Cosas feministas
Carmen Calvo no ha perdido la vis cómica que la colocó en la élite de las políticas humoristas
Dice Carmen Calvo que ella es del sector que se niega a debatir el feminismo en Eurovisión. No sabía que existía ese sector. Pero qué clasismo intelectual. Con perdón de lo de intelectual. «Con esta canción no vamos a mejorar lo que les pasa a las mujeres». Bien. Se lo puede aplicar a cuando encargó a la RAE un informe para «adecuar la Constitución a un lenguaje que incluya a las mujeres». Como no se cansa de repetir la RAE, la igualdad no se conquista con la gramática.
Carmen Calvo siempre está haciendo cosas feministas, como en aquel episodio de ‘Padre de familia’, cuando Peter Griffin imagina que es hermano de Hitler y entra a molestarlo al despacho. «¿Qué haces?». «Cosas», responde Hitler. «¿Cosas nazis?», sigue el hermanito. «Sí, Peter, cosas nazis», contesta el Führer cabreado. Me imagino preguntando a Calvo. ¿Qué haces? Cosas. ¿Cosas feministas? Sí, cosas feministas. La última, su libro ‘Nosotras. El feminismo en la democracia’, que ayer nos glosaba Érika Montañés. A Calvo, la penetración, «que las jóvenes aceptan sin rechistar», no le viene bien. También dice que no acepta puertas giratorias (por la presidencia del Consejo de Estado), que se va a otra institución. Como si las agencias de colocación de políticos no lo fueran. Da igual cómo lo llames. Se trata de «tú que me has prestado favores vas a ir a este sitio». Pero reconozco que Carmen Calvo no ve las cosas de la manera en que las vemos el vulgo. Sostuvo sin risas que el presidente del Gobierno no había hablado nunca de «delito de rebelión» en Cataluña. Que lo hizo el líder de la oposición. Casualmente también era Pedro Sánchez. En cuanto a sus cosas feministas, recordemos cuando dijo: «Ha aflorado que el feminismo es de todas y no, bonita, nos lo hemos currado en la genealogía del pensamiento progresista y socialista». Hoy sostiene que no hay hombres feministas, sino profundamente demócratas. Le recomendaría el corto ‘La loca y el feminista’, de Sandra Gallego, donde una mujer pide a su marido que por favor no diga que es feminista delante de ella, que le da vergüenza. Y ahí tiene razón.*