ABC (Córdoba)

«El Cordobés es un ser mitológico»

▶Está al frente de la entidad de defensa de la lidia con más asociados de la ciudad, y que gestiona la Escuela Taurina ▶«Román ilusiona ahora como a nosotros nos ilusionaro­n Finito y Chiquilín en su día», asegura el ingeniero de Montes

- RAFAEL A. AGUILAR

HACE siete años asumió el cargo de presidente del Círculo Taurino de Córdoba, la asociación de defensa de la lidia que cuenta en la actualidad con más miembros en la ciudad: unos doscientos. Su padre le llevaba de la mano al campo cada domingo cuando era chico, y de ahí surgió una sólida afición por la tauromaqui­a además de una vocación profesiona­l: Alfonso Téllez es titulado en Ingeniería de Montes por la Universida­d de Córdoba y dirige en la provincia al equipo de la empresa pública Tragsatec, la división técnica de la firma que ha construido la Biblioteca ‘Grupo Cántico’ que acaba de inaugurars­e junto a la estación del AVE. «Soy cordobés de pura cepa», se presenta.

—Estamos casi en puertas de que empiece la temporada taurina. Ya hay carteles de festejos en la provincia en las tabernas. ¿Qué expectativ­as tiene?

—Creo que va a ser una temporada importante para Córdoba por el resurgir del novillero Román. Es verdad que desde después del Covid, desde 2020, la plaza está tomando un poquito de auge aunque haya muy pocos festejos. Pero estamos viendo, por ejemplo, que cada vez hay más abonos, que la gente joven se anima al tendido que ponen para ellos, y sobre todo la ilusión se ve en que esa gente joven va en paralelo a la carrera de Manuel Román, como nosotros fuimos con Chiquilín y Finito de Córdoba; Chiquilín paró, es verdad, pero a Finito lo he seguido por muchas plazas: Barcelona, Sevilla, El Puerto de Santa María, y realmente he disfrutado mucho de esa forma tan especial que tiene de sentir el toreo, y eso me ha llevado a seguir descubrien­do nuevas plazas. El año pasado estuve en Santander, otros años he estado en Huesca, en Las Ventas. Parece que la cosa va para arriba: creo que este año seguirá subiendo el número de abonados, sobre todo porque este empresario suele dar carteles muy buenos. La subida a la que me refiero será suave, porque vamos un poco en contra de los tiempos, porque cada vez está peor visto ser aficionado a los toros. En la afición hay cantera.

—¿Manuel Román es la gran esperanza de la afición?

—Sin duda. Llevábamos mucho tiempo sin que un chaval ilusionase a la afición de Córdoba. Recuerdo el Día de Andalucía del año pasado, cuando se desplazaro­n a verle torear en Linares muchísimos autobuses, cuando debutó con picadores. Ibas por la autovía y te adelantaba la gente que iba como tú a verlo torear, y eso hacía muchos, muchos años que no se veía en Córdoba. Él ha despertado una ilusión, aunque es verdad que tiene sus críticos: así somos los cordobeses. Ese torero tiene unas capacidade­s, evidenteme­nte. Pero esto es un camino difícil. A Román lo hemos visto nacer en la Escuela Taurina, donde ha estado desde pequeño, y lo sentimos muy nuestro. Tenemos muchas ilusiones puestas en él, lo cual es complicado para él, porque es muy joven y le puede pesar esa presión que Córdoba siempre le ha metido a sus toreros.

—Román reconocía en un una entrevista reciente en ABC que le pesaba la responsabi­lidad.

—Es normal que se angustie, que sienta esa presión. Lo importante es que lo vamos a ver más tiempo y que vamos a seguir disfrutand­o de él.

—Ha citado a Finito. ¿Tiene este torero mucho más que decir?

—Los toreros siempre tienen que decir. De hecho, Chiquilín es el maestro de nuestra Escuela Taurina, nuestro director. Un torero no sólo dice cosas en la plaza: él lo hace enseñando a los alumnos también, y apoyándolo­s, lo cual tiene mucho mérito. Y Finito siempre tendrá que decir, porque los toreros nacen toreros: es un don.

—En 2017, cuando se hizo cargo de la Presidenci­a del Círculo Taurino, decía en unas declaracio­nes a este periódico que Córdoba llevaba tiempo falta de una figura.

—Llevamos muchos años, sí. Han salido toreros, sí… La Escuela ha dado muchos matadores de toros. Hace dos años, a Lagartijo, por ejemplo. José Luis Moreno ha estado cerca de ser figura. Es verdad que llevamos mucho tiempo sin ilusión, y cuando la ilusión se pierde es evidente que la afición baja. Y ahora, con Román, de buenas a primeras de nuevo se habla de toros. Y estamos hablando de un momento en el que el mundo del toro ya no se respeta: ya no hay termino medio, o te gustan o no te gustan, hay muy poca gente a la que no le gusten pero que sí respete.

—No podemos estar siempre viviendo de la herencia de Manolete ni de El Cordobés.

—Claro: yo siempre digo, y lo seguiré diciendo, que en Córdoba tenemos los cinco califas del toreo y hemos vivido de ellos, y tenemos que estudiarlo­s y saber de ellos, pero eso ha pasado, ahora hay que mirar para adelante. El toro ha cambiado. La vida ha cambiado. ¿Cómo se mira adelante? Con la Escuela Taurina.

—La gestionan ustedes, ¿no?

—Sí. Hay que apoyarla, y no porque sea del Círculo Taurino, sino porque las escuelas son el presente y el futuro. Este año el Ayuntamien­to ha hecho un convenio de colaboraci­ón con nosotros: hasta ahora contábamos solo con las aportacion­es de los socios.

—A ser torero también se aprende, entonces.

—Es como la pintura. Puedes tener un don, pero luego tienes que desarrolla­r la técnica. Gracias a la Escuela Taurina puedes torear sin que te cueste dinero, y además puedes participar en una serie de certámenes que te dan proyección. Nosotros en la Escuela tratamos de inculcar una serie de valores: quedan muy pocos sitios en el mundo, muy pocos gremios, en los que se siga usando el don y el usted, quizás en el mundo de los notarios, de los registrado­res. Y en el mundo del toro el maestro es el maestro, y se le trata de usted y de don.

—Y eso es importante, ¿no? —Creo que sí. Volvemos a lo mismo. Al respeto.

—A El Juli le leí una vez que los toros o te gustan o no te gustan, que son una expresión artística que te llega o no. —Estoy totalmente de acuerdo con el maestro. Donde yo veo arte hay gente que ve crueldad. Son dos posturas que tienen un entendimie­nto difícil. Volvemos a lo de antes: yo ya no pido que le gusten los toros a un detractor de ellos, pero sí que nos respeten a quienes vemos en la plaza un arte irrepetibl­e, porque ocurre en un momento y en un sitio determinad­o, solo una vez. Yo entiendo y respeto que haya gente que en una corrida solo vea crueldad. Mire: hace unos años, cuando cortó aquí Morante cuatro orejas y un rabo, me llevé a los toros a un íntimo amigo mío que es holandés y que nunca había ido. A él le impactó mucho lo que vio, nunca lo olvidará: el colorido, la muerte del toro, no entendía por qué tenía que morir, y sintió algo cuando vio a la gente loca en la plaza; se emocionó. Fue como una lucha entre lo que su cerebro pensaba y su corazón sentía. Ahí tenemos a una persona que respeta.

—A mucha gente le choca que intelectua­les o artistas de mucho prestigio, algunos marcadamen­te de izquierdas, como Sabina por ejemplo, sean defensores a ultranza de los toros. Pienso también en Calamaro, en Savater o en Vargas Llosa.

Radicaliza­ción «Uno de los males de la Fiesta es que se ha politizado: el toro no entiende de ideologías»

—Uno de los males de la Fiesta es que se haya politizado. El toro no entiende que seas de izquierdas o de derechas, que seas católico o no. El toro no entiende de nada de eso. La vida en general se ha radicaliza­do. Estamos ha

blando de un espectácul­o fuera de cualquier ideología.

—Hace unos años dijo usted lo siguiente: «Los toreros tienen que ser más cercanos y las empresas innovar más en sus fórmulas». ¿Lo mantiene?

—Sin duda alguna. Es verdad que los toreros se han vuelto un poco más cercanos, pero sigue siendo difícil llegar a ellos, cosa que entiendo porque tienen una profesión en la que se están jugando la vida. Aún así creo que deben buscar la cercanía, porque viven del público. En los empresario­s sí veo que busquen fórmulas para acercarse a la gente, que a veces no entiende los precios para ir a una corrida: son carísimos, porque es un espectácul­o que tiene muchísimos impuestos y por su coste en sí, por la cantidad de gente que se necesita. Cada torero lleva tres banderille­ros, dos picadores, un mozo de espadas, un ayuda, y todo eso cuesta mucho dinero, como los taquillero­s, los areneros, el personal de la enfermería… ¿Cómo se puede abaratar? Pues adaptándos­e a los tiempos, como los toros se han adaptado a los toreros. La Fiesta tiene que cambiar manteniend­o su columna vertebral.

—Vicente Pomares, uno de los presidente­s del Coso de los Califas, declaró hace unos meses en estas mismas páginas: «Habrá toros mientras alguien se siga poniendo delante».

—Claro. Y yo añadiría: habrá toros mientras alguien disfrute viéndolos.

—Manuel Benítez ‘El Cordobés’ es una leyenda viva. Cada vez que aparece en público la monta.

—Él ha sido lo máximo que se puede ser en el toreo. Tiene una personalid­ad arrollador­a. Si hubiera si hubiera sido ingeniero hubiera sido el mejor ingeniero; si hubiera sido futbolista hubiera sido el mejor futbolista. Y luego tiene un don: la capacidad que tiene de transmitir energía, vitalidad, fuerza… Ha sido el torero que más ha mandado en la historia de la tauromaqui­a, que más fuerza ha tenido sin duda. Lo veo muy poco, pero cada minuto que estoy con él lo disfruto, porque estás delante de un ser mitológico.

—¿Qué sabe de los carteles de la Feria de este año?

—Se ha oído que va a haber un mano a mano entre Román y Marcos Pérez, una corrida mixta también… A principios de marzo habrá una presentaci­ón de Lances de Futuro con José María Garzón a la cabeza, que está entrando poco a poco en lo moderno de la tauromaqui­a. Aparte de ser amigo, él es un bohemio y una persona valiente, como hay que ser para llevar Córdoba. Él apostó por Córdoba en plena pandemia, con un mano a mano entre Morante y Juan Ortega.

—Hay lío con los fondos museístico­s de Guerrita.

—Este tipo de cosas hacen daño a la Fiesta. No sé exactament­e qué ha pasado. Hay que ser prudente.

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VALERIO MERINO Téllez, en la sede de la asociación que preside, en la céntrica calle Manuel María de Arjona, junto a un vestido de torear de época //
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