EE.UU. intenta regresar a la Luna con una nueva misión privada
La sonda despegará en la madrugada de San Valentín desde Cabo Cañaveral, en Florida
Apenas ha pasado un mes desde que la nave Peregrine, llamada a hacer historia por representar la vuelta a la Luna de EE.UU. tras más de medio siglo, acabase desintegrada sobre la atmósfera terrestre. Todo fue bien durante el lanzamiento. Pero horas después una fuga de combustible obligó al equipo responsable de la nave, Astrobotic, a dar por perdida la misión. Un fracaso que se sumaba a la larga lista de intentos de los últimos años del sector privado (no solo de origen estadounidense, sino también de países como Japón o Israel) por ‘colonizar’ la Luna.
Pero esta derrota no parece haber desalentado a EE.UU., que volverá a intentarlo en apenas unas horas. El nombre de la misión: IM-1, haciendo honor a las iniciales de Intuitive Machines, empresa que, en esta ocasión se jugará el todo por el todo por convertirse en la primera compañía privada en alunizar. En el interior de la sonda: desde instrumentos de la NASA, que financia en parte la misión, a esculturas de Jeff Koons, el artista que creó el famoso perro floral frente al Museo Guggenheim.
El destino: el codiciado polo sur lunar, donde las principales agencias espaciales tienen puestos sus ojos para crear las primeras bases humanas permanentes. La fecha elegida: la madrugada de San Valentín, concretamente a las 0.57 hora de Cabo Cañaveral, en Florida (6.57 hora española), desde donde despegará en un cohete de SpaceX. Detrás de este nuevo intento de EE.UU. por regresar a la Luna: la iniciativa Commercial
Lunar Payload Services (CLPS) de la NASA, un proyecto en el que se invertirán 2.600 millones de dólares para alentar a empresas privadas a hacerse cargo del envío de suministros e instrumentos científicos a nuestro satélite.
Odiseo en el espacio
«Entendemos y damos la bienvenida a la responsabilidad de la misión IM-1», afirmó Trent Martin, vicepresidente de Intuitive Machines durante una rueda de prensa el pasado 31 de enero. «Las esperanzas y los sueños de nuestros empleados y sus familias, además de nuestros clientes, accionistas y las operaciones lunares de todo el país están empaquetados y listos para el lanzamiento», sentenciaba. La nave no tripulada en la que viajarán todos estos anhelos tiene nombre de epopeya griega. Se llama Odiseo, en honor al rey de Ítaca que navegó por aguas traicioneras para regresar a casa. Un bautismo apropiado para un peligroso viaje espacial que no se ha repetido con tecnología norteamericana desde 1972, año en el que se posó la última misión del programa Apolo de la NASA y los últimos humanos que visitaron nuestro satélite.
Odie, tal y como llama cariñosamente a la nave el equipo de Intuitive Machines, será el primer prototipo del modelo de alunizadores Nova-C que la compañía pruebe sobre el terreno. No obstante, no será el último: este año también veremos las misiones IM-2 e IM-3, con idéntico objetivo, explica la NASA en un comunicado. Porque esta sonda, que mide algo más de cuatro metros de altura y pesa unos 675 kilos, es capaz de transportar hasta 130 kilos de carga útil a la superficie lunar.
En esta misión en concreto llevará a bordo una decena de instrumentos, entre ellos seis creados por la NASA. Una de ellas, llamada SCALPSS (siglas de Stereo Cameras for Lunar Plume Surface Studies), promete ofrecer algunos de los mejores datos de su tipo desde Apolo, además de una retransmisión en imágenes de las operaciones. Consta de cuatro cámaras instaladas en las patas del módulo de alunizaje que tomarán imágenes en 3D durante el descenso y alunizaje final. Si todo sale según lo previsto, la nave se posará suavemente el próximo 23 de febrero en Malapert A, un cráter ubicado en la región del polo sur, muy cerca de uno de los posibles lugares de aterrizaje propuestos para Artemis 3, la misión que devolverá una tripulación humana a nuestro satélite. La odisea de Odie, pues, está a punto de comenzar.