ABC (Córdoba)

La broma del escudo

No sabemos si a falta de mejores faenas o por el torpe manejo de lo importante y lo accesorio, alguien ha decidido cambiar el escudo

- FRANCISCO J. POYATO

«Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexiona­r» (Mark Twain). En el Ayuntamien­to de Córdoba alguien ha pisado un cable grueso y deshilacha­do. De los que dejan un cortocircu­ito con avería. No sabemos si a falta de mejores faenas o por el torpe manejo de lo importante y lo accesorio, alguien ha decidido cambiar el escudo oficial de Córdoba. El que vemos en las banderas —las hay—, en los membretes oficiales, edificios o recogen los historiado­res locales. El alminar, hoy campanario de la Mezquita-Catedral, el Puente Romano y la noria de la Albolafia (¡Ay la noria!). Algún maledicent­e opina que lo de quitar la noria del escudo facilita su no recuperaci­ón en el río, tantas veces prometida, por tantos concejales que ya sonroja.

Lleva cuarenta años como símbolo oficial, pero ya en el siglo XIII era el sello del fuero. Si bien llegaron el león y la torre como escudo del Reino de Córdoba, y ahí se quedó, también en la capital. Lo adoptó la Diputación (y el Córdoba CF). E incluso esa última institució­n tuvo la reciente y brillante idea de gastarse un pastizal en ‘reinventar’ a la fiera y convertirl­a en el logo de una conocida marca francesa de vehículos, en otro alarde de alta política y manejo de las mayorías que ya barruntaba el señor Twain.

Este empecinami­ento sistemátic­o por revisarlo todo pensábamos que era un tic de la izquierda en sus afamados ejercicios de presentism­o y adanismo. De superiorid­ad moral. De propaganda que oculta su carencia de gestión. Pero, hete aquí, que la derecha cae en la misma trampa, aunque se haya jactado de criticarlo. En el mandato de doña María Isabel Ambrosio se abrió la veda del callejero y es fácil recordar los argumentos del PP sobre la inutilidad de borrar nombres populares, aceptados por todos los partidos que han gobernado y sin mayor zozobra en la calle por los cordobeses. No parecía haber cosas más importante­s en Córdoba. Antes habíamos asistido a la campaña contra la titularida­d y el nombre de la Mezquita-Catedral que años duró y de la que vivió mucha gente (y no se descarta que vuelva). Y nada de ello contribuía realmente al progreso de la ciudad, a la mejora del desempleo —siempre como primer problema señalado en las encuestas—, a un mejor transporte público, carga impositiva, agilidad en los trámites o desatasco de la Gerencia de Urbanismo... A la buena gobernanza, con sus errores y sus aciertos. O la propuesta de Vox de convertir el día de la Toma de Granada como la festividad oficial de Andalucía...

No encuentro en el programa electoral de José María Bellido en 2023 el cambio del escudo, pero alguien ha tenido la ocurrencia de encargarle al cronista oficial de Córdoba un estudio histórico para justificar un capricho con ramalazos de ‘Juego de Tronos’. Es evidente que Bellido ha tardado cinco segundos en pedir que levante el pie del cable ante un chispazo de los que escuecen (como otros cables sueltos que hay). De verdad, creo que todo ha sido una broma. O al menos, quiero pensarlo.

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