«Hay que volver a los traumas de la infancia»
El guionista reivindica la importancia de ajustar cuentas con el pasado en ‘El camino a casa’ y ‘Vuelve a amar tu caos’
Albert Espinosa habla con la ilusión de un niño con zapatos nuevos. De hecho, ahora estrena un par: la segunda temporada del programa ‘El camino a casa’ (La Sexta), y el libro ‘Vuelve a amar a tu caos y el roce de vivir’ (Grijalbo), la continuación de uno de sus éxitos literarios, ‘El mundo azul’.
Ambos están conectados, aunque el escritor no se percató hasta que han coincidido sus promociones. «Soy de los que cree que somos traumas de la infancia. Algo nos ocurrió y ahí está parte de lo que somos. Lo que nos quitaron, lo que nos arrebataron, lo que no conseguimos o lo que sentimos en aquella época está luego en parte en nuestra versión adulta y en cómo miramos el mundo y a las personas. Y yo creo que de alguna manera hay que volver allí», afirma Espinosa a ABC.
Los protagonistas de ‘El camino a casa’ lo hacen en sentido literal; los de ‘Vuelve a amar a tu caos’, en el figurado. Las emociones desbordan ambos. En el programa, Espinosa recorre junto a famosos el trayecto que hacían de casa al colegio en su infancia. Ya lo han hecho Máximo Huerta y Roberto Leal. En los próximos capítulos aparecerán Alaska, Norma Duval, David Bustamante y Manuel Díaz El Cordobés. De momento, la audiencia les respalda, por lo que el presentador no descarta una tercera temporada.
«Hay un momento, cuando los invitados están en el colegio o en el patio, en el que ya se olvidan de que están en una entrevista y realmente creen, y yo lo noto, que estamos haciendo su camino a casa», cuenta. Las lágrimas suelen marcar ese punto. «Creo que eso es lo bonito de la televisión. Ver a alguien abrirse en canal y contarte parte de su dolor, de sus miedos. El programa va de esto, de cómo conseguiste ser quien eres a pesar del roce de vivir», corrobora.
De los estragos de esa fricción se ocupa en ‘Vuelve a amar a tu caos’. En esta ocasión, Espinosa lleva a cabo su particular versión de la magdalena de Proust a través de la memoria. Y el viaje hasta el epicentro emocional, que comienza cuando un canguro llega a la casa en la que ha sido contratado por cuatro noches, se hace a ritmo de baile. Su origen está en una obra teatral que escribió cuando era veinteañero, ‘4 bailes’. «Son cuatro personajes que están perdidos y que, poco a poco, encuentran el ritmo que quieren llevar acompasados», indica Espinosa.
Del tango al vals
Por eso divide la novela en cuatro bloques, el primero es un tango porque, según el autor, introduce una historia. Después van el bolero, el rock & roll y el vals. «Creo que siempre hay un momento en la vida en el que te pasan cosas tristes o extrañas seguidas como en un bolero; otro en las que es ajetreada, muy rock and roll, y otras veces llegas a un punto vals, en el que todo lo tienes claro y te sabes bien los pasos», apunta.
Espinosa cuenta que es una historia a la que ha cogido cariño con el tiempo (tanto, que ya tiene listo incluso el guion de una posible adaptación cinematográfica). Un poco como él mismo va presentando a los protagonistas en el libro. «Me gustaba la idea de que viéramos unos personajes por la carcasa, como cuando contratas a un canguro para que cuide de otro. Seguramente lo que te interesa es, sobre todo, el aspecto exterior. Confías en esa persona porque la primera impresión te gusta. Y no hay segundas oportunidades para las primeras impresiones», asevera.
A medida que avanza la novela, se va descubriendo que todos los personajes tienen algo oculto, que es precisamente el conflicto que les mueve. El que quedó clavado en la infancia y al que hay que volver para reconectar. Espinosa lo resume en una frase de ‘El mundo azul’: «‘Pensando se crean los problemas y bailando se solucionan’. Así ven claro cuál es el camino que quieren tomar».