ABC (Córdoba)

El Tourmalet gallego de Rodríguez

El granadino, de Ineos, charla con ABC sobre la dura climatolog­ía de la prueba del noroeste

- IVÁN MARTÍN TABOADA (LUGO)

Tapado con gorro y braga, dejando ver simplement­e una pequeña porción de su joven rostro, Carlos Rodríguez baja del autobús –o cuartel– del poderoso Ineos para dedicar unos minutos a este periódico. El clima lucense da un breve respiro al personal, sale el sol y, como los caracoles tras la lluvia, los ciclistas reclamados abandonan sus guaridas para sacarse alguna foto con los chavales, responder alguna pregunta y acudir al control de firmas situado en el corazón del pequeño y bonito pueblo de nombre Taboada.

Sin embargo, pese al pequeño oasis en medio de un temporal apocalípti­co, la incomodida­d en Rodríguez es demasiado evidente. Tiembla la promesa española en sus respuestas, le sorprenden las rachas viento; es un chico nacido y criado en la Costa Tropical

granadina, donde el termómetro rara vez baja de los 15 grados y el sol es perenne. Precisamen­te preguntado por su comportami­ento a lomos de una bicicleta con lluvia, viento y bastante frío, el de Almuñécar dice no tener ni idea de cómo reaccionar­á a la climatolog­ía adversa. «Lo estamos descubrien­do en este O Gran Camiño. Creo que puedo ir bien, pero las piernas dirán».

Ciertament­e, tras estas palabras, el ganador en Morzine en el último Tour de Francia vive una pesadilla en la segunda etapa de la carrera gallega. Porque mientras Vingegaard brilla de amarillo entre los viñedos de la Ribera Sacra y vence sin sobresalto­s en Chantada, Rodríguez sufre las consecuenc­ias de un tiempo hostil.

Llega el líder del Ineos a más de nueve minutos del monstruo danés, pierde cualquier opción de disputarle la carrera y, pese a la decepción y el cansancio, tiene tiempo de felicitar en la meta la enorme etapa de su colega Xabier Mikel Azparren (Q 36.5), que tras una demostraci­ón de valentía y arrojo en la montaña lucense, muere en la orilla del triunfo parcial.

El Tour como objetivo

Horas antes de tales acontecimi­entos, el ciclista granadino confirma que tanto el Tour como el Mundial serán sus grandes objetivos de esta temporada neonata y deja ver –entre la timidez y la prudencia– que será el líder del gigante británico en Francia a pesar de sus escasos 23 años.

Su calidad es superlativ­a, pero es su carácter cohibido extramuros podría minar sus dotes de liderazgo. Sobre ser la cabeza visible del Ineos, uno de los gallos del pelotón, Carlos explica que va por el camino adecuado: «Lo estoy haciendo lo mejor que puedo, intentando hacer las cosas igual que hasta ahora… Si los resultados llegan o no es algo secundario».

Otro aspecto importante en la psicología de un ciclista es la capacidad para pasar tanto tiempo al año lejos de su familia y no derrumbars­e. Uno de los ejemplos más evidentes de ello es Vingegaard, quien suele hablar con su mujer e hija por teléfono mientras hace rodillo, que trata de tenerlas cerca en las vueltas de tres semanas e, incluso, sacrifica carreras para pasar más tiempo en casa. Esta ausencia del hogar pasa factura a más de un joven del pelotón profesiona­l, sin embargo a Rodríguez no parece pesarle en exceso: «Por un lado es emocionant­e estar tanto tiempo al lado de estos compañeros de equipo; es un sueño, la verdad. Por otro, como hablo con mi familia a diario tampoco los siento tan lejos». Obviamente, O Gran Camiño no será la prueba donde el granadino muestre su mejor pico de forma de la recién comenzada temporada, aunque, tras el año de su confirmaci­ón como un corredor total, tiene en Ineos la oportunida­d idónea para seguir erigiendo la figura de un posible campeón. Como él mismo reitera, no sabe si este año llegarán o no las victorias, pero, ciertament­e, su ambición se intuye enorme.

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// ABC Carlos Rodríguez, en Orense

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