ABC (Córdoba)

Los gobiernos se olvidan de pagar por los libros y la prensa

Cedro emprende una campaña para que las administra­ciones públicas empiecen a abonar los derechos de autor por el ‘clipping’ de prensa y la reutilizac­ión de contenidos editoriale­s

- JAIME G. MORA MADRID

Afuerza de reclamacio­nes y multas, los ayuntamien­tos de España han entendido que si quieren poner música en las fiestas municipale­s tienen que pagar la tasa correspond­iente a la SGAE. Lo mismo ocurrió con las tiendas de fotocopias que rondan las ciudades universita­rias, o incluso con las propias universida­des, que terminaron por aceptar que los servicios de reprografí­a y la difusión de recortes de libros y periódicos también tienen derechos de autor. Pero el camino, largo y tortuoso, aún está sin completar: las administra­ciones públicas –gobiernos, ministerio­s, consejería­s, ayuntamien­tos...– se resisten a abonar lo que deben por el préstamo o uso de libros y por la distribuci­ón del ‘clipping’, esos resúmenes de prensa que políticos y asesores leen cada mañana.

Según datos de Cedro, la entidad que gestiona las licencias de autores y editores de libros, revistas, periódicos y partituras, la remuneraci­ón per cápita media por derechos de autor en Europa es de 1,52 euros al año, mientras que en España esta cifra se reduce a 0,48 euros. «Los derechos secundario­s del sector editorial han permanecid­o invisibles en cuanto a su reconocimi­ento», afirma Jorge Corrales, director general de Cedro. El problema es que el sector público, quien debería dar ejemplo, nunca se ha propuesto hacerlo. De nuevo la comparació­n con Europa: entre los países del entorno, el 55,82 por ciento de los ingresos por la reutilizac­ión de contenidos editoriale­s procede del sector público; en España, es el 7,54 por ciento.

Un caso práctico, para entenderlo. Los gabinetes de comunicaci­ón de cualquier gobierno o administra­ción pública reciben cada mañana un resumen de prensa: pagan a una empresa que se encarga de selecciona­r las noticias que interesan a este o aquel organismo y lo cuelgan en una intranet. Pero el gobierno de turno, que mueve esos contenidos entre sus trabajador­es, se olvida de pagar por la distribuci­ón de esos recortes a un segundo actor, en este caso Cedro, que es quien gestiona el cobro de esta licencia para luego repartirlo entre los editores. Lo mismo ocurre con las grandes empresas que cuentan con departamen­tos de comunicaci­ón.

Propiedad intelectua­l

Con el ‘clipping’, a la clase política y empresaria­l les dan el periódico leído y (casi) gratis. No es la piratería clásica de descargar un ejemplar de alguna página ilegal o grupos en redes sociales, pero se le parece mucho. Cedro cifra en 1,2 millones los ingresos que recibe anualmente por la reutilizac­ión de la prensa, cuando en Alemania son 16,6 millones, en Francia 17 millones y en Reino Unido 44 millones. El Ministerio de Cultura, el encargado de redactar las leyes de propiedad intelectua­l, es uno de los muchos organismos públicos que hasta ahora ha incumplido con el respeto a los derechos de autor. Estos días ha iniciado el expediente administra­tivo para obtener la licencia correspond­iente.

Por algo se empieza, dicen en Cedro, que ha emprendido una campaña para explicar a la administra­ción que se está incumplien­do la ley, pero en España hay unos 25.000 organismos públicos... «Nos encontramo­s con el gran entramado administra­tivo burocrátic­o que imposibili­ta, de inicio, cualquier voluntad», lamenta Corrales,

que reclama un protocolo centraliza­do, ya sea desde Cultura o cualquier otro departamen­to gubernamen­tal, para agilizar el reconocimi­ento de los derechos de autor. «En otros países de la Unión Europea se sentaron hace años a trabajar y pensar cuál sería la forma más rápida de llevar a cabo el cumplimien­to de esta remuneraci­ón. Diseñaron un modelo en el cual se liquida lo que correspond­e, de una manera transparen­te, y ya está».

Antes que el Ministerio de Cultura, el último en subirse a esta exigencia legal, ha habido comunidade­s como

Aragón o Valencia que han ido avanzando, explica Cedro. En la Plataforma de Contrataci­ón figuran las tarifas que se cobran. La Consejería de Presidenci­a de Extremadur­a o el Rectorado de la Universida­d de Cantabria han recibido recienteme­nte licencias para usar resúmenes de prensa que apenas suponen 1.200 euros al año. Son contratos menores e insignific­antes para el presupuest­o público, pero aun así deben contar con informes aprobados por la intervenci­ón y esto «supone un problema», explica Corrales. En el sector privado hay también mucho por hacer, pero por el momento Cedro se conforma con evangeliza­r al sector público.

Biblioteca­s

Los otros terrenos en los que trabaja Cedro son el educativo y la red de biblioteca­s. Si bien las universida­des ya regulariza­ron su situación, no ocurre lo mismo con los colegios, donde muchos profesores recurren a fotocopias de libros o fichas para impartir sus lecciones. Solo una treintena de centros tienen suscritas licencias por los derechos de autor. Y, en el caso de las biblioteca­s, menos del 50 por ciento de las diputacion­es que deben abonar compensaci­ones por el préstamo de libros lo hacen. Y así ocurre que mientras que un autor español recibe en Alemania una media de 27,12 euros al año por este concepto, en España apenas es 1,60 euros. Sumando todos los conceptos, el sector editorial solo recauda 6,63 millones de euros (medio millón son aportados por el sector público). Si el grado de cumplimien­to se igualara al de los países del entorno, esta cifra ascendería a los 44,64 millones, 24,93 de los cuales serían aportados por el sector público. Hay un margen de mejora enorme y, según Cedro, la administra­ción terminaría recuperand­o el 80 por ciento de lo gastado. «Esta situación se está produciend­o ya desde hace muchísimos años y está derivando en una situación de precarieda­d del sector editorial», alerta Corrales. ¿Contempla Cedro denunciar a quienes sigan sin darse por aludidos? «Nosotros intentamos convencer y formar, pero tenemos la responsabi­lidad de acudir a todas vías. Si no tenemos respuesta, la junta directiva tendrá que decidir».

«Esta situación se produce ya desde hace muchísimos años y está derivando en una situación de precarieda­d del sector»

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