ABC (Córdoba)

La ambición de C. Tangana

Igual es mucho arriesgar, pero el tío suena distinto, rico, majestuoso y popular. Único

- ÁNGEL ANTONIO HERRERA

NATURALMEN­TE, no se sabe muy bien qué hace en sus canciones C. Tangana, pero ahí está, entre una indiferenc­ia fiera y una ambición desmedida. Ansía el éxito como quien del éxito huye. Me gusta su chulería, que usa el violín del taco. Al principio, si lo escuchas, te desconcier­ta, pero enseguida te apuntas a su ardiente cofradía. Ahí estoy yo. Tiene C. Tangana una mala voz de revueltas deshoras, con calambre de terciopelo, donde la arrogancia se logra como un modo de la cadencia. Algo así. De manera que ha acuñado un estilo, en lo más alto de lo suyo, que pudiera ser lo latino releído desde lo urbano, o al revés. No es un reguetoner­o, aunque guste de incluir chavalas de apoteosis en sus videoclips, que son unas alhajas hipnóticas, por cierto, entre el tráiler de la lujuria y el autobombo de sastrería de macarra bien aseado. Cruza el bolero y la estríper. No es un músico, sino necesariam­ente un artista. O bien «un bohemio, un rarito», por emplear dos palabras de su ambición vital, y vivencial. Viene de varios fracasos, o agotamient­os, cuando se llamaba Crema, o militaba en proyectos que probaron a excavar en el hiphop. Viene de buscarse el sitio que ya tiene y va directo a sostenerse dentro de una máxima propia: «Mi lugar es el viaje». Creo que ese nomadismo declarado no es sólo en él un afán por el tránsito como biografía sino la alegre promiscuid­ad en todos los géneros musicales, que se reúnen en un disco apabullant­e, ‘El Madrileño’. Algunos de los que conocen el paño arriesgan que C. Tangana es el artista más relevante que ha sucedido en los últimos veinticinc­o años. Igual es mucho arriesgar, pero el tío suena distinto, rico, majestuoso y popular. Único. Cuando lo oyes, directamen­te se hace la noche. Parece a veces un gitanito que cantara como Platón. Estudió Filosofía y practicó el boxeo, para mitigar soledades. En su ‘deneí’ pone Antón Álvarez Alfaro, pero la gloria, que incluye el dinero, ya le reconoce como C. Tangana. Vive en su repertorio algo del villancico inverso de los perdidos.

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