Beatificar a Isabel la Católica
Se estudian dos supuestos milagros atribuidos a la intercesión de la Reina
Los miembros de la Comisión de la Causa de Beatificación de la Reina Isabel la Católica aterrizarán mañana en Roma para conmemorar el 520 aniversario de los funerales romanos de la reina y para encontrarse en la audiencia de los miércoles con el Papa, además de otras visitas privadas. La diócesis de Valladolid es responsable del proceso por ser Medina del Campo la localidad en la que la Reina falleció el 26 de noviembre de 1504. La peregrinación estará presidida por Monseñor Luis Argüello, que le ha dado un aliento singular a este proceso.
Esta Causa no es una causa política, ni debe ser instrumentalizada políticamente. Es un proceso eclesial cuyo objetivo es el reconocimiento de que la Reina Isabel vivió las virtudes de la fe en grado heroico. El 6 de noviembre de 1990 se produjo la aprobación de la ‘Positio historica’. Una vez que se concluyó la investigación de más de cien mil documentos, se concluyó que «no se encuentra un solo acto, público o privado de la reina que no esté inspirado en criterios cristianos y evangélicos». El episcopado español, por carta de su entonces presidente, el cardenal Suquía, solicitó, junto con 22.000 cartas postulatorias, que se agilizaran los trámites. La respuesta fue que existían razones para un tiempo de estudio y reflexión. Un tiempo que continúa pese a que en noviembre de 2002, el prefecto de las Causas de los Santos, cardenal Saraiva, dijera que la causa «no está cerrada, camina».
El actual estudio de dos supuestos milagros atribuidos a la intercesión de la reina, y las circunstancias históricas presentes que propician que Isabel I de Castilla sea propuesta como modelo de mujer, madre y gobernante preocupada por la dignidad de sus súbditos, en particular de los nativos de América, alientan un nuevo momento en este proceso. Quizá el hecho de que el Papa Francisco sea el primer papa latinoamericano pudiera suponer un empujón al reconocimiento de la coherencia entre fe y vida de quien, como escribiera el historiador Manuel Fernández Álvarez, «es uno de los personajes más grandes de nuestra historia, sino el más grande».