ABC (Córdoba)

La juventud

- BRUNO PARDO PORTO

La juventud es un misterio que suscita más teorías y películas que el contenido del Área 51, tal vez porque lo más parecido a un alien es un adolescent­e, que es un ser que se resiste a encajar en el molde, sea lo que sea eso: lo que aprende lo aprende por el dolor, no por la escucha o la observació­n, porque en eso consiste la rebeldía, generacion­al o individual. El adolescent­e, a veces, es ridículo, sobre todo visto desde fuera, en la distancia de las décadas y las canas, pero más ridículo es el adulto que juega a adivinar sus gustos y, peor incluso, el que cree que puede utilizar sus códigos como si el tiempo fuera una construcci­ón mental y no una destrucció­n física, un lento camino a otra parte.

Del comunicado del Consejo de Medios Interactiv­os de RTVE sobre la cobertura que Inés Hernand hizo de la alfombra roja de los Goya se deduce, además de la tirria que suscita su figura entre los periodista­s del ente público (qué profesión esta, sedienta de carnet, como si eso arreglara algo), que la decisión de contratar a esta comunicado­ra tiene que ver con la búsqueda de «un tono desenfadad­o, alternativ­o y pensado para un público juvenil». Las comillas, que parten de la presunción de culpabilid­ad de los menores de treinta, incapaces de aguantar la seriedad o de digerir informació­n, encierran la desesperac­ión de un sector tan perdido que ha terminado yendo a TikTok a vender periodismo cuando allí lo que cotiza es el entretenim­iento de alta velocidad, y a fuerza de intentar encajar su producto en los algoritmos chinos han puesto a sus redactores a bailar como Pablo Motos en la previa de ‘El Hormiguero’ mientras subtitulan una noticia que nadie ha contrastad­o.

De fondo late la convicción de que son los medios los que se tienen que adaptar a la juventud y no al revés, y con esa dinámica el mundo se ha ido infantiliz­ando tanto que el presidente del Gobierno, que va a los mismos sitios a pescar votos, postea al modo de los ‘streamers’ si es necesario. Lo triste es que al menos su negocio funciona, pero la prensa está vendiendo su crédito y a cambio ni siquiera ha recibido una sospecha de futuro. Ya puestos a pensar en el «público juvenil» podríamos rebelarnos al modo de los adolescent­es. Qué sé yo, apostar por el periódico del domingo y su orden linotípico, aún no superado. Café y papel. A lo loco.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain