítica y creación
Goza de tan rica historia Cabra que nunca le faltan motivos y ocasiones para celebrarla y revisitarla. Ahora anda su Ayuntamiento metido en faena para conmemorar el 200 aniversario del nacimiento de un ilustre egabrense, cuyo prestigio traspasó los límites provinciales cordobeses e incluso nacionales: Juan Valera, nacido allí el 18 de octubre de 1824. Sus restos reposan también en Cabra, pues aunque falleció en Madrid en 1905, setenta años después fueron trasladados a su cementerio.
Nació Juan Valera Alcalá-Galiano (pariente del gran marino Dionisio Alcalá-Galiano, caído en la batalla de Trafalgar)) en el seno de una familia liberal y acomodada y fue educado en Cabra, Málaga y Granada. Fue uno de los españoles más cultos de su época, excelente crítico literario, políglota, gran conocedor de la cultura grecolatina y hombre elegante y de buen gusto. Hasta 1858, cuando decidió establecerse en Madrid, ejerció la carrera diplomática (embajador de España en Portugal, Estados Unidos y el Imperio Austro-húngaro) conociendo algunas de las principales ciudades y capitales de Europa y América. Luego fue director de periódicos, diputado nacional, secretario del Congreso, senador, miembro de la Real Academia Española y de la de Ciencias Morales y Políticas… y siempre tuvo tiempo para dedicarse a la literatura.
Sus obras completas suman 46 volúmenes. Títulos conocidísimos suyos son ‘Pepita Jiménez’ y ‘Juanita la Larga’ y la continuación de la Historia de España iniciada por Modesto Lafuente. Los principales temas de sus novelas son el amoroso y el religioso, ambos siempre en conflicto psicológico, primando la belleza y el entretenimiento sin pretender mayores enseñanzas. Casi siempre escogió de protagonistas a las mujeres y demostró gran conocimiento de su psicología. Según los especialistas, su obra se nos presenta como un rico conglomerado de ideas y sugerencias, de crítica y creación; incluso de vivencias personales, destacando las de Cabra y Doña Mencía, que ayudan a comprender la sociedad de entonces, con la sutil matización de su perspectiva.
Juan Valera nunca olvidó a Cabra, a sus gentes, sus paisajes y sus instituciones, como el Aguilar y Eslava al que donó su biblioteca. Y Cabra nunca se ha olvidado de su hijo, como lo demuestran los monumentos que le tiene dedicados, el Centro de Estudios Valerianos en su casa natal y las conmemoraciones de anteriores efemérides suyas. En este aniversario, al Ayuntamiento egabrense le acompañarán la Diputación, la Junta de Andalucía, las universidades de Córdoba y Complutense, la Real Academia de Córdoba y el Senado, entre otros. Un amplio programa de actos jalonarán el Año Valera, incluido un congreso internacional cuyos detalles se conocerán esta semana. Enhorabuena Cabra y sintámonos los cordobeses comprometidos con el recuerdo a este cordobés universal.