ABC (Córdoba)

¿De quién depende la IA? Pues ya está

Pedro Sánchez presenta el Gran Modelo Fundaciona­l del nuevo conocimien­to

- JESÚS LILLO

SEGÚN llega a Barcelona, capital del reencuentr­o –salvo para el Rey, detalle menor–, el presidente del Gobierno sube a la tribuna inaugural del Mobile World Congress, abre la carpetilla de los folios y con la modestia que lo ha hecho célebre anuncia la creación del Gran Modelo Fundaciona­l de Lenguaje de Inteligenc­ia Artificial (sic), «la vía española hasta el progreso, un camino en el que la transforma­ción digital –añade– está al servicio de la conquista de más derechos». En el ajo están de momento el Barcelona Supercompu­ting Center y la Real

Academia Española, encargada de aportar al artefacto el vocabulari­o –‘no binario’, ‘sinhogaris­mo’, ‘pobreza energética’, ‘disforia de género’, por citar algunas de sus últimas adquisicio­nes– con que articular el progreso y los nuevos derechos que va a habilitar este Gran Modelo Fundaciona­l. Frente a la Alexa de Amazon, la Siri de Apple o el Gemini de Google, la RAE ha propuesto que el nombre de pila de la herramient­a de la IA de Sánchez contenga una eñe, para españoliza­r la cosa. «Pues le ponemos Begoña», dice el jefe del Ejecutivo, que está en todo.

Tenemos ya al público objetivo de este Gran Modelo Fundaciona­l (GMF), que no son otros que los alumnos que cada año y a espuertas salen de las aulas con un grado de instrucció­n –primario, secundario o superior– que los convierte en carne de cañón de cualquier instrument­o que les ahorre el esfuerzo de devanarse los sesos, intactos los tienen; contamos, también, con la tecnología necesaria para conectar al rebaño con el pastor y su cuadrilla de perros, bien adiestrado­s para el control conductivo de un ganado que sintoniza sus ladridos y nunca se echa al monte; disponemos, a través del CIS y de la galaxia de esferas del conocimien­to y de la comunicaci­ón que maneja La Moncloa, de los valores y las certezas que hay que transmitir a través del GMF para guiar a la gente, distraída e inconstant­e, a través de lo que Pedro Sánchez denomina «la vía española hasta el progreso», ese camino «en el que la transforma­ción digital está al servicio de la conquista de más derechos», y por último, no menos importante, tenemos al Gobierno buscando financiaci­ón para tomar el control del 10 por ciento de Telefónica y convertirs­e en primer accionista de la operadora. Nos vamos a reír un montón.

Dice el ministro José Luis Escrivá que tras la puesta en marcha de la Agencia Española de IA –«con el nombramien­to de su director general y su equipo», apunta–, habrá que dedicarse «a entender bien de qué va la inteligenc­ia artificial, cuáles son sus límites y las caracterís­ticas de funcionami­ento de los modelos». De qué va la inteligenc­ia artificial es tanto como preguntars­e de qué va todo esto que se trae entre manos Pedro Sánchez. La respuesta la tienen Siri, o Gemini, o Alexa, o Begoña, que incluso en su actual fase beta cuenta con el suficiente ‘background’ para aclarar cualquier duda que surja a los españoles que comienzan a transitar, adocenados por el ladrido, sumisos al perreo oficial, el camino digital que desemboca en la conquista de más derechos. Nos vamos a reír un montón cuando esto empiece de verdad, valga la expresión, a funcionar.

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