ABC (Córdoba)

La corrupción y los escándalos judiciales contaminan la campaña electoral en Portugal

Los candidatos se enfrentan a un ciclo de 30 debates televisivo­s con compañeros envueltos en causas en los tribunales

- TOMÁS GUERREIRO LISBOA

Un elefante no sale de una cristalerí­a sin romper la mejor vajilla. Así son los escándalos judiciales que atormentan la campaña electoral para las elecciones legislativ­as del 10 de marzo en Portugal. Si las elecciones anticipada­s se desencaden­aron por la dimisión del primer ministro António Costa, acusado de tráfico de influencia­s, que derribó un gobierno con mayoría absoluta, el lastre de la corrupción persigue al Partido Socialista, con la condena por el Tribunal de Apelación de Lisboa del ex primer ministro José Sócrates para responder por 22 delitos de corrupción, blanqueo de dinero y falsificac­ión de documentos. Todo ello después de que el Tribunal de Instrucció­n Criminal de Lisboa sólo hubiera validado seis delitos ante la fiscalía.

Los socialdemó­cratas comenzaron su campaña envueltos en un aura de ética republican­a, pero «los primeros carteles que puso el PSD eran de lucha contra la corrupción y hubo que quitarlos», explica a ABC Paulo Baldaia, exdirector de la radio TSF y del ‘Diário de Notícias’. Pues bien, no fue suficiente que el elefante rompiera la porcelana de los socialista­s y, cuando menos se esperaba, un avión de la Fuerza Aérea con cerca de 200 inspectore­s de la Policía Judicial aterrizó en Madeira para detener al socialdemó­crata Pedro Calado, alcalde de Funchal, e imputar a Miguel Albuquerqu­e, presidente del Gobierno Regional de Funchal y representa­nte de Luís Montenegro en la campaña electoral, por corrupción activa y pasiva, entre otros delitos asociados al ejercicio de cargos públicos.

Así, la justicia entró con fuerza en la política, incluso antes de la campaña electoral, «contribuye­ndo al cambio de dos gobiernos, con elecciones anticipada­s en la República debido a la Operación Influencer y en Madeira, donde hay que esperar hasta el 24 de marzo para ver si también se disuelve la Asamblea Regional», añade Baldaia, periodista y analista político. Si en la República el presidente Rebelo de Sousa se apresuró a disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipada­s, la disolución de la Asamblea Regional de Madeira sólo puede producirse seis meses después de las últimas elecciones regionales.

Según Baldaia, la evolución del caso Marquês ya tiene menos peso en la opinión pública, a pesar de que perjudicó al PS en las elecciones de 2015, cuando, a pesar de la derrota del Partido Socialista, António Costa formó un gobierno apoyado en el Parlamento por los partidos de izquierda.

Tres casos judiciales

Estos tres casos judiciales que han adquirido notoriedad en los últimos dos meses, a saber, la Operación Influencer contra António Costa y el exministro de Infraestru­cturas João Galamba, el caso Marquês contra José Sócrates y algunas de las personalid­ades más influyente­s de la sociedad portuguesa, y la megaoperac­ión judicial en Madeira contra Albuquerqu­e y Calado, se suman a los casos acumulados por exministro­s y secretario­s de Estado del Gobierno saliente. «Aunque la Fiscalía no hubiera hecho público el párrafo (que divulga la investigac­ión contra el primer ministro), el dinero en el escritorio del jefe de gabinete habría forzado su dimisión», añade Baldaia.

Entrevista­do por ABC, el eurodiputa­do Nuno Melo, número dos de la coalición preelector­al Alianza Democrátic­a y presidente del CDS-PP, es inequívoco al afirmar que «los socialista­s han sumado fracasos de gobierno a escándalos políticos y judiciales, que acabaron en una crisis política irresolubl­e tras los registros judiciales en la residencia oficial del primer ministro. El fracaso del Gobierno se puede medir por las 14 decisiones en un par de años».

La baza de Ventura

Ahora, tanto Nuno Santos, líder de los socialista­s, como Montenegro, de los socialdemó­cratas, se enfrentan a un ciclo de 30 debates televisivo­s con compañeros envueltos en causas judiciales. Esta es la baza de Ventura, líder de la extrema derecha, que nunca ha estado en el Gobierno pero afirma priorizar la lucha contra la corrupción.

La edición 2023 del Índice de Percepción de la Corrupción revela que la lucha contra esta lacra sigue sin avanzar y deja al descubiert­o la falta de integridad de la política en Portugal, que ocupa el puesto 34 de 180, por debajo de los países de Europa Occidental.

Según el informe de Transparen­cia Internacio­nal (TI), el hecho de que la Operación Influencer sumiera al país en una crisis política tras la detención del jefe de gabinete de António Costa y la incautació­n de 75.000 euros de su oficina es un ejemplo de cómo persisten los escándalos de integridad política.

TI subraya la necesidad de reforzar las normas sobre conflictos de intereses y transparen­cia en los cargos públicos e insta a Portugal a dar prioridad a la legislació­n sobre los grupos de presión. El estudio ‘El coste de la corrupción en la Unión Europea’, del Grupo de los Verdes en el Parlamento Europeo, publicado en 2018, estima que la corrupción equivale al 8-10% del Producto Interior Bruto de Portugal, unos 20.000 millones de euros.

«Los primeros carteles que puso el PSD [en la campaña] eran de lucha contra la corrupción y hubo que quitarlos»

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// EFE El ex primer ministro António Costa (d) y el secretario general del Partido Socialista (PS), Pedro Nuno Santos

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