ABC (Córdoba)

«No cuento las brazadas, yo nado por instinto»

▶Recién aterrizado del Mundial y en el día de su cumpleaños, la estrella de Doha comparte con ABC las claves de su éxito y su ambición para París

- LAURA MARTA MADRID

Sobresale Hugo González en la sala de llegadas del aeropuerto de Madrid por esos 192 centímetro­s de altura y, sobre todo, porque le brillan en el pecho un oro mundial, en 200 espalda, y una plata mundial, en 100 espalda. Es el día de su 25 cumpleaños, y la celebració­n es especial. Primero, desde luego, es el abrazo con su padre, Juan Miguel, emocionado con lo que ha hecho su chico en Doha y que lo lleva esperando en Barajas también un buen rato. Pero luego llega lo distinto para este nadador que ha revolucion­ado al personal: «¿Puedes morder las medallas?», «mira aquí, por favor», «una más aquí». Es la nueva estrella del deporte español y atiende con paciencia, amabilidad y sonrisa cansada a todas las peticiones. Incluso a la de una niña de dos años, Milagros, que se acerca para darle la mano antes de charlar con ABC.

—¿En qué da tiempo a pensar en 25 segundos, lo que dura un largo suyo?

—En esas pruebas de 50 metros muy poco, muy poco. Lo justo para nadar rápido. La prueba en la que más tuve que pensar fue la del 200 espalda, incluso en la mitad de la prueba cambié de estrategia. Y acabó funcionand­o.

—¿Va contando las brazadas?

—Eso se suele hacer más en estilos simultáneo­s, mariposa y braza, en espalda no tanto. Y más en entrenamie­ntos. Sé que hay nadadores que cuentan mucho todo: brazadas, patadas, respiracio­nes… Yo tiro más por instinto. Analizo bastante más las carreras fuera del agua, pero dentro del agua es todo instinto.

—¿Qué ve ahora en el espejo cuando se mira con esas dos medallas?

—Uy, todavía no he hecho eso. Me preguntan qué sentía, pero ahora mismo todavía no he podido ni reflexiona­r. He nadado cinco pruebas individual­es más el relevo en siete días. A lo mejor ahora en casa tendré media hora después de comer para pensar.

—¿Puede mejorar en algo un campeón del mundo?

—Ninguna de las carreras que he hecho han sido perfectas. Han sido bastante mejores de lo que había hecho hasta ahora, en muchos sentidos, pero no he hecho ninguna carrera perfecta. Así que margen hay.

—¿En virajes, salidas…?

—Sí, y también cosas de fuera: preparació­n, calentamie­ntos, aspecto mental, dudas… Al final influyen muchísimas cosas que no sólo esos 200 metros de competició­n. Es lo que analizarem­os ahora, qué podemos hacer mejor. Ese es el objetivo. Ya hemos nadado más rápido de lo que habíamos hecho nunca, ahora toca repetirlo en París.

—No le afectó mucho no dormir mucho entre una prueba y otra.

—Bueno, en el 200 estilos subí seis segundos mi marca (se ríe). No fue fácil, pero sí más que en Fukuoka; con mi equipo pensábamos que podría hacer los dos 200 (espalda y estilos), pero era muy complicado. Nadamos por la mañana, que es entre comillas normalillo porque estamos acostumbra­dos a competir en esos horarios; pero a las ocho y media de la tarde volvíamos a competir. Teníamos que cenar antes, cambiar muchas cosas y era muy difícil. Y en este Mundial de Doha decidimos apostar por un 200 (el de espalda) en vez de los dos. Ha salido muy bien. Aunque para mí es una pena porque quería nadar también el de estilos –lo nadó porque lo convencier­on, pero no lo había trabajado tanto–. Me hubiera gustado ver a qué nivel estoy con los mejores, pero es el calendario y no puedes hacer mucho más.

—Se entrena en California desde hace cinco años, y continuará ahí hasta París pagándosel­o usted, ya sin las becas de estudios. ¿Qué le aporta California?

—Muchísimas cosas. Si tengo que resumir diría que el nivel de ambición, el nivel de competitiv­idad que hay cada día, que es muy difícil de encontrar en otro sitio.

—¿Y en la parte personal?

—Confianza plena. Esto ha salido ahora, pero llevo ya unos años dudando yo mismo de si podría acercarme a algo similar, y es la misma cantidad de años que lleva mi entrenador (Dave Durden) diciéndome que era capaz desde el principio. Si cada vez que dudas, tienes a un entrenador y a tus compañeros que están cada día diciéndote que puedes hacerlo, al final, si todo va bien, algún día va a salir. Estoy rodeado de mucha gente, es un grupo de 30 o 40 nadadores que entrenamos todos juntos y te dan confianza.

—En 2021 fue campeón de Europa, pero no optó a unas becas porque no estaba en el Centro de Alto Rendimient­o. ¿Estas medallas pueden ser un toque de atención para la gestión de la natación española?

—Yo creo que sí, y no por las medallas en sí, sino más por el enfoque. Me preguntaro­n hace un tiempo qué era distinto con respecto a España y lo repi

Mejoras «No he hecho ninguna carrera perfecta, por calentamie­nto, preparació­n mental... así que margen hay»

California «Llevo años dudando de si lo lograría, el mismo tiempo que lleva mi entrenador diciéndome que era capaz»

to: hay muchas cosas que se pueden mejorar en España y creo que una de ellas es el cambio. Si haces lo mismo siempre, siempre vas a tener los mismos resultados, es lo normal. Con José Ignacio González Taja, mi entrenador, lo estamos haciendo muy bien en Madrid y está funcionand­o. Y estamos cogiendo mucha confianza y muchas ganas de seguir.

—¿Qué pasó con esas becas?

—Decidieron incluirme otra vez y ahora está saliendo bien. Lo que quiero es que se confíe más tanto en mí como en mis compañeros, aunque no estén en el Centro. Hay que apostar por todo: por centros, por clubes y por programas que funcionen.

—¿Cuál será su planificac­ión para llegar a París en otro pico de forma como este?

—Seguiremos el mismo plan. Analizarem­os ahora lo que hemos hecho bien e intentarem­os mantenerlo, que no sea algo que ha salido bien ahora en febrero. Seguiremos con todo lo que hemos hecho bien para que se repita en París; y todo lo que es mejorable, que se sume. El objetivo es nadar más rápido de lo que lo hemos hecho ahora, buscar mejores marcas personales y eso nos llevará a donde nos lleve.

—¿Qué escucha por los cascos cuando sale?

—Voy cambiando de canciones. Tengo como una secuencia. Cuantos menos minutos quedan para la carrera, son canciones más motivantes, más agresivas. Antes estoy con música, pero no es por escucharla, sino para no distraerme. De esta forma me resulta muy fácil estar centrado en lo que tengo que hacer y no estar mirando a mis rivales o estar pensando en dudas o en cosas que pueden salir mal.

—¿A cuánto le va el corazón en el poyete antes de saltar?

—A bastante. En el campeonato de España de piscina corta, que fue en diciembre, llevaba un dispositiv­o que me medía el pulso y antes de competir mis compañeros, que lo veían en las pantallas en la grada, me dijeron que estaba como a 180 justo antes de saltar. Creo que no es lo ideal, lo ideal es tenerlo un poco más bajo, pero depende de cada carrera. Pero sí que sube bastante, sí.

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EFE

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