Agua de depuradora para uso potable, un tabú cada vez menor
▶Una de las plantas que abastece Barcelona ya se nutre en parte con agua regenerada ▶España es líder en agua reutilizada, pero aún no para su uso doméstico, como sucede en Singapur o California
La imagen es de lo más sugerente. Un ‘pack’ de botellines de agua perfectamente envasados y un etiquetado atractivo, con mucha dosis de marketing: Newater se llama –agua nueva–, nada que la distinga de otras marcas con nombre de idílicos manantiales o nevadas sierras. La diferencia, sustancial, es que en realidad, pese a su nombre, Newater no es agua nueva, sino reutilizada. Es decir, agua ya empleada para todo tipo de usos –por ejemplo duchas y retretes, sí, retretes–, pero que vuelve a introducirse en la red de abastecimiento tras someterse a un proceso de depuración adicional que la deja en perfecto estado de revista: cristalina, sin regustos extraños, perfectamente potable. No es una fantasía ni una provocación, es la estrategia que ha seguido Singapur para convencer a sus ciudadanos de que el agua que sale de sus grifos, en parte procedente de las depuradoras a la que volverán a mandar el líquido una vez tiren de la cadena, es tan buena como la que pueden comprar embotellada en el supermercado. Y lo de Singapur no es una excepción, hay otras experiencias: California (EE.UU), Israel... ¿Y España? ¿Estamos preparados para abrir el grifo y echar un trago de agua reutilizada?
La respuesta es no. Por ahora. No por una cuestión tecnológica o sanitaria –al contrario, nuestro país es uno de los líderes mundiales en reutilización, también en desalación–, sino legal y, sobre todo, psicológica, un tabú social que, no obstante, situaciones como la extrema sequía que vive Cataluña y la previsión de que los episodios de escasez de lluvias vayan a más podrían acabar venciendo. «Efectivamente, se trata de un tabú, porque la experiencia demuestra que no hay un impedimento técnico, al contrario. No se entienden las restricciones legales que hay en España en el uso de agua regenerada para producir agua potable», explica a ABC Domingo Zarzo, presidente de la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR).
De entrada, el marco legal impide que en España se puede replicar la experiencia de Singapur, aunque sí se otean avances, precisamente en un contexto de escasez, para fomentar un mayor aprovechamiento del agua regenerada. Así lo plantea por ejemplo un proyecto de real decreto de reglamento, ahora en elaboración, y que, como principal novedad, modifica su condición jurídica de vertido para facilitar su reutilización como recurso. Eso sí, sigue prohibiéndose «la reutilización de las aguas para el consumo humano directo, salvo situaciones de declaración de catástrofe, en las que la autoridad sanitaria especificará los niveles de calidad exigidos» (art. 109.3).
No estamos en situación de catástrofe, pero la realidad, escasez recurrente en gran parte de España, no es para nada idílica. El uso directo de agua regenerada para uso doméstico, al estilo Singapur, sería así la última frontera, algo que los expertos consultados, no obstante, ven factible, pero aún como una posibilidad lejana.
No obstante, se van superando etapas: en España, por ejemplo, está ya plenamente aceptado el uso directo de aguas regeneradas para riego agrícola y de campos de golf, finalidades industriales o para recarga de acuíferos. Y en eso somos líderes en Europa, con casi la mitad de la reutilización de toda el continente. Hay infraestructura para ello. «El 27% de las más de 2.000 estaciones depuradoras de aguas residuales de nuestro país están preparadas tecnológicamente para ofrecer los tratamientos adicionales o terciarios que posibilitan la reutilización del agua», explica Zarzo. Dentro de nuestro país, Valencia, por volumen, y Murcia, en porcentaje, están por delante en uso de agua regenerada.
Pero se puede ir más allá. De manera reciente en Cataluña, en el actual contexto de sequía extrema, se ha aceptado socialmente sin problema el uso de agua regenerada como agua potable, aunque eso sí, de una manera «indirecta».
Se hace en el Llobregat, para abastecer Barcelona. Se bombea río arriba el agua que sale de la planta depuradora de El Prat (Agbar) para devolverla a su cauce, de modo que pueda ser captada de nuevo, y reintroducida en el circuito de abastecimiento, por la planta de captación de Sant Joan Despí, ocho kilómetros más abajo de donde se produce la
Planta depuradora en el Prat del Llobregat mezcla, en una proporción que llegará a ser del 50%: es decir, la mitad del agua llegará de río arriba, la otra mitad de la depuradora. Es lo que permite desembalsar menos y alargar las reservas. El modelo se replicará en el Besós.
Nadie asume que esté bebiendo agua salida de su retrete, pero de manera indirecta, y tras ser sometida a un doble proceso de depuración y potabilización, esto es lo que sucede. «No es una novedad, de hecho, es así en cualquier
«Se trata de un tabú, porque la experiencia demuestra que no hay un impedimento técnico, al contrario», explican los expertos
planta de captación y potabilización en España que se alimente de aguas superficiales –ríos, embalses...– donde también haya depuradoras que viertan», puntualiza el presidente de AEDyR. La diferencia con el caso de Barcelona es la proporción.
Potencial de 1.800 hm3/año
«Introducir este tipo de medidas», en alusión a la experiencia del Llobregat, «siempre es más fácil en un contexto de sequía como el actual, porque es evidente que, con el cambio climático, nos tendremos que acostumbrar al aprovechamiento indirecto de agua regenerada para reforzar el sistema de abastecimiento de agua en el ámbito metropolitano», añade Hug March, catedrático de los Estudios de Economía y Empresa e investigador de la Universidad Oberta de Cataluña.
En esta comunidad, junto a las medidas más extremas y puntuales –cierre de duchas o la muy cara opción de traer agua en barco desde Sagunto (Valencia)–, a medio plazo se confía sobre todo en la desalación (500 millones de euros de inversión ya aprobados para nuevas plantas) y la regeneración. El objetivo, llegar en 2040 a los 245 hm3/año de agua de reutilización directa y 186 indirecta. Para el conjunto de España, el Ministerio para la Transición Ecológica estimaba en 2020 un máximo potencial de agua regenerada de 1.800 hm3/año.
Aún estamos lejos de la experiencia de Singapur, pero más cerca de ser autosuficientes y no depender de unas lluvias cada vez más escasas e irregulares. El modelo de regeneración del Llobregat demuestra que empiezan a vencerse tabúes.