La industria se debilita con recorte de producción y caída de pedidos
▶Los indicadores de actividad del sector manufacturero están en mínimos y el peso del sector sobre el PIB apenas supera el 15%, lejos del 20% exigido por la Unión Europea
ECONOMÍA
La literatura económica destaca la fortaleza industrial como sinónimo de salud económica: por su aportación a la investigación y el desarrollo, a unas balanzas comerciales más equilibradas, porque sus empleos son de mayor calidad y cualificación y mejor pagados, porque es un sector más productivo y asegura la competitividad a largo plazo y también por su beneficioso impacto en sectores como el comercio y la construcción. Pero el declive de la industria se agudiza en España y con ello se apaga uno de los motores del crecimiento.
El sector industrial acaba de dejar atrás un año negro. A lo largo de 2023 los indicadores de confianza y de los índices PMI de manufacturas llegaron a situarse por encima del nivel 50 en febrero y marzo, pero desde abril siguieron una senda de deterioro, que dejó ese nivel en el 46,3. Los expertos del Hamburg Commercial Bank, el organismo que junto a S&P Global elabora a partir de una encuesta a cientos de empresas industriales europeas al índice PMI, explican que por encima de 50 puntos la actividad sectorial se está acelerando, mientras que por que debajo de ese nivel sufre una contracción. En el caso de España son varios años de deterioro y además coincide con las señales que envía el Índice de Producción Industrial que elabora el INE.
Frenazo en Europa
Según Estadística, la producción de la industrial se contrajo un 0,8% el pasado año arrastrado por el frenazo económico en Europa. Y la caída se produjo tras dos años de crecimiento que, sin embargo, no fueron lo suficientemente intensos como para recuperar por completo los niveles prepandemia. El valor agregado bruto de la industria también se situó a cierre de año un 1% por deba jo. Con la excepción de 2020, año en el que la producción industrial se desplomó un 9,2% por la irrupción del Covid, no se registraban caídas de este indicador desde 2013, cuando retrocedió una media anual del 1,7%.
«En el contexto de caída de pedidos, las empresas están racionalizando su producción y disminuyendo existencias y empleo», alerta el Instituto de Estudios Económicos.
El peso de la industria en la economía sigue prácticamente estancado en el 15%, lejos del soñado 20% que se marcó Bruselas en el Horizonte 2020. En los últimos años el sector secundario ha sufrido como nadie, sin que haya recibido el apoyo extra que han reclamado las organizaciones empresariales y muy afectado por la incertidumbre. Primero, vino el parón de la pandemia. Y después, tras levantar a duras penas el vuelo en la segunda mitad de 2020, llegó la guerra de Ucrania y con ella una espiral de costes difíciles o imposibles de digerir. Las empresas industriales llegaron a ver cómo la factura de los costes energéticos se triplicaba, lo que hizo que muchas de ellas echaran el cierre y a otras, como a las siderúrgicas, pararan la actividad que hacer frente a las facturas.
Castigo a la competitividad
Las organizaciones empresariales llevan muchos años protestando por el diferencial que tiene España en sus costes energéticos respecto a países vecinos como Francia y Alemania y argumentando cómo esa diferencia supone una desventaja que castiga la competitividad, una situación que se agravó por la pandemia. El sector secundario es muy sensible a las fluctuaciones de los precios de la energía, una de las razones que podría explicar el por qué continúa perdiendo relevancia en la tarta que compone el PIB.
Los datos de afiliaciones a la Seguridad Social reflejan que el sector fabril ha perdido 345.359 puestos de trabajo desde que comenzó la crisis financiera, un dato que demuestra la situación delicada por la que atraviesa. A finales de 2008, en plena recesión, el sector daba empleo a 2.748.673 trabajadores. Quince años después la cifra ha menguado a 2.379.853. Y en el mismo periodo el sector servicios ha ganado casi tres millones de puestos de trabajo. De poco más de 13 millones
El declive industrial se agudiza en España de ocupados ha pasado a 15,9 millones
En 2008 el sector servicios tenía un peso en el PIB del 63%, hoy el porcentaje escala por encima del 70% afianzando con ellos la terciarización de la economía y la debilidad de la industria. Esta fragilidad se está produciendo en toda Europa, si bien en España su impacto es menor sobre la economía por el mayor peso que tiene el sector servicios en el modelo productivo local, aunque sí enciende
Las patronales llevan años clamando por el diferencial de costes energéticos respecto a países como Francia o Alemania
todas las alarmas sobre la situación económica, muy comprometida por la subida de los tipos de interés y el encarecimiento de la financiación a familias y empresas y por el estancamiento de las exportaciones y las malas previsiones de las ventas al exterior para este ejercicio, muy influenciadas por la crisis del mar Rojo y el aumento de los costes laborales, tal y como avanzó ABC.
Un pacto de Estado
La organización que dirige Antonio Garamendi lleva años reclamando al Gobierno un pacto de Estado por la industria que permita que su peso alcance el 20% del PIB. En 2021 elevó al Ejecutivo una oferta con 17 propuestas, entre las que figuraba avanzar en la unidad de mercado con la reducción de la burocracia y las trabas administrativas, y garantizar la seguridad jurídica.
Eliminar barreras a la creación y desarrollo industrial y apoyar al crecimiento, la exportación y la internacionalización de las empresas fueron otras medidas. La patronal también planteó mejorar el acceso a la financiación empresarial y reforzar los programas de inversión y colaboración público-privada en I+D+i, además de garantizar el suministro energético a precios competitivos. La rebaja de la fiscalidad fue otra petición.
Muchas han sido las peticiones de las empresas en este sentido, y también muchas han sido las intenciones de los gobiernos de todos los colores, pero nada ha terminado de prosperar y las peticiones han caído en saco roto. No han servido tampoco las distintas crisis económicas para buscar recambio al modelo productivo, apoyado en un sector servicios que ya está dando claros síntomas de desaceleración.