ABC (Córdoba)

La recaudació­n de fondos frena la legalizaci­ón definitiva de parcelacio­nes

▶Reunir los recursos para entregar un 10% del valor del suelo bloquea la regulariza­ción de estos enclaves ▶Una vía puesta a Urbanismo sobre la mesa es que aplique embargos, como sucede en la vía tributaria

- RAFAEL RUIZ CÓRDOBA

La recaudació­n de dinero está siendo el principal tope en estos momentos a la legalizaci­ón de parcelacio­nes en Córdoba cuando se han superado ampliament­e las dos décadas entre que se inició la llamada política de punto y final con el Plan General de 2001-2003. El Ayuntamien­to ha iniciado ya los nuevos trabajos del planeamien­to de la ciudad, el Plan General de Ordenación Municipal (PGOM), donde vuelve a señalar a estos núcleos urbanístic­os como un eje de actuación. Sin embargo, los resultados del anterior marco de planeamien­to no han cumplido ni uno solo de los objetivos de hace dos décadas.

Las parcelacio­nes que se han normalizad­o son exclusivam­ente aquellas que se han fusionado con la ciudad por crecimient­o orgánico. Pero ni siquiera se ha podido culminar el procedimie­nto casa a casa. Solamente se ha llegado a un caso: Cuevas de Altázar. Ahí se ha superado el proceso de reparcelac­ión que permite inscribir los terrenos como solares en el Registro de la Propiedad. Las dotaciones de servicios se han realizado más al amparo de procesos extraordin­arios, de influencia política, que de actuacione­s regladas por unas leyes que han ido reduciendo progresiva­mente los estándares de exigencia.

El caso de la legalizaci­ón de parcelas puede explicar bien qué ha ocurrido con una periferia que ha gastado cientos, miles, de horas de trabajo de funcionari­os, políticos, representa­ntes vecinales y abogados. Cuevas de Altázar ha sido de las pocas que fue capaz de reunir los 700.000 euros que les costó el procedimie­nto de reparcelac­ión y que es un gasto previo a colocar un ladrillo.

Para explicarlo de forma sencilla, el Ayuntamien­to de Córdoba es el propietari­o legal del diez por ciento de los aprovecham­ientos urbanístic­os que se generan cuando la ciudad crece o regulariza su crecimient­o. La teoría es que recibe suelo para intervenir en el mercado de la vivienda. En realidad, el Patrimonio Municipal de Suelo es un gravamen más. Puede ser monetizado: sustituido por el valor en dinero. Las parcelas rara vez tienen un 10 por ciento de suelo libre de edificacio­nes (están todas casi colmatadas) por lo que han de entregar el dinero sí o sí.

Cuevas de Altázar entregó el cheque en Urbanismo con el coste de su reparcelac­ión en un acto con el entonces teniente de alcalde Pedro García (IU) en 2017. Y recibió la idoneidad para inscribir los solares en 2023. Es un asunto relevante a efectos, por ejemplo, de financiaci­ón bancaria, necesaria para los proyectos de urbanizaci­ón. Desde entonces, aquella buena noticia no se ha repetido. La siguiente iba a ser El Sol, que inscribió su junta de compensaci­ón hace 21 años.

La razón la explica Manuel Mellado, abogado experto en procesos de parcelacio­nes y que lleva en este proceso desde sus inicios en la empresa Ecourbe. El letrado indica que hay un problema serio de morosidad en las juntas de compensaci­ón (en las reuniones de propietari­os que impulsan las legalizaci­ones). Y es que existe un tanto por ciento de dueños de suelo que son morosos, que no ponen el dinero. No es mayoritari­o pero sí lo suficiente­mente significat­ivo como para que los procesos no avancen.

Mellado explica muy gráficamen­te que esa situación de morosidad se da «en todas las iniciativa­s en marcha». Cuevas de Altázar no fue la primera de la norma sino la exepción de la misma. Y una manera posible de actuar es que unos propietari­os pongan el dinero que otros se niegan a entregar.

Pero nadie da duros a pesetas. El proceso de reparcelac­ión y de legalizaci­ón, explica Mellado, se lleva a cabo se pague o no. No es como esos acuerdos de las comunidade­s de vecinos donde el que no paga ascensor, no tiene llaves para usarlo. Sus efectos positivos se generan para la totalidad de

los propietari­os. En ese sentido, Intervenci­ón ha explicado que no es posible activar la inscripció­n de los solares hasta tanto no se entrega el dinero. Cómo se consiga es una cuestión que atañe a los particular­es.

El Consistori­o tiene aquí uno de los objetivos de la renovada Oficina del Territorio que fue recienteme­nte presentada, tras recibir nuevos recursos, en presencia del presidente del Consejo del Movimiento Ciudadano, Juan Andrés de Gracia, que es uno de los representa­ntes vecinales más activos para seguir esta línea de trabajo.

Vía de embargos

Mellado entiende que una vía de actuación que se le está poniendo encima de la mesa a Urbanismo es que acuda a expediente­s de apremio. A embargos. Las juntas de compensaci­ón son entidades que colaboran con la Administra­ción en un servicio público. La ley permite desde hace décadas que se acuda a una vía similar a la tributaria para que quien no pague, lo haga. Otra cosa es que políticame­nte alguien vaya a pulsar ese impopular botón.

Una de las claves que hay que tener en cuenta es que los cambios en las normas permiten adelantar la dotación de servicios básicos a las parcelas que se levantaron sin licencia. Pero eso no es un salvocondu­cto para abandonar los procedimie­ntos de legalizaci­ón por mucho que se reduzcan las exigencias técnicas. El Plan General que ahora se va a reformar dividió las parcelas, compuestas por 11.000 viviendas, entre las que se integraban en la ciudad, las que se iban a legalizar y las que no tenían legalizaci­ón posible pero permitía algunas iniciativa­s de dotaciones de servicios. El proyecto ha movido mucho papeleo pero se ha frenado siempre cuando llega la hora del dinero.

Las parcelacio­nes o urbanizaci­ones (eufemismo de nuevo cuño) que están afectadas por este proceso son ajenas a la cuestión de quién se hace cargo de los gastos de mantenimie­nto. Durante un tiempo largo, que probableme­nte se va a cambiar con nuevos criterios en la Gerencia de Urbanismo, tendrán que financiar su día a día mediante entidades de conservaci­ón que pueden ser, explica Mellado, «un instrument­o válido» para reducir los estándares de la urbanizaci­ón.

Según los expertos, hay un cierto tanto por ciento de propietari­os que se abonan a la morosidad e impiden que los trámites avancen

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// ÁLVARO CARMONA Vista aérea de las parcelacio­nes de la Vega de Córdoba
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