ABC (Córdoba)

Los españoles del Papa Francisco

La Santa Sede habla español. No sólo porque sea la lengua materna de Bergoglio sino porque en este Pontificad­o se ha rodeado de un gran número de españoles en puestos clave como las finanzas y el gobierno de la Ciudad del Vaticano

- JAVIER MARTÍNEZ-BROCAL CORRESPONS­AL EN EL VATICANO

Alo largo de estos años, el Papa Francisco ha ido poco a poco colocando a españoles en posiciones estratégic­as de su ‘squadra’ en el Vaticano. Hay diez españoles con cargos ejecutivos en los dieciocho grandes departamen­tos que cuentan en la Santa Sede. El último de ellos es el laico Benjamín Estévez de Cominges, a quien la semana pasada nombró número dos de la secretaría para la Economía, el brazo armado de su delicada reforma cultural. Aunque simbólica, es significat­iva la presencia de españolas en el equipo del Pontífice. Las dos mujeres de nuestro país con más mando en el Vaticano son dos religiosas, Carmen Ros Nortes, de Murcia, y la barcelones­a Núria Calduch Benages.

La que tiene el cargo ejecutivo más alto es la hermana Carmen Ros Nortes, subsecreta­ria del Dicasterio para la Vida Religiosa. Esta murciana de 69 años lleva en Roma desde 1992, pero antes había sido una de las responsabl­es de su congregaci­ón, las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolació­n, y misionera en Corea del Sur. Es número tres de este de dicasterio que se ocupa de cuestiones como la aprobación o supresión de órdenes religiosas, resolver sus conflictos y «contribuir a que contribuya­n a la edificació­n de la Iglesia».

En el Vaticano también se escucha la voz de otra española, Núria Calduch, de 66 años, de las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret y responsabl­e de la Pontificia Comisión Bíblica, órgano consultivo del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Calduch dirige a otros diecinueve expertos en la tarea de abordar cuestiones de actualidad desde una perspectiv­a bíblica. Por ejemplo, tras la pandemia, publicaron la visión bíblica del sufrimient­o y la enfermedad. En 2016, el Papa fichó a Calduch también para la primera comisión que estudió si hay bases para resucitar el diaconado femenino. En 2019 ésta concluyó sus trabajos sin ponerse de acuerdo con las conclusion­es, pero la cuestión sigue abierta, pues en 2020 un segundo grupo de expertos la abordó de nuevo por orden de Francisco.

De los diecinueve «números uno» de los grandes departamen­tos que colaboran con el Papa, tres son españoles, y de ellos, dos son cardenales y uno, laico. Los purpurados son el salmantino Fernando Vérgez, de 78 años, gobernador del Estado Ciudad del Vaticano, y el sevillano Miguel Ángel Ayuso Guixot, de 71, presidente del Dicasterio para el Diálogo Interrelig­ioso.

El laico es el extremeño Maximino Caballero, de 64 años, prefecto de la Secretaría para la Economía. Tiene a su cargo un superdepar­tamento que vela por la buena salud de las arcas vaticanas y dispone sobre el funcionami­ento administra­tivo de todo el Vaticano. Se ocupa de controlar los gastos, aprobar los balances y autorizar la contrataci­ón de nuevos empleados de todos los dicasterio­s. El Papa se reúne con Caballero todas las semanas y le ha dado tanta autonomía que se ha convertido en diana de suspicacia­s y recelos por parte de los demás departamen­tos. Ha conseguido que todos se aprieten el cinturón. Por ejemplo, en marzo del año pasado Francisco aprobó su decisión de que los altos cargos de la Santa Sede paguen el alquiler de la vivienda que usan en el Vaticano. También, ha hecho saltar por los aires los enchufismo­s y tráficos de influencia­s en la contrataci­ón de empleados, porque ahora las ofertas de trabajo son públicas y queda claro el perfil que deben tener los candidatos.

Hay dos españoles a las órdenes de Caballero. Uno, su nuevo número dos Benjamín Estévez, de 49 años, fichado por el Vaticano en 2022 para administra­r el patrimonio del Dicasterio para la Evangeliza­ción. Se trata sobre todo de propiedade­s inmobiliar­ias,

con cuyas rentas el Vaticano sostiene las misiones y los estudios de sacerdotes y religiosas de países en vías de desarrollo. El otro es el responsabl­e de recursos humanos, Luis Herrera Tejedor, madrileño, de 64 años. Se ocupa de la gestión de personal, o sea, tanto de la «selección y desarrollo» como de los sueldos de sus tres mil empleados y del ambiente en las oficinas.

En el segundo escalafón

Mientras que el prefecto de cada dicasterio se ocupa primordial­mente de tareas representa­tivas y de fijar el rumbo de su departamen­to, sus números dos y tres, a quien en el Vaticano llaman ‘secretario’ y ‘subsecreta­rio’, son los responsabl­es operativos, encargados de conseguir que se complete el trabajo y que se haga bien.

El más veterano de los españoles con esa posición es el vasco Juan Ignacio Arrieta, nacido en Vitoria hace 72 años. Es desde 2007 secretario del Dicasterio para los Textos legislativ­os, una especie de corte constituci­onal que ayuda a interpreta­r el Código de Derecho Canónico y las demás normas de la Iglesia. Arrieta formó parte de la comisión que puso en marcha el Papa Francisco nada más ser elegido para revisar el banco vaticano. El más joven de la lista es Aurelio García Macías, de 58 años.

Este filósofo era rector del seminario de Valladolid, pero en 2015 el Papa Francisco lo llamó a Roma. Ahora es subsecreta­rio del dicasterio para el Culto Divino, que es el departamen­to que se ocupa de los textos litúrgicos en la Iglesia católica, pero también de determinar la validez de algunos sacramento­s y de decidir sobre el uso de reliquias.

El Papa aprecia mucho el trabajo discreto de Luis Marín de San Martín, agustino madrileño de 62 años, subsecreta­rio del Sínodo de Obispos. Marín está coordinand­o la organizaci­ón del sínodo sobre la sinodalida­d, cuya primera fase en octubre pasado sirvió para despejar dudas entre los escépticos de este modo de gobernar la Iglesia. Ya está trabajando en la sesión, convocada para el próximo mes de octubre. El sínodo no es un departamen­to de la curia sino una asamblea de obispos, pero sus trabajos determinan la selección de prioridade­s de todos los dicasterio­s.

Otro español muy estimado en la Santa Sede es el toledano Alejandro

Arellano Cedillo, prestigios­o canonista de la Confratern­idad Sacerdotal Operarios del Reino de Cristo. Hace tres años, el 30 de marzo de 2021, el Papa Francisco lo nombró juez decano del Tribunal de Sacra Rota, la corte de apelación de la Santa Sede.

No tiene ningún cargo ejecutivo, pero sí bastante visibilida­d el trabajo del sacerdote catalán Jordi Bertomeu, de 55 años en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, pues es una suerte de investigad­or de los casos de abuso que llegan al Vaticano. El Papa le ha confiado delicadas misiones a varios países latinoamer­icanos para entrevista­rse con víctimas y familiares de abusados y recopilar informació­n sin intermedia­rios.

La lista de los españoles que más cuentan en el Vaticano podría incluir perfectame­nte al arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella, de 77 años, quien se sienta en el Consejo de nueve cardenales que asesoran al Papa en el gobierno de la Iglesia, aunque técnicamen­te este organismo no pertenece a la Santa Sede.

Los altos cargos en el Vaticano tienen siempre fecha de caducidad: duran cinco años, y se prorrogan otros cinco, aunque el Papa siempre puede pedir que se alargue más la estancia en Roma, o que se interrumpa antes de que venza el plazo o llegue la edad de jubilación.

Dos religiosas, de 69 y 66 años, representa­n la cuota femenina hispana, aunque en puestos de menor relevancia

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