ABC (Córdoba)

Grito de esperanza de un joven que quiso suicidarse

Álvaro trató de quitarse la vida en Navidad al arrojarse por el Balcón del Adarve en Priego; ahora, relata en una carta a ABC su vivencia y pide normalizar las crisis de salud mental

- DAVINIA DELGADO CÓRDOBA

AÁlvaro le duele el cuerpo, pero su padecimien­to más profundo va más allá de lo físico. Un sufrimient­o que le llevó a desear quitarse la vida la pasada Nochebuena. Este joven de 29 años se precipitó desde el Balcón del Adarve, en Priego de Córdoba: más de 20 metros de caída de la que sobrevivió.

Ahora, con las heridas aún abiertas y consciente del arduo camino que le queda, agradece esta segunda oportunida­d. El joven ha querido relatar lo que le sucedió en una carta enviada a ABC para pedir que se visibilice­n los problemas de salud mental y, «ojalá esto también sirva para ayudar «a todas aquellas personas, a todos los jóvenes que me lleguen a leer, que se sienten perdidos, identifica­dos y no llegan a ver la luz en este largo y negro túnel, que alcen la voz, que hablen».

Esta es la carta de Álvaro Contreras, un grito a la vida, «bonita, pero a veces amarga» [el texto íntegro de la misiva, en el que aparecen recogidos los múltiples agradecimi­entos de este joven a familiares, amigos, sanitarios y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, entre muchos otros, está disponible en la web de ABC Córdoba (abccórdoba.es).

«Como si de una auténtica película de terror se tratase, el pasado 24 de diciembre de 2023 volví a nacer. Aún no sé cómo ni cómo aterricé postrado en la UCI del Hospital Universita­rio Reina Sofía de Córdoba. «¿Qué le ha pasado Álvaro, con lo joven que es?». Está fue la pregunta más repetida, explica, cada mañana durante su paso en este centro hospitalar­io.

Hundido en la angustia

«Aquellos días se convirtier­on en una auténtica ‘Pesadilla antes de Navidad’, marcada por la angustia, la desesperac­ión, el miedo, el sufrimient­o de mi familia y el dolor constante en cada centímetro de mi cuerpo. La incertidum­bre de no saber qué estaba pasando ni cuál sería el diagnóstic­o médico que vendría a continuaci­ón.

Normalicem­os, visibilice­mos y demos voz, ahora más que nunca, a la salud mental en nuestro país. A esta lacra social tan terrible y silenciosa. Cada vez más somos las personas y jóvenes quienes, desafortun­adamente, la sufrimos, y que sin darnos cuenta, en cuestión de segundos, nos azota de la forma más drástica y devastador­a posible.

Considero que, a día de hoy, aún sigue habiendo muchos estigmas sobre uno de los grandes problemas de salud pública, como es el suicidio. No sólo en España, sino en Europa en general. Y ello a pesar de ser una de las principale­s causas de muerte no deseada en nuestro país, según la OMS.

Por ello, hablar sobre suicidio adecuadame­nte puede ofrecer un recurso de ayuda a alguien que esté pasando por un momento de sufrimient­o, reducir la sensación de impotencia, soledad y aislamient­o, y proporcion­ar la oportunida­d de que se arrepienta de su propósito. Es necesario hablar sin tabúes y tratar de manera consciente.

Desde aquí y en mi nombre, quiero animar de corazón, a todas aquellas personas y jóvenes que me lleguen a leer, que se sientan perdidos, identifica­dos y no llegan a ver la luz en este largo y negro túnel, que pidan ayuda, que hablen.

Por favor, ciudadanos de este lugar llamado mundo, normalicem­os, respetemos y no juzguemos acudir a terapia psicológic­a; el no encontrarn­os bien, tener días buenos y no tan buenos, pasar por un periodo de depresión en nuestra vida, el no querer hacer planes tanto como nos gustaría, la imposibili­dad de levantarse de la cama cada mañana, tener la mente como una auténtica madeja de lana negra, una repentina sensación de pánico, fobias, miedos e insegurida­des, sentirse constantem­ente perdido con ansiedad y con constantes pensamient­os intrusivos en nuestra mente, que te paralizan por completo. Sabes de lo que te hablo.

Sigamos normalizan­do, abrazando y dando visibilida­d a la salud mental entre los más jóvenes. Y, por supuesto, sin juzgar tantísimo sufrimient­o y dolor ajeno.

Queda un larguísimo camino por recuperarm­e mental, física y emocionalm­ente. Por reconstrui­r y esculpirme. Por reaprender y volver a esbozar nuevas ilusiones. Muchos motivos por los que vivir, saborear, aprender y seguir hacia adelante en este largo, bonito, apasionant­e, aunque a veces amargo, viaje de la vida que, sin duda alguna, ha querido que mi trayecto continúe.

A ti, que decidiste continuar leyéndome hasta aquí, cuando me veas de nuevo, no te dé pena o tristeza verme así, no me juzgues. Agárrame con fuerza y dame un fuerte abrazo, no necesitaré más. A cambio intentaré devolverte mi mejor sonrisa.

Mucho por recorrer

Gracias a la vida, por haberme regalado una segunda oportunida­d, que sin duda, seguiré peleando y caminando con muchas ganas, miedo, ilusión, incertidum­bre, trabajo y dolor. Junto a mi mejor sonrisa. Recuerda que, tristement­e hoy he sido yo, pero mañana puedes ser tú, un familiar o tu vecino.

Una Navidad vivida por la angustia, la desesperac­ión, la soledad, la incertidum­bre y el dolor. Una Navidad donde me faltó hogar, magia, luces de colores, turrón Shuchard y sopa de boladillos. No pedía mucho más. Una Navidad indeseable, imborrable donde las haya, que quedó marcada por siempre en mí y en mi familia, como si de una auténtica pesadilla se tratase. Pero así es la vida. Bonita, aunque a veces amarga.

Pero voy a seguir adelante, dando todo de mí, y como me dijo y repite mi familia, ‘que cada 24 de diciembre, todos juntos, brindemos por ti y por la vida; por tu nuevo cumpleaños. El mundo continua siendo de los valientes, Álvaro’».

«Quiero animar a todos los que se sientan perdidos y no vean la luz en este negro túnel, que pidan ayuda, que hablen», apunta Álvaro

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// ABC Vistas desde el Balcón del Adarve de la localidad cordobesa de Priego de Córdoba

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