Vingegaard, un gallego más en O Gran Camiño
Al margen de la espectacularidad paisajística, la crueldad de las pendientes interminables o la amplia amalgama de héroes que alimenta su vieja y ancha historia, tal vez este deporte tenga un porvenir sano por ser natural y cotidiano. En el ciclismo es posible la existencia sin guardaespaldas, convivir con gigantes como el Visma o el Ineos en el mismo hotel, toparse de bruces con un bicampeón del Tour de Francia como Vingegaard en la recepción, café en mano, e intercambiar una sonrisa corriente. Son mortales los ciclistas y como tal se comportan, porque el protagonismo cercano a la deidad corroe, de momento, a otras prácticas deportivas.
Sin embargo, la espontaneidad, la calma incluso, que desprende el prodigio danés en La Coruña sorprende a propios y extraños. En la víspera de la contrarreloj con principio y fin en la Torre de Hércules que abre hoy esta tercera edición de la neófita prueba por la abrupta orografía gallega, Vingegaard no es ese tipo frío, serio y quizá nervioso que aparenta ser en las grandes vueltas. Pisa Jonas la rueda de prensa, observa a los pocos periodistas desplazados y conversa con ellos con gozo, como si ninguna cámara estuviera grabando. «Mi motivación es montarme en la bicicleta de nuevo y ganar carreras, por eso quiero volver a vencer en Galicia; disfruté mucho la carrera el año pasado a pesar del mal tiempo», responde el líder del Visma a este periódico. La simpatía que el escalador adquirió el curso pasado por la carrera gallega ha sido clave para su regreso; es más, reconoce que ha diseñado su inicio de temporada para comenzarla exactamente en O Gran Camiño en su larga preparación para lo realmente importante, la defensa de la corona franca: «Es mi objetivo principal, claro. Espero que Pogacar esté al máximo pese a venir del Giro. También compito contra Evenepoel y Roglic... Será el Tour más complicado por el nivel de los rivales».