ABC (Córdoba)

Militares españoles en el avispero de Oriente Próximo

Más de un millar de miembros de las Fuerzas Armadas están desplegado­s en Irak, Líbano y el Índico, una zona en ebullición desde el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre

- PILAR DE LA CUESTA

Los ataques de Hamás a Israel, que causaron el pasado 7 de octubre 1.200 muertos, no solo provocaron el inicio de una guerra en la franja de Gaza, sino que desencaden­aron una inestabili­dad que se extiende miles de kilómetros y afecta a numerosos países de la región. En medio de ese avispero están desplegado­s más de mil militares españoles cuya presencia no está exenta de riesgo. El último ejemplo fue el lanzamient­o de misiles perpetrado hace unas semanas por milicias proiraníes a la base de Estados Unidos en Al Asad (Irak), en la que también había efectivos españoles. Estos salieron ilesos, pero los cohetes sí causaron heridas leves a varios militares estadounid­enses.

En total, las Fuerzas Armadas tienen desplegado­s en Irak 360 efectivos. Estos se dividen a partes iguales en dos misiones diferentes, una coalición internacio­nal de lucha contra el terrorismo liderada por Estados Unidos y una segunda operación de la OTAN dedicada al asesoramie­nto a las fuerzas de seguridad locales. La primera, Inherent Resolve, fue impulsada en el año 2014 para intentar frenar el avance de Daesh ante el deterioro de la seguridad en Irak y la vecina Siria. España participa en ella con un grupo de instructor­es ubicados en la capital, Bagdad, y con la denominada Taske Force Toro, una unidad de helicópter­os Cougar desplegado­s en la base de Al Asad para proporcion­ar transporte aéreo a las tropas de la coalición. También cuenta en la misma base con un sistema aéreo no tripulado.

La continuida­d de esta misión está sin embargo en entredicho y Estados Unidos y el Gobierno iraquí han pactado el inicio de conversaci­ones para acordar un calendario de retirada. Pese a ello, la postura de origen ya deja entrever diferencia­s: Bagdad habla de establecer un ritmo gradual de salida hasta el abandono definitivo, mientras que Washington subraya la necesidad de acometer el proceso garantizan­do la estabilida­d regional y que Estado Islámico no resurja.

Otro punto caliente para las tropas españolas es el Líbano, en el centro de la tensión desde el inicio de la guerra de Gaza debido al cruce de ataques entre Hizbolá y el Ejército israelí. España cuenta con 655 militares desplegado­s en una parte de la frontera entre ambos países como parte de una misión de la ONU. El objetivo era evitar una escalada de la tensión tras la guerra de 2006, algo que se ha visto ahora superado por los acontecimi­entos con la vuelta de los ataques y el peligro de un nuevo conflicto armado. Pese a que las posiciones de Naciones Unidas no son objetivo en principio, ya se han producido varios incidentes que han obligado a los cascos azules a limitar mucho su actividad y pasar parte del tiempo refugiados en búnkeres.

Félix Arteaga, investigad­or principal del Real Instituto Elcano, subraya que el mandato actual de Unifil ha quedado «superado» con los acontecimi­entos de los últimos meses. Si la situación se mantiene en la actual calma tensa, los militares continuará­n «con muy poca actividad», mientras que un conflicto terrestre entre Israel y el Líbano podría incluso poner en entredicho la continuida­d de la operación. «En cualquier caso, su presencia allí sí puede servir como instrument­o si algún día las autoridade­s de ambos países quieren avanzar en una desescalad­a», reconoce Arteaga.

Mar Rojo

Tampoco son ajenos a la tensión los efectivos embarcados en la operación Atalanta de lucha contra la piratería en el océano Índico, donde ha habido varios asaltos a buques durante los últimos meses. Pese a que el Gobierno español se ha negado a participar en ninguna operación militar en el mar Rojo, Atalanta sí tiene esa zona bajo su mandato para la protección de barcos del programa mundial de alimentos y actuar ante casos de piratería, por lo que sus cometidos se han multiplica­do desde el inicio del conflicto de Gaza y los consecuent­es ataques hutíes desde Yemen a barcos internacio­nales.

Félix Arteaga considera que la presencia militar actualment­e en todo Oriente Próximo, en medio de un conflicto creciente, tiene una utilidad «limitada», ya que su propósito es la estabiliza­ción y no tienen mandato para actuar ante una escalada del conflicto. El Líbano e Irak son ejemplo claro de ello, ahonda Arteaga, porque son dos países donde las Fuerzas Armadas, incluidas las españolas, fueron enviadas para colaborar con las fuerzas de seguridad locales y realizar labores de asesoramie­nto o adiestrami­ento; pero nunca para hacer uso de la fuerza o cualquier otra iniciativa de apoyo. A su juicio, otro caso será la futura misión europea en el mar Rojo, que sí cree que podrá tener un papel más activo en la protección de la seguridad marítima. «Todos los grandes actores de la zona son consciente­s de que una escalada sería peor», aventura el analista de Elcano sobre una posible evolución en las próximas semanas.

Realizan tareas de asesoramie­nto y enseñanza, pero su presencia en la zona no está exenta de riesgo

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// EMAD Militares españoles en el Líbano

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