La Super Bowl corona a Las Vegas como meca deportiva mundial
▶De la NBA a la Fórmula 1, la Ciudad del Pecado, donde hasta hace poco solo había boxeo y apuestas, es ahora un paraíso para los aficionados al deporte
Si a los ‘bookies’, los corredores de apuestas, les hubieran dicho hace veinte años que Las Vegas se convertiría en la capital mundial del deporte, las risas hubieran llegado hasta Los Ángeles. La ciudad-casino que surgió del desierto en Nevada no se ha distinguido por abrazar los valores deportivos. Este ha sido más un lugar de noche, de alterne, de espectáculo, de buscavidas y bailarinas, de especuladores, de mafia, de vicio. El deporte que sí encajaba era el boxeo, un canal para las apuestas y una máquina de hacer dinero. Desde finales de la década de 1970, Las Vegas se convirtió en capital mundial del boxeo y no ha dejado de serlo. Pero el establecimiento de franquicias profesionales, deportes para toda la familia y estrellas que son ejemplos para los niños era impensable. Las apuestas dejaban una pátina incompatible con la competición.
Todo eso es pasado. Hoy Las Vegas acoge la Super Bowl, la gran final del fútbol americano, el deporte rey de Estados Unidos. El partido es una superproducción deportiva, un mastodonte de inversión y patrocinios. Y la culminación de una transformación acelerada de Las Vegas, en apenas una década, de desierto deportivo a meca deportiva en el desierto.
La mejor demostración es esta semana. Hoy, las estrellas de los Kansas City Chiefs y los San Francisco 49ers –entre ellos, fenómenos globales como el ‘quarterback’ Patrick Mahomes– se partirán la cara en la Super Bowl. Es posible que en algún palco estén John Rahm, Sergio García o Dustin Johnson, que en los últimos tres días han disputado el LIV Golf Las Vegas, el multimillonario circuito saudí. El jueves por la noche, Teófimo López se subió al ring en el hotel Mandalay Bay para retener el cinturón de campeón mundial superligero ante Jamaine Ortiz.
Dos días antes, la ciudad de Las Vegas mostraba su músculo deportivo con una fiesta de bienvenida a la Super Bowl en los paddock de su circuito urbano de Fórmula 1. La ciudad acogió el regreso de la competición –a comienzos de los 80, cuando la Fórmula 1 era mucho más modesta, se celebraron dos grandes premios en el inmenso aparcamiento del hotel Caesars Palace– el pasado otoño. Pese a muchos contratiempos –una alcantarilla mal fijada averió el Ferrari de Carlos Sainz, retrasos, problemas con aficionados–, la carrera nocturna fue un espectáculo. La imagen de The Sphere –la última atracción de Las Vegas, un recinto de conciertos semiesférico y gigante que es a la vez una pantalla– incrustado en el circuito fue sensacional.
Ocio y deporte
La fiesta fue, como Las Vegas, excesiva: coches de Fórmula 1, gente guapa, exjugadores de NFL, mesas de casino, crupieres con poca ropa, imitadores de Elvis, grupos de baile, pinchadiscos de moda, periodistas de todo el mundo, comida y bebida para un ejército. La idea era transmitir que no hay lugar como Las Vegas para mezclar lo mejor del ocio y del deporte.
La transformación comenzó en 2016 con la apertura de un estadio, el T-Mobile Arena, en el llamado ‘Strip’, la avenida descomunal donde se levantan los grandes hoteles y casinos. Al año siguiente, Las Vegas recibió su primer equipo de deporte profesional, los Gol
den Knights de la NHL, la liga de hockey sobre hielo. En ese mismo 2017, los Raiders de Oakland, de la NFL, anunciaron su mudanza a Las Vegas. Lo harían con la construcción de un nuevo estadio, el Allegiant, donde hoy se disputa la Super Bowl, en el sur del ‘Strip’. Un año más tarde, otro nuevo invitado: las Aces, de la WNBA, la liga de baloncesto profesional.
Era un momento en el que Las Vegas crecía a gran velocidad –un 10% en la última década–, en una ciudad donde los grandes casinos y hoteles surgían como setas y donde abundaba el trabajo. Los empresarios deportivos creían que, además del flujo constante de turistas, los residentes podrían llenar estadios.
La conversión fue definitiva en ese 2018. El Tribunal Supremo tumbó la prohibición nacional de las apuestas deportivas –la única excepción era aquí, en Nevada– y legalizó un negocio multimillonario. Antes se canalizaba en plataformas de apuestas ilegales –o en viajes a Las Vegas– y ahora es ubicuo en patrocinios y publicidad. Aquella decisión blanqueaba a Las Vegas, la convertía en un destino ideal en una era de convergencia de deporte y apuestas.
Desde entonces, la ambición de Las Vegas ha sido convertirse en capital global del deporte. Compite con otro desierto, el de Arabia Saudí, que compra todas los deportes, competiciones y estrellas que puede para blanquear su imagen internacional.
También la NBA
Cada año, la ciudad de Las Vegas gana territorio. En otoño fue la sede de las finales de la ‘Copa’ inaugural de la NBA, un torneo de mitad de temporada que ha resultado un éxito. La Fórmula 1 se quedará durante nueve años y Las Vegas busca seguir tragando equipos profesionales. Para 2028 está previsto que vengan los Athletics de Oakland, de la liga de béisbol, que aterrizarán acompañados de un estadio de 1.500 millones de dólares. Se levantará en el solar que deje la demolición del Tropicana, un clásico de los casinos de Las Vegas: aquí se filmaron escenas de ‘Viva Las Vegas’ y ‘El Padrino’, aquí hizo ‘striptease’ Jayne Mansfield.
Habrá más: los rumores son constantes sobre la creación de una nueva franquicia de la NBA, liderada por Lebron James cuando algún año cuelgue las botas.
Todo salpicado de eventos espectaculares y exhibiciones deportivas. Una de ellas, muy pronto, el primer fin de semana de marzo, con acento español. Rafael Nadal y Carlos Alcaraz se medirán en una cancha instalada en el Mandalay Bay. Es un partido organizado por Netflix que les servirá como preparación para el Masters 1.000 de Indian Wells, en California. La entrada más barata está ahora a 200 dólares, sin contar con todo el dinero que uno puede perder si se entretiene en las tragaperras y en las mesas de ‘blackjack’ –la apuesta más baja es de 20 dólares– que se encontrará camino de su butaca. Una muestra más de que, en lo deportivo, la Ciudad del Pecado ha sido absuelta.