El zorro blanco del rubialismo
El cerebro jurídico de la Federación Española de Fútbol logró esquivar la destitución el pasado mes de septiembre; su destino será decisivo para el nuevo periodo electoral
Hay una cosa que admiran de Tomás González Cueto hasta sus mayores enemigos en el fútbol español: se las sabe absolutamente todas. Es probable que en lo que va de siglo nadie haya irritado a tantos presidentes y funcionarios del Consejo Superior de Deportes (un hipotético galardón muy disputado). Agradable y cortés, calificado como diplomático y frío por colaboradores suyos, hay un dato sobre su reciente vida profesional que podría haber convertido en innecesario este artículo: durante los últimos años se interpusieron en nombre de la Federación y desde su despacho de abogados, GC Legal, decenas de demandas contra periodistas, convertido el bufete en una suerte de brazo ejecutor para unos dirigentes que habían convertido la Federación en algo que no había sido nunca.
Cuando fue nombrado por Rubiales como presidente interino, en septiembre pasado, Pedro Rocha ordenó a González Cueto que se retiraran las demandas judiciales pendientes. Fue el primer gesto político tras su aterrizaje en Las Rozas, pero el pacificador venido de Extremadura no pasó de ahí. Cayeron el exseleccionador femenino (Vilda), el exsecretario general (Camps), el director de Comunicación (García Cuervo) y el director de Integridad (García Caba). El abogado del Estado leonés, sin embargo, fue intocable: nadie como él conoce el mapa de guerrillas que define la batalla legal en el ámbito deportivo español. Vicepresidente del Tribunal Español de Arbitraje Deportivo –TEAD– y de la Comisión de Arbitraje del Comité Olímpico Español, miembro de la Comisión Legal de la FIBA, González Cueto acumula numerosas condecoraciones y ha contado con clientes ilustres. Su prestigio es indudable: en el CSD se cuidó obsesivamente la reciente Orden Ministerial sobre elecciones federativas por la alargada sombra del experto recurrente leonés.
Aunque el tono de la Federación (RFEF) ha variado en el semestre largo transcurrido desde el pico de Sídney, una parte del núcleo rubialista sigue intacta. Al presidente de la gestora, que medita ahora su candidatura a la presidencia de la Federación en las elecciones del 24 de mayo, le han pedido la cabeza del abogado ya más de un directivo y varios presidentes territoriales. Las fricciones no salen a la luz, pero existen (y González Cueto dice ser consciente de ellas). GC Legal sigue detrás de los movimientos jurídicos de la Federación: en octubre, sin ir más lejos, fueron dos informes suyos los que permitieron a Rocha contener la prisa del Gobierno y retrasar las elecciones al primer semestre de este año sin miedo a ser acusado de prevaricación.
Temido por su inteligencia y conocido por su posibilismo, el jefe jurídico de la RFEF colocó desde un principio a personas de su más absoluta confianza en los puestos clave de la entidad (incluida una hija suya). Dirigía la Federación en la sombra: su despacho era el ‘rey del burofax’, como le llamaban diversos periodistas acostumbrados a recibir peticiones de rectificación o querellas cuando se publicaban escándalos de mucha mayor enjundia que el beso a Jenni Hermoso (pero que el CSD pasaba por alto). Sus emolumentos en la Federación (consultada para la elaboración de este artículo) como alto directivo superan los 250.000 euros. En paralelo, existía el otro negocio: las demandas interpuestas por la Federación desde su despacho en condiciones de cuasi monopolio. «No tengo conciencia de haber hecho daño a nadie en estos cinco años», explica hoy González Cueto. «A Rubiales y Camps les pusieron más de 60 querellas, y no han recibido ninguna condena… Nosotros no éramos demandantes, fuimos siempre demandados: la Liga, Mediapro, la Liga F, la Liga de Fútbol Sala... Salvo una con Mediapro, las hemos ganado todas».
El letrado fue decisivo para la continuidad del rubialismo y el rubialismo fue beneficioso para su despacho. En 2017, antes de la llegada de Rubiales, GC Legal facturó 696.000 euros. En 2021, último ejercicio declarado por el despacho en el Registro Mercantil, ingresó 2.071.695 euros. Hay presidentes territoriales en la Federación que le acusan de haber acelerado la ruina de Rubiales por afán de lucro. González Cueto lo niega tajantemente: «Si el cliente te lo pide, al final lo tienes que hacer. Yo no asistía a las reuniones siquiera… Rubiales insistía. A veces derivábamos las querellas a otros despachos, no dábamos abasto. Yo no firmé ni una sola querella contra periodistas, fueron otros abogados del despacho [...] Y aclaro: no creía en ellas; esas querellas fueron una quiebra en el modo de actuar de la RFEF».
Una de las personas de su máxima confianza, Elvira Andrés, a quien trajo desde la Federación Española de Baloncesto, es hoy la directora del Gabinete de Presidencia de Rocha. Cada día les cuesta más, al parecer, justificar la permanencia de su mentor; pero si es verdad, como asegura gente solvente, que Pedro Rocha también va a acabar depurando el departamento jurídico, ¿por qué tarda tanto? Una hipótesis es que el abogado del Estado leonés participa como abogado en alguna trama de la macrocausa ‘Soule’ (cuya instrucción lleva ya seis años y medio), y que el presidente de la gestora no quiere enemistarse con presidentes territoriales en precampaña electoral: «Necesita el patio tranquilo».
El propio aludido tiene en cambio muy claro por qué no se ha marchado por voluntad propia: «Entiendo que haya gente que no me quiere… Mi función principal era proteger a la casa y a sus directivos de posibles sanciones o inhabilitaciones del TAD o de otras instancias, cosa que logré. Yo soy abogado de la RFEF, no de Rubiales [con quien, asegura, sólo ha actuado en dos o tres casos]. A estas alturas, no tengo nada de lo que arrepentirme. Y por lo único que nunca me voy a ir de un sitio es porque lo pida un tercero o un pequeño sector de la Federación. Me gustaría que esas personas me lo explicasen frente a frente... Ahora bien, si la RFEF decide prescindir de mí, nos sentamos y hablamos, ningún problema».
«Yo soy abogado de la RFEF, no de Rubiales. A estas alturas, no tengo nada de lo que arrepentirme»
Poco le importa al Real Madrid que Tavares, monumento principal de sus últimas gestas, esté pasando por un momento de forma y físico muy flojos. Los blancos son unos depredadores alfas, no se puede mostrar ante ellos ni el más mínimo signo de debilidad porque, de percatarse, te reducen a cenizas, no dejan ni los huesos. Y eso fue exactamente lo que pasó contra el Valencia en las semifinales de Copa. Los de Mumbrú optaron por llegar al descanso con el marcador muy ajustado, pero un fallo garrafal de López-Arostegui, que no pudo ejecutar un mate sin defensa, prendió el hambre de sus rivales.
Tras la acción, el Madrid respondió con un parcial tremendo de 30-9, convertido un duelo apasionante en un bufé libre. Campazzo estuvo genial a la hora de interpretar la marcha que necesitaba en cada jugada su equipo, Poirier volvió a demostrar que debe jugar el máximo de minutos que le permita Chus Mateo y Deck, de sangre fría y expresión nula, dejó boquiabierta una vez más a la grada del Carpena con sus volcánicas acciones. Vuelve el Madrid a una final de la Copa, un título esquivo desde 2020. Viendo su nivel, le sobran argumentos para recuperarlo.
Tuvo en sus manos López-Arostegui que el Valencia llegase al descanso con un sabor de boca fantástico. Tras una gran circulación, el vasco anotó de tres desde la esquina y, tras mostrar mucha intuición, robo un balón a Campazzo. Cuando se disponía a machacar sin oposición y poner a los naranjas a un punto, se le escurrió (ya había fallado algún mate sencillo en el calentamiento) y, el Madrid, ante tal error, no mostró piedad. Un dos más uno de Musa y un triple de Hezonja permitieron que la ventaja de los blancos en el intermedio fuese de nueve puntos.
No aflojó ni lo más mínimo el Madrid tras la reanudación. Un mate de Tavares, un triple de Musa y un dos más uno de Yabusele dejaron muy tocado al Valencia, que tampoco encontraba respuestas en ataque, reducido por el caboverdiano incluso estando mermado en lo físico. Pedía cabeza Mateo a los suyos, consciente el técnico de que si sus pupilos reducían los fallos, podrían abrir una brecha casi definitiva. De hecho, una gran canasta de Deck en el poste rompió la pose tranquila del madrileño, levantó los brazos y gritó con rabia. El premio de la final estaba cada vez más cerca.
Campazzo olió la sangre valenciana a kilómetros y aceleró su dirección sobre el juego blanco, lo que provocó un siniestro total en sus enemigos, desquiciados, erráticos a más no poder. Incluso se quedaron protestando, como si de fútbol se tratase, un fuera de banda, lo que permitió un mate de Musa sin oposición, éxtasis blanco en las gradas del Carpena. De un duelo igualado, en cuestión de minutos, que en baloncesto es un mundo, se pasó a una paliza, que el Valencia, con disimulo, consiguió maquillar.
«Me gusta cuando metemos una marcha más, cuando nos damos cuenta de que el talento no lo es todo»
«Sí, pienso que es mi mejor temporada desde que llegué. Disfrutamos mucho jugando juntos»