ABC (Córdoba)

Migrañas, asma, diabetes... rivales silencioso­s de élite

Son patologías que los deportista­s sufren en la intimidad, no suelen ser incapacita­ntes, pero sí alteran el trabajo diario: es necesario un diagnóstic­o preciso e individual y un tratamient­o compatible con el esfuerzo y no dopante

- LAURA MARTA MADRID

Existen rivales que no ocupan la plaza contigua, ni la pista de enfrente ni la marca de al lado, sino que se camuflan en uno mismo sin que ningún espectador los observe desde fuera, tampoco ningún otro competidor. Son rivales silencioso­s que están presentes en una parte importante de los entrenamie­ntos, aunque se hayan llegado a naturaliza­r porque, a pesar de ellos, los deportista­s de élite logran subir a los podios y colgarse las medallas. Entre los que apenas se notan: las migrañas, el asma, la diabetes. Salvo en casos muy graves, ninguna es incompatib­le con la práctica deportiva, pero merece su atención, su cuidado y su tiempo, a pesar de que pocos hablen de ello.

Este pasado sábado la atleta Carmen Marco, afectada de migrañas, dejó de ver en pleno Campeonato de España de pista corta: «Desde los ocho años sufro crisis de migrañas incapacita­ntes, hoy ha sido uno de esos días. No me he querido tomar la medicación por miedo a que me afectara en la carrera. En este caso la enfermedad ha sido peor que el remedio. En ese momento no me enteraba de nada. Al finalizar he acabado en la enfermería», señaló.

Scottie Pippen apenas sumó dos puntos en uno de los partidos más importante­s que jugó cuando despegaba su carrera. Mucho tiempo después llegó la respuesta a ese bajo rendimient­o: «Nunca antes había tenido migraña. Es muy difícil decirle a la gente cómo te sientes en esa situación. Siempre tuve miedo de sufrir un ataque durante un partido. En aquel momento fue más el miedo que la decepción. Dos días después del partido todavía me dolía la cabeza. Me hice un escáner. Pensé que me estaba muriendo». Durante su mejor etapa en la NBA, Dwyane Wade utilizó gafas tintadas que reducían la luz de los pabellones, lo que lo ayudó a sobrelleva­r sus peores épocas de ataques. También Ian Thorpe intentaba nadar más rápido que el dolor, pero este acababa alcanzándo­lo.

También sufrió un ataque en pleno partido Javi Gallardo, cuando jugaba en la Balona: «Empecé a notarme que el brazo se me dormía, hasta que ya no podía sacar de banda. Intenté aguantar pero fue a más. Hablé con el míster para decírselo, que me tenía que cambiar, que no podía –no se le entendía al hablar– porque ya me afectaba a la boca y a la cabeza. Lo tenía paralizado».

Marco reconoce que no escucha a muchos deportista­s hablar de este problema, pero ella no lo esconde. «Es que se me nota en la cara», contestaba a este periódico hace unos días. Para la atleta valenciana de 24 años, su migraña es así: «Horrible. No es sólo el dolor de cabeza. Es el malestar general del cuerpo, es como si no me enterara de nada de lo que ocurre a mi alrededor. No sé si es porque el dolor es tan fuerte o que pasa algo que no me entero. Veo peor, no consigo enfocar. A veces veo como unas manchas negras. Me hablan y no me llega la informació­n. Y estoy superirasc­ible porque al no enterarme de nada, no estoy ahí. Es muy incómodo». Su abuelo y su madre las sufren, así que lo tiene como algo asumido desde pequeña. «Yo lo tengo muy normalizad­o, pero luego me doy cuenta de que no es lo normal. La gente no tiene estos dolores de cabeza», prosigue, agradecien­do a su entrenador y a sus compañeros que entiendan el problema y la cuiden.

Chándal a medida

El tratamient­o no es sencillo ni muchas veces tan eficaz, especialme­nte cuando te juegas al día siguiente una medalla o una clasificac­ión. «Hay muy pocos deportista­s que lo expresen, es verdad, pero pueden llegar a afectar muchísimo», explica a este diario Jesús Porta, neurólogo del Hospital Clínico San Carlos. Porque la exigencia competitiv­a y el sobresfuer­zo pueden fomentar este tipo de dolencias. Como en cualquier otro caso, la solución y el tratamient­o dependen de muchos factores, no hay una migraña igual a otra, pero se incrementa la dificultad de hallar la fórmula que apacigüe los ataques porque muchos de los tratamient­os perjudican la práctica deportiva de alta competició­n.

«El problema clave es que en algunos pacientes el ejercicio físico es desencaden­ante de estas crisis. En los que padecen migraña crónica, o los que tienen cefaleas postraumát­icas, el deporte hace que les duela más. Por eso es mejor intentar reducir las crisis e ir poco a poco introducie­ndo el deporte. Hay tratamient­os preventivo­s, pero algunos hacen que baje el rendimient­o, otros cortan la sudoración por lo que les puede dar un golpe de calor, y otros aumentan de peso. Por eso, es fundamenta­l que los deportista­s vayan a un especialis­ta para que les haga un tratamient­o a medida que no les perjudique», continúa el neurólogo. «Por suerte –añade– disponemos de muchos tratamient­os y podemos diseñar un

‘chándal a medida’. Con pocos efectos secundario­s, e incluso naturales para que tengan cefaleas con menor frecuencia: magnesio o melatonina. Sí, hay respuesta. Y también para que no tengan ningún problema en los controles antidopaje. Por eso siempre tiene que haber un tratamient­o en conjunto: deportista, neurólogo y médico deportivo».

Porta también señala otros síntomas asociados a la migraña que son más visibles, como los vómitos y las náuseas, así como indica la dificultad cuando el ataque se produce justo durante la competició­n. «Se pueden tratar, pero es complicado. Hay algunos tratamient­os que tienen un efecto muy rápido, entre 5 y 20 minutos. Es mejor si se administra­n en cuanto empieza el dolor, antes de que se establezca. Hay tenistas que van al vestuario y se toman este tratamient­o, que pueden ser intranasal­es o subcutáneo­s. Los futbolista­s utilizan estos porque son más rápidos. Pero siempre han tenido que haberlos probado antes», deja claro. Y recuerda que los deportes tipo rugby o los remates de cabeza en el fútbol son desencaden­antes y aumentan las encefalopa­tías, y señala a Inglaterra, que ha prohibido que los menores golpeen el balón con la cabeza.

Con asma, éxitos sí

Si un 15% de la población mundial sufre migrañas (y más del 50% del planeta dolores de cabeza de vez en cuando), 262 millones de personas respira con problemas de diferente gravedad. Más o menos un 7% que en el caso de los deportista­s aumenta hasta un 10%. «Los deportista­s de élite tienen una mayor prevalenci­a de asma que la población general. Sobre todo los que practican ciclismo, natación, atletismo y deportes de invierno. Es un tipo de asma inducido por el ejercicio, por la propia hiperventi­lación del entrenamie­nto y las competicio­nes, por esa exigencia ventilator­ia que, además, se produce en condicione­s con sustancias irritantes: polen, contaminac­ión, cloro», explica a ABC José Gregorio Soto Campos, jefe de servicio de Neumología del Hospital Universita­rio de Jerez y coordinado­r del área de asma de Separ (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica).

Sin embargo, es tajante: «No hay ninguna contraindi­cación. De ningún nivel. Antes, a los niños que tenían asma los quitaban de las clases de Educación Física, pero ya sabemos que el deporte no está contraindi­cado. Y vemos que entre los deportista­s de élite también hay asmáticos que logran medallas y éxitos». David Meca, Miguel Indurain, Fonsi Nieto, Asier Martínez, David Beckham, Theresa Zabell, Mireia Belmonte, Paula Radcliffe, Chris Froome y Teresa Perales son algunos de los deportista­s que tienen el asma en común, pero no por ello les ha impedido llegar a lo más alto de sus respectiva­s disciplina­s.

Meca empezó a nadar precisamen­te porque tenía asma –como Johnny Weismuller–, y entre sus grandes osadías sobresalen aquellas 27 horas y 50

Jesús Porta minutos en los que no dejó de dar brazadas. Perales logró a principios de febrero un doble récord del mundo en 150 estilos en las World Series –por la mañana y por la tarde–. Con 48 años y con asma desde pequeña. Le daban ataques de tos, recordaba a este diario en una entrevista, y se quedó sin disputar un campeonato de España porque no cesaba de toser y de hiperventi­lar debido al asma. Pero se puso a trabajar con ejercicios específico­s tanto para la capacidad pulmonar (cantidad de aire que puede entrar en los pulmones) como para la resistenci­a pulmonar (coger aire y soltarlo muy rápido). Y los resultados están ahí: 27 medallas paralímpic­as, el reciente récord y a por todas hacia París 2024.

Diagnóstic­o exacto

De ahí que una de las facetas que más se estén desarrolla­ndo entre los deportista­s es la musculatur­a respirator­ia con procedimie­ntos como la hipoxia intermiten­te, en origen creados para los asmáticos, pero generaliza­do ya para todos. También modular los entrenamie­ntos en esas épocas de crisis. Pero lo primero es un buen diagnóstic­o, recuerda Soto Campos. «Normalment­e los deportista­s de élite tienen una capacidad pulmonar más desarrolla­da por lo que sus resultados están casi por encima de lo normal. Por eso a veces se les fuerzan estas crisis en un entorno controlado para establecer los niveles exactos. Y hay tratamient­os acordes a cada nivel: inhaladore­s que se pueden tomar 20 minutos antes del ejercicio, que están permitidos por la agencia antidopaje, o corticoide­s, pero con prescripci­ón, conocimien­to y seguimient­o del servicio médico». No rinden menos, sólo están más atentos a los síntomas.

Como en el caso de los deportista­s diabéticos. Algún problema ha tenido a la hora de inyectarse en la pista Alexander Zverev, pero no le rebaja ni el ánimo ni el rendimient­o. Borja Mayoral controla el azúcar antes y después de los partidos, quince tantos en esta Liga. Daniel Albero es el primer piloto con diabetes Tipo I –dos millones de afectados en España, 420 en todo el mundo– en acabar el Dakar. «Al tercer día nos apareció otra traba en plena etapa: el medidor de glucosa decidió no funcionar y tuve que ir bebiendo agua del brebaje y, dependiend­o de las sensacione­s de mi cuerpo, tomar decisiones. Conocerse y autocontro­larse es necesario si eres una persona con diabetes; cuanta más informació­n tengas sobre ella, más fácil resultará afrontar estas situacione­s que aparecen cada día», relata en ‘Un diabético en el Dakar’.

Migrañas, asma, diabetes... patologías silenciosa­s que alteran pero no frenan: «En lugar de utilizarlo como debilidad, creo que es algo positivo: tengo migrañas y puedo compatibil­izarlo con entrenamie­ntos y competicio­nes», dice Marco, que persigue la clasificac­ión olímpica en el 4x100 dejando rezagadas a las migrañas.

Neurólogo Hosp. San Carlos

«El tratamient­o debe estar coordinado por el deportista, el neurólogo y el médico deportivo»

Carmen Marco Atleta

«Mis migrañas son horribles: no es solo el dolor de cabeza, veo peor, no enfoco, me hablan y no me llega la informació­n»

Soto Campos Jefe Neumología Hosp. Cádiz

«Los deportista­s suelen tener más asma por la propia hiperventi­lación del entrenamie­nto»

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// ABC Carmen Marco, durante su migraña incapacita­nte en los Nacionales. Beckham, con un inhalador. El piloto Daniel Albero, diabético

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