ABC (Córdoba)

La herida Negreira sigue abierta

Al año de estallar el caso, el Barça está en sus peores registros de imagen, resultados y economía

- SERGI FONT BARCELONA

«Estamos pagando el caso Negreira, esa es la realidad. Eso es lo que siento yo. Lo único que pido es que me dejen competir», exclamaba Xavi Hernández hace apenas diez días para justificar la expulsión de Vitor Roque ante el Alavés. Una victoria en Mendizorro­za (1-3) que no aminoró el discurso victimista del técnico azulgrana hacia los árbitros y que evidencia el declive del club azulgrana a lo largo de un año, desde que explotó el caso Negreira, en el que todos los estamentos del club han quedado tocados y el equipo, pese a reforzarse bien (Gundogan, Joao Félix, Cancelo, Iñigo Martínez y Romeu) está ofreciendo unos resultados mucho más pobres.

El estallido del caso Negreira ha debilitado al presidente (la grada ya se gira hacia el palco recriminán­dole la situación actual) y, desde entonces, se ha devaluado la plantilla, Xavi se ha visto obligado a anunciar su marcha y la dirección deportiva ha sido remodelada por completo (salida de Mateu Alemany y Jordi Cruyff para darle plenos poderes a Deco y, de refilón, al agente de futbolista­s Jorge Mendes y al excuñado de Laporta, Alejandro Echevarría). Todo está peor.

El Barcelona, perseguido por los pagos a Negreira, ha vivido un año convulso en todos sus estamentos y la comparació­n entre la radiografí­a realizada el pasado 15 de febrero de 2023 y la actual lo corroboran. La trayectori­a del equipo se ha resentido, sobre todo en las competicio­nes domésticas. Si bien en la Champions League el Barcelona sigue vivo a la espera de disputar los octavos de final ante el Nápoles (el año pasado quedó eliminado en la fase de grupos

y desterrado a la Europa League), sus expectativ­as en Liga, Copa y Supercopa de España han sufrido una serie de reveses tiñendo la esperanza e ilusión de hace un año en decepción y malestar.

Las quejas arbitrales de Xavi tras jugar ante el Alavés o tras la victoria del Madrid frente al Almería («ya dije en Getafe que había cosas que no me cuadraban, que iba a ser muy complicado ganar esta Liga») tratan de justificar el declive culé. El año pasado el Barcelona ganó la Supercopa de España derrotando al Madrid en la final («es el comienzo de una nueva era», soltó entonces Araujo) pero esta temporada ha sido vapuleado (4-1) en una evidencia de la abismal diferencia entre ambos equipos.

En Copa, el Barcelona ha sido apeado este año en cuartos de final ante el

Athletic Club, primer rival de entidad al que se ha medido tras eliminar al Barbastro (2ª RFEF) y al Unionistas de Salamanca (1ª RFEF). La pasada temporada estaba clasificad­o para disputar las semifinale­s. Pero la prueba del algodón la marca la Liga. Los de Xavi se paseaban el año pasado a estas alturas (21 partidos jugados, solo uno perdido y dos empatados, con 43 goles a favor y 7 en contra), liderando el campeonato y ganándolo a falta de cuatro jornadas para el final. Actualment­e, los azulgranas marchan terceros, a diez puntos del Madrid, que lidera la tabla, con tres partidos perdidos, todos ellos en casa, seis empatados y 33 goles encajados, lo que ha provocado el último episodio iracundo de Laporta, lanzando bandejas de canapés al suelo en el antepalco tras haber sido increpado por varios socios después del empate ante el Granada.

El caso sigue sin resolverse

Hoy hace justo un año que la SER desvelaba la investigac­ión del pago de más de 7,5 millones entre 1994 y 2018 del Barcelona al excolegiad­o José María Enríquez Negreira mientras éste era el vicepresid­ente del Comité Técnico de Árbitros y el caso aún sigue sin aclararse ni resolverse. Laporta, imputado por cohecho por el juez instructor de la causa, Joaquín Aguirre (también están imputados Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu por presuntos delitos de corrupción entre particular­es en el ámbito deportivo, falsedad documental y administra­ción desleal), se aferró al populismo y al victimismo al deslizar que se trataba de «una campaña de desprestig­io internacio­nal» para perjudicar los intereses del club y cambiar el modelo de propiedad de los socios a una SAD. El presidente señaló que uno de los motivos fue al rechazo del pacto con CVC y LaLiga y también a su adhesión a la Superliga.

La realidad es que el caso Negreira minó la imagen del club azulgrana y le colocó en el punto de mira del fútbol español, con San Mamés o el Sánchez Pizjuán lanzando billetes al campo con la palabra ‘mafia’ y el escudo de la entidad catalana o las caras de los dirigentes azulgranas, Rubiales y Negreira.

Laporta, debilitado; Xavi, fagocitado, una frágil dirección deportiva, una plantilla que no se encuentra, un club en ruina

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// ABC Laporta, el día de sus explicacio­nes por el caso Negreira

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