ABC (Córdoba)

Soy madridista

POR ENRIQUE HERREROS

- ENRIQUE HERREROS

En el invierno de 1935, siendo yo un chiquillo de 8 años, me llevó mi abuelo don Abelardo, un granadino muy madridista, al viejo Chamartín, el campo del Madrid con la tribuna rematada en madera, a que viese jugar a Luis Regueiro, alias ‘El corzo’. Ya le había seguido yo por la revista ‘Campeón’, cuando el Mundial del 34 en Italia que se llevaron por narices las huestes de don Benito. Mucho más tarde, en los ochenta, el arquitecto Félix Candela me lo presentó en Ciudad de México en el restaurant­e español El Orrio. Me dirigí a él llamándole ‘El corzo’ y Luis se sonrió.

En 1943, sin cumplir los 17 años, disfruté como un enano desde el ‘Tendido de los sastres’, un terraplén desde el cual se divisaba casi todo el campo del Madrid, el 11 a 1 que, entre Alonso, Pruden y Barinaga, le endosaron al Fútbol Club, el cual, en el partido de ida, nos habían ganado por 3-0 y creían traer la semifinal prácticame­nte resuelta. ¡Ja, ja!

Años más tarde un defensa del Fútbol Club, campeón del mundo, que lleva la carga de llamarse de segundo apellido Bernabéu, inventó eso de la manita. Nosotros, en la tarde de la goleada, pudimos señalar una manita doble más uno.

En mayo de 1956, me encontraba en París ‘pour problèmes d’amour’. Mi pareja, como se dice ahora, aunque yo sigo diciendo novia, tenía dos entradas para presenciar la final de la primera Copa de Europa que se jugaría en el viejo Campo del Parque de los Príncipes. Nunca la he llamado Champions que suena a llanta de camión acacharrad­o.

A mediados de mayo de 1960 se jugó la Quinta Copa de Europa en el Hampden Park de Glasgow contra el Eintracht de Fráncfort. Empezaron marcando los alemanes pero empató ‘La Saeta’. Yo regresaba de una prolongada estancia trabajando en París y Suramérica para la Paramount. Mi buen padre me esperaba en Barajas con dos entradas para el partido. Se le considera por los muy enterados como el partido de los partidos: 4 goles Pancho y 3 Alfredo. Los del Eintracht no fueron mancos y marcaron 3 goles. Era 1966, y el grupo formado por mi buen padre, Eduardo Torrico, Manuel del Rey (el de El corral de la Morería), Joaquín de Regoyos, Ignacio Montes-Jovellar hijo, mi socio Roberto Rooney y yo nos tiramos al campo para celebrar el empate. El diario ‘Pueblo’ publicó en primera página la foto del grupo que hizo Raúl Cancio.

El 7 de junio de 1967 es una fecha muy importante para los dos Herreros. Ese día Di Stéfano juega su último partido con el Real Madrid de sus amores. De la mesa presidenci­al de la cena en su honor se levanta con un paquete en la mano y se dirige a mesa donde está mi buen padre para regalarle la última camiseta como jugador del Real Madrid. Hoy la sigo guardando como si fuera oro en paño. Hubo bastantes años que no olimos las finales de la Copa de Europa. Para desgracia mía, Mr. Jordan se fue llevando a mi buen padre y a muchos amigos que viajaban conmigo en busca de Copas de Europa. Probé a ir solo a la final de Ámsterdam contra la Juve y el gol de Mijatovic que nos dio la victoria; después, el 3-1 al Valencia en París. El año de la novena, regresando a casa, comprendí que estaba demasiado viejo para viajar al Reino Unido solo, tuerto y cojo. Conservo enmarcada la entrada. La insignia de oro y brillantes que me acaban de dar por más de 60 años de socio la he colocado junto al busto de mi buen padre, obra de Torres Guarda.

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