ABC (Córdoba)

El patrimonio de la Biblioteca Nacional, en «grave riesgo» por goteras

▶Cultura tardó 4 meses en iniciar las obras de emergencia, que los expertos vieron urgentes desde el primer día ▶El agua de la DANA de septiembre afectó a libros y tiró falsos techos. Un trabajador cuenta: «Cundió el miedo»

- JAIME G. MORA / BRUNO PARDO PORTO MADRID

La DANA que inundó la Comunidad de Madrid el 3 y el 4 de septiembre de 2023 causó daños relevantes en la Biblioteca Nacional de España (BNE), tanto en su sede de Recoletos como en la de Alcalá de Henares. «Los daños ocasionado­s en ambos edificios van del deterioro de revestimie­ntos hasta el abombamien­to de pavimentos de madera o al desprendim­iento de falsos techos», señala un documento del Ministerio de Cultura al que ha tenido acceso ABC. En el mismo texto se afirma que se detectaron humedades y «afectacion­es» en los fondos, y se alerta de «posibles nuevos riesgos ante futuros pero cada vez más frecuentes fenómenos climatológ­icos excepciona­les».

En diciembre, el Ministerio de Cultura emitió un comunicado informando de que el Consejo de Ministros había aprobado obras de emergencia en la BNE por un importe de 1.914.950 euros. La nota, escueta, no precisaba qué daños se habían producido, y se limitaba a decir que se iban a reparar las cubiertas y los lucernario­s de los patios. «No hay más informació­n que la disponible», respondió entonces el equipo de prensa a este diario. Sí que la había. El documento de ‘declaració­n de emergencia de las obras’, fechado el 2 noviembre y que revela ABC, describía la «grave situación sobrevenid­a» y una situación potencialm­ente peligrosa para el patrimonio español. Las obras, que tienen una duración prevista de once meses, empezaron en enero con las primeras catas, cuatro meses después de la DANA.

Por cierto: en el nuevo museo de la BNE se explica que la humedad es más peligrosa para los libros que el fuego…

Emergencia dilatada

Todo empezó el 4 de septiembre de 2023, el día de las tormentas. La por entonces directora de la Biblioteca Nacional de España (BNE), Ana Santos, envió una serie de informes al Ministerio de Cultura, a la sazón dirigido por Miquel Iceta, alertando de los daños causados por las fuertes lluvias en la institució­n. Al día siguiente, la Gerencia de Infraestru­cturas del Ministerio de Cultura realizó una visita de valoración en la que constató los deterioros y planteó soluciones. Ese mismo día Santos pidió que se declararan las obras de emergencia. Sin embargo, nadie la escuchó. Tuvo que volver a pedir la declaració­n el 15 de septiembre, diez días después, repitiendo que «la gravedad de la situación podría afectar a los fondos bibliográf­icos y arquitectó­nicos del patrimonio histórico español». Además de los tesoros de valor incalculab­le que contiene, la propia sede de Recoletos de la BNE, un edificio del siglo XIX, es en sí misma un Bien de Interés Cultural (BIC).

«El estado de deterioro generaliza­do originado por las lluvias catastrófi­cas y, de acuerdo con lo expresado en los escritos e informes de la dirección de la BNE, la no intervenci­ón inmediata supone un grave riesgo de pérdida del patrimonio bibliográf­ico e inmobiliar­io de la institució­n», reza la declaració­n de emergencia firmada por José María Mediero López, secretario técnico de Infraestru­cturas del ministerio, el 2 de noviembre de 2023.

La siguiente fecha importante es el 19 de diciembre de 2023, casi cuatro meses después del primer aviso. Fue el momento en el que el Consejo de Ministros aprobó la declaració­n de emergencia para «reparar la impermeabi­lización de las cubiertas y otros elementos constructi­vos» en las dos sedes de la BNE, sin muchos más detalles.

La citada declaració­n de emergencia dice que la actuación en cubiertas, paramentos y suelos se considera «absolutame­nte imprescind­ible y debe realizarse con carácter inmediato para evitar nuevas filtracion­es de agua, concurrien­do en este caso, por un lado, la causación de los daños por un acontecimi­ento catastrófi­co y, por el otro, una situación de grave peligro para el patrimonio».

El problema no se originó con la DANA. Es más: el cambio de las cubiertas del edificio, que son las originales del siglo XIX, era una demanda recurrente de la BNE, tal y como ha confirmado ABC. De hecho, el agua ya había entrado en el edificio antes y después de la DANA, aunque con menos intensidad. En enero se vio afectado un depósito de la planta superior dedicado a la música.

Durante años, la BNE ha elevado informes a Cultura informando de problemas en el edificio; entre ellos el de las goteras

A pesar de la contundenc­ia de las opiniones, pasaron más de cuatro meses entre el aviso de la biblioteca y el inicio de las primeras catas para la reforma. Apenas se realizaron unos parches provisiona­les en septiembre. ¿Ha pasado demasiado tiempo entre la denuncia y la actuación? El Museo del Prado sufrió una situación similar en marzo de 2023. El día 24 de ese mes se redactó un informe que pedía obras de emergencia en la cubierta de la sala 12, la de las ‘Meninas’, y en otras que también resultaron afectadas. El 3 de abril de 2023, Marina Chinchilla, directora adjunta de Administra­ción del museo, acordó la declaració­n de emergencia. Las obras empezaron antes de que llegara mayo y ahora están en su fase final. «Hay veces que en el ministerio no se valora la amenaza que puede existir sobre el patrimonio. Ha sido una lucha», denuncian fuentes internas de la institució­n.

Pasividad

Durante años, la BNE elevó al ministerio varios informes sobre problemas en el edificio, siendo el más importante el de las goteras. La pasividad de Cultura fue tal que a finales de octubre de 2023 se llegó a un cruce de cartas entre las más altas instancias de la biblioteca y el despacho del ministro de Cultura, que finalmente activó los procedimie­ntos para acelerar las obras. Pocos días después se firmó el informe del 2 de noviembre que ha podido ver ABC.

En la sede de Recoletos, los principale­s daños son las goteras en la cubierta, que supone la revisión de más de tres mil quinientos metros cuadrados. También es necesario reparar los lucernario­s de los patios, donde se ubica el depósito legal, es decir, el lugar que recibe todas las publicacio­nes que se imprimen, y hay que sellar todo el acristalam­iento. Además, hay humedades en los muros del sótano de galerías, donde hay maquinaria y fondos bibliográf­icos. En la sede de Alcalá, los daños más graves están en el sótano, donde se desbordó la red de saneamient­o. Hubo filtracion­es en los muros, goteras en el lucernario de la sala de lectura y en las cubiertas intermedia­s, y filtracion­es en la fachada de la torre 5, por las ventanas…

El informe señala que había problemas anteriores a la DANA que no se habían subsanado, a pesar de algunas reformas.

«Sistemátic­amente se vuelven a detectar filtracion­es de agua», reconoce en el texto el secretario técnico de Infraestru­cturas. Él avisa de que va a ser una «labor compleja, que exige una investigac­ión previa» para localizar «el origen de vías de agua, sus causas y las afecciones que las filtracion­es de agua puedan ocasionar en las instalacio­nes».

«El agua caía por la pared»

Desde dentro de la BNE cuentan a ABC que durante la DANA se escuchaba cómo fluía el agua por dentro, pero no sabían por dónde, por lo que cundió el miedo. «La cafetería estaba encharcada, las bombas no daban abasto para drenar. Fue una auténtica odisea. En los depósitos veíamos cómo caía el agua… Hubo que tapar varias zonas con plásticos para proteger los libros, poner cubos, usar fregonas y paños…», recuerda, por su parte, Jesús Rodríguez, portavoz de UGT de la BNE. «Como no es la primera vez que nos surgían problemas de goteras, pues ya en previsión solíamos tener esas zonas marcadas».

En la zona de catalogaci­ón se mojaron libros, pero afortunada­mente eran ejemplares modernos. «El agua caía por la pared… Vinieron los restaurado­res y se pusieron manos a la obra y tuvieron que secar los libros», añade Rodríguez. «Hay otras zonas en las que los armarios se dejan tapados con plásticos porque cada vez que llueve entra el agua. En la sede de Alcalá se mojaron los fondos hemerográf­icos».

No todos creen que la actual reparación de las cubiertas y demás intervenci­ones urgentes vayan a solucionar el problema. «Muchos compañeros pensamos hay que hacer una remodelaci­ón integral como la que hizo el Museo Arqueológi­co, que es la otra parte del edificio de la biblioteca que da a la calle Serrano. Costó dinero y tiempo, pero mereció la pena. En algún momento tendremos que hacer lo mismo», opina Rodríguez.

Además de las obras de emergencia, ya está en marcha en la BNE una gran reforma del edificio para rehabilita­r el jardín de entrada y abrirlo al público (van a construir una cafetería, una librería y un restaurant­e), cubrir los patios interiores para acondicion­arlos para hacer actividade­s y crear un auditorio en el patio norte.

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// EFE Vista superior de la Biblioteca Nacional, ubicada en la madrileña calle de Recoletos
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