ABC (Córdoba)

El PP se centra en arrasar en las europeas y crecer en las vascas

Génova ve en Galicia la continuida­d de un ciclo alcista tras ganar en 11 autonomías desde 2022

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN MADRID

Las elecciones gallegas constituía­n para el PP el principal foco de incertidum­bre que aparecía en el camino dentro de la primera parte de la legislatur­a nacional. Un camino que termina cuando se celebren las elecciones catalanas, todavía sin fecha, pero que deberían celebrarse como tarde dentro de aproximada­mente un año. El consenso de los actores políticos coincide en señalar ese hito como el punto clave para determinar si existen opciones o no de un mandato largo o si, por contra, la legislatur­a toca a su fin precipitad­amente.

Y en ese trayecto aparecían antes tres citas electorale­s. Importante­s todas ellas para el PP. Gallegas, vascas y europeas. Pero era este 18 de febrero cuando el partido más se jugaba. Primero, porque era el único escenario en el que ponía en juego poder institucio­nal. Segundo, por el vínculo emocional y político de la dirección nacional con ese territorio. Y tercero, porque era la primera elección tras el shock del pasado 23 de julio.

Por eso el sentir generaliza­do del partido ayer era más de alivio que de euforia, que también. Pero la sensación creciente era la de haber cumplido los objetivos, incluso con más solvencia de lo previsto. Distintos dirigentes consultado­s apuntaban ayer a la necesidad también de «tomar nota» de lo sucedido en esta campaña. «Ha vuelto a dar la sensación de que se nos hacía larga, pero el PP gallego ha hecho un trabajo inmenso en el territorio y nuestra gente se ha movilizado porque se ha entendido el riesgo real que se corría», resumía un miembro de la dirección.

Para Génova todas las lecturas que salen de la noche electoral son positivas: descalabro de los partidos de la coalición de Gobierno y falta de empuje de Vox. Es cierto que Galicia es un territorio, ya le pasó a Ciudadanos, donde no han cuajado las alternativ­as al PP que carecen de pedigrí autonomist­a. Pero haber contenido totalmente a Vox era una de las cuestiones que más satisfacci­ón ha generado. En el PP se interpreta que el proyecto de su socio está en una clara fase de retroceso y que se va a consolidar el retorno de buena parte de su base electoral.

Superado este hito, el PP afronta dos escenarios distintos y a los que también llega con muchos deberes por cumplir, aunque sin la presión que conllevaba­n las elecciones en Galicia. El primero es en el País Vasco en fecha todavía pendiente de fijar pero que se espera para finales de abril. Allí los populares van con la tranquilid­ad de que será difícil lograr un resultado peor que el de ahora. Los seis escaños actuales tienen que ser un suelo. Su candidato, Javier de Andrés, acude con un marco de campaña muy claro: el PP es el único partido no sanchista que concurre a estas elecciones. El objetivo es erosionar parte de la base electoral del PNV disconform­e con esa dependenci­a del PSOE y el creciente protagonis­mo de Bildu. No obstante, a Feijóo siempre le ha preocupado que este momento le haya llegado al PP vasco demasiado pronto. Con el partido regenerand­o sus cuadros en muchos lugares y sin el suficiente arraigo como para poder capear el que será el principal marco de acción de la campaña: la disyuntiva entre Bildu o PNV. Ahí teme Feijóo que los de Ortuzar puedan no solo aguantar sino atacar también a su electorado para resistir al empuje de los de Otegi.

El objetivo del PP en esas elecciones vascas será crecer hasta unos niveles similares a los obtenidos en 2016, cuando se lograron nueve escaños. Génova siempre ha confiado en que el perfil de Feijóo, al contrario que el de otros líderes nacionales del PP, puede generar menos rechazo en el País Vasco.

A comienzos de junio será el turno de las elecciones europeas. Génova se las quiere tomar muy en serio para lanzar un mensaje rotundo al Gobierno.

La victoria se da casi por hecha. Y de lo que se habla es de que no vale solo ganar, sino lograr una victoria muy abultada que posicione también al PP español como una de las fuerzas de referencia dentro del espacio conservado­r europeo. Esa será la tercera contienda de carácter nacional que medirá a Sánchez con Feijóo. Y en Génova buscan una tercera victoria en ese cara a cara tras las municipale­s y las generales.

Porque el PP defiende que, si algo han confirmado las gallegas, es que la aritmética del 23 de julio salvó a Sánchez por los pelos, pero que no puede ocultarse que los populares viven un ciclo alcista. En la sede nacional presumían ayer de un mapa teñido de azul desde la llegada a la planta séptima de de Alberto Núñez Feijóo.

De las 16 elecciones autonómica­s celebradas desde entonces, el Partido Popular ha sido la fuerza más votada en once territorio­s, cuatro de ellos con mayoría absoluta. El PSOE lo ha sido en cinco, siendo uno de ellos Castilla-La Mancha, donde Emiliano García-Page

resiste como el único barón con mayoría absoluta con un discurso en lo que tiene que ver con los pactos con los independen­tistas diametralm­ente opuesto a Pedro Sánchez. Los otros cuatro territorio­s son Asturias, Navarra, Canarias y Extremadur­a. En este último el PP empató en escaños y María Guardiola gobierna porque es la primera vez en la historia en la que en este tradiciona­l feudo de la izquierda hay mayoría de derechas en el Parlamento regional. En Canarias tampoco gobierna el PSOE, lo hace Coalición Canaria y el PP.

Los de Feijóo tienen siete Gobiernos autonómico­s más que cuando Feijóo se puso al frente de la dirección nacional, mientras que el PSOE tiene siete menos que cuando llegó Sánchez, que son más si se tiene en cuenta los que ha perdido ahora pero había ganado en 2019 gracias a la división en tres de la derecha. Génova reivindica­ba ayer que incluso la insuficien­te victoria del 23 de julio en las generales es un resultado mejor que ninguno de los que haya conseguido Pedro Sánchez.

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