Un paso adelante para las técnicas genómicas
n unas semanas de intensas movilizaciones del campo, se han producido algunos hitos que han pasado casi desapercibidos. Por ejemplo, el paso dado por las técnicas genómicas para poder ser utilizadas por nuestros agricultores. El Parlamento Europeo ha ratificado la propuesta de la Comisión para que no se sometan en su totalidad a los complejos procesos de los organismos modificados genéticamente (OMGs), lo que durante décadas ha impedido el cultivo de casi la totalidad de ellos. Por cierto, disponibles en el resto del mundo donde son cultivados con normalidad y seguridad.
Sin embargo, el camino aún tiene escollos. El primero el Consejo Europeo, que por el momento lo mira de reojo. Además, las posibles enmiendas planteadas deberían ser luego discutidas en los llamados Trílogos, lo que podría laminar la propuesta actual. Con la nueva proposición habría dos categorías. En la primera de ellas se incluirían aquellas nuevas semillas que se pueden considerar equivalentes a las convencionales, para las que los procesos regulatorios se asemejarían más a los habituales.
Eso sí, no podrían ser usadas en agricultura ecológica, lo que tampoco tiene razón de ser, pues las técnicas genómicas no se contraponen al ecologismo. Hablamos fundamentalmente aunque no solo, de la técnica CRISPR-Cas, que modifica el genoma de la planta pero de forma selectiva. Solo se altera con material genético equivalente, en vez de introducir genes de otros organismos. En la segunda categoría sí deberán someterse al proceso de autorización de OGMs, lo que es una prohibición de facto, ya que para las empresas obtentoras pasar por ese proceso supone un elevadísimo coste de oportunidad, y optan por el resto de mercados.
Por supuesto, los detractores han puesto el grito en el cielo y han predicho catastróficas consecuencias medioambientales y para las personas. Pues no estaría de más que miraran fuera de Europa y vieran como estas tecnologías no empeoran la calidad de vida de las personas y el medio ambiente, sino más bien todo lo contrario.