A ver quién pincha esta burbuja
El récord de Nvidia, que no se alcanzó con la demanda creada por las criptos, hace evidente ahora la burbuja de la IA
La fiebre del oro de California en 1849 enriqueció a mucha gente. No sólo a los mineros y a los bandidos como Joaquín Murrieta (‘Murieta’ según la traducción que hizo Carlos Morla Vicuña, el padre de Carlos Morla Lynch, cónsul de Chile en Madrid durante la Guerra Civil que fue amigo de Lorca) sino también a personajes como Samuel S. Brannan. Colono, mormón, hombre de negocios, periodista (fundó el ‘California Star’, el primer periódico de San Francisco), Brannan fue el primero en gritar que se había descubierto oro en California y fue uno de los responsables de la fiebre que se desató en la región. Brennan no se hizo rico directamente con el oro, sino gracias a él. En su tienda de Sutter’s Fort vendía las palas, picos y bateas que usaban los buscadores. También ropa, alimentos y transaba propiedades. Su establecimiento llegó a facturar 150.000 dólares anuales a mediados del siglo XIX.
El moderno Brannan, en una afortunada imagen de Stephen Witt en ‘The New Yorker’, es Jensen Huang, el fundador y creador de Nvidia, la que hasta ahora era conocida por su especialización en la fabricación de tarjetas gráficas para ordenadores. El ‘boom’ de los videojuegos impulsó su crecimiento inicial en la segunda parte de la década de 1990. Después, se agotaron las existencias de tarjetas cuando los minadores de criptomonedas descubrieron que eran ideales para crear granjas de ordenadores para conseguirlas. Pero la gran revolución, como el mismo Huang ha reconocido, se produjo en 2012, un año calificado como histórico para la inteligencia artificial (IA), porque Alex Krizhevsky, de la Universidad de Toronto, creó una red neuronal profunda que aprendió automáticamente a reconocer imágenes. ¿Y qué podía ser mejor que una tarjeta gráfica de Nvidia para que ‘Alex Net’ ganara ese año la competencia de algoritmos de reconocimiento de imagen? Pues dos tarjetas de Nvidia que superaron a todos los algoritmos conocidos que se habían venido perfeccionando durante décadas.
La semana pasada la capitalización bursátil de Nvidia alcanzó los dos billones de dólares, al calor de unos resultados que superaron todas las expectativas. Está claro que el futuro inmediato de la IA depende de Nvidia. Como decían los comentaristas de Wall Street: hay una guerra entre las grandes plataformas en torno a la IA y el monopolista que vende las armas es Jensen Huang. Exactamente lo mismo que hacía Brannan con los mineros de California.
Hay una burbuja formada en torno a la IA y, como ocurre siempre, nadie se atreve a decirlo y menos a pincharla. Al igual que en otras ocasiones, hay personajes con discursos sofisticados que visten muy bien el santo, profetas de la tierra prometida que abusan de nuestros sueños y debilidades, que prometen que manará leche y miel por doquier y que los inválidos volverán a caminar. Y nosotros aquí, con Koldo, Ábalos, Cerdán, Puente y Sánchez, luchando contra el atavismo de la especie.