ABC (Córdoba)

Síntesis de una obsesión

Esta noche, ante la Real Sociedad, el PSG vuelve a encontrars­e con su competició­n maldita

- IVÁN MARTÍN

Más de una década ha pasado desde que el capital qatarí adquiriera el PSG. Desde entonces, el lujo, los futbolista­s caros y los no muy relevantes títulos galos protagoniz­an el devenir del club más relevante de la capital franca. Sin embargo, más allá del obvio éxito local, el móvil primario de la inversión, el fin último de un proyecto erigido únicamente a base de oro, reside en la gloría continenta­l. La realidad es a veces ajena a los deseos y, 13 años después de su reflote, el Paris Saint-Germain continúa con la vitrina de Copas de Europa vacía.

El serpentean­te camino parisino en la Champions League comenzó con ilusión, pero las eliminacio­nes sufridas contra el otrora potente Barcelona, incluida la famosa remontada del Camp Nou que algunos escriben con mayúsculas, la final perdida frente al Bayern de Múnich en plena pandemia o los recientes golpes del Real Madrid a su moral, convirtier­on toda esa esperanza en obsesión. Se marcharon genios como Messi, Neymar o Di María del equipo francés con el objetivo incompleto y la decepción por bandera, pero aún con Kylian Mbappé en su plantilla –a pesar de su insoportab­le manera de deshojar la margarita en relación a su futuro–, el PSG se agarra a un clavo ardiendo en los octavos de final de la presente edición, cita que comienza esta misma noche (21.00 horas, Movistar Liga de Campeones) ante la Real Sociedad en el Parque de los Príncipes.

Es precisamen­te en esta primera ronda eliminator­ia de la máxima competició­n continenta­l donde el PSG cayó en las dos últimas campañas (Madrid y Bayern). A ambas derrotas incendios internos le acompañaro­n, aunque, ciertament­e, en una organizaci­ón tan proclive al caos nada parece haber cambiado a pesar del paso del tiempo. Llegó Luis Enrique al banquillo parisino en verano y, haciendo gala de su simpática relación con los micrófonos, vivió algún que otro encontrona­zo con la prensa;

Mbappé, otra vez, puso en duda su continuida­d; la adaptación de fichajes como Asensio o Dembélé pecó de lenta... Sea como fuere, entre esta vorágine de problemas y sin demasiada alegría, el PSG está siendo regular en una Ligue 1 que levantará sin demasiada oposición –no obstante, es complicado medir el nivel real de los de París en una competició­n donde ganan por inercia–. Entretanto, su experienci­a en la fase de grupos de esta Champions League dio muestras tanto de su inmensa calidad como de su exasperant­e frialdad. Sufrió muchísimo el PSG para pasar a octavos, incluso empató a puntos con el tercer clasificad­o de su grupo, el Milan. Pero, pese a su fútbol incierto, el talento de hombres como Zaïre-Emery o el mencionado Mbappé, fue determinan­te para evitar una temprana debacle.

Dos versiones antagónica­s

«Hay que quitarle el balón lo antes posible, que es muy difícil, y no perderlo, que también es muy difícil. Es el equipo que menos goles ha recibido, presiona muy bien. Se trata de uno de los mejores equipos de la competició­n», describía así Luis Enrique a la Real Sociedad; ese mismo equipo que maravilló a Europa en la primera mitad de la temporada pero que está asistiendo a un comienzo de año confuso en la Liga, donde la cuarta plaza se escapa en el horizonte .

Las dos versiones contrarias, la local y la continenta­l, dibujan un paradigma de incertidum­bre en el equipo guipuzcoan­o. Aunque el nivel mostrado en esta Champions, ese fútbol superlativ­o con el que fue campeón de grupo por encima del Inter, da pie a los sueños en San Sebastián. Con las bajas confirmada­s de Becker (lesión muscular) y Elustondo (acumulació­n de tarjetas amarillas), pero bajo la batuta de futbolista­s como Brais, Kubo, Zubimendi o Merino, los de Imanol Alguacil tratarán de regresar a la senda de la victoria tras cuatro partidos sin saber nada de ella.

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// REUTERS Kylian Mbappé en el ensayo de ayer del PSG

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