Viejos errores históricos
ABC se hizo eco la pasada semana de la lamentable situación del yacimiento íbero de Montemayor. Descubierto en 2004 por las obras de la Autovía a Málaga —su valor obligó a desviar la A-45—, en él destaca una estructura de tipología templaria del siglo III antes de Cristo. Pero en los últimos lustros, en él sólo se rinde culto a la desidia que en ocasiones muestran nuestras Administraciones. Este espacio histórico pertenece al Gobierno central, que lo cubrió y realizó unas tareas de conservación básicas. Desde entonces, han pasado diez años en los que únicamente el olvido disfruta de él.
El Ayuntamiento montemayorense quiere hacerse cargo de la conservación y la gestión del yacimiento. Pero, para ello, como el dinero no mana del cielo, necesita recursos externos, porque ahora está inmerso en tres proyectos patrimoniales que absorben su capacidad económica. Ojalá, algún ente público escuche las plegarias de este Consistorio. Lo espero por doble motivo.
Primero, porque los habitantes de Montemayor tienen derecho a disfrutar de su patrimonio en las mejores condiciones y a ahondar así en su rica historia. Y segundo para que el municipio cuente con un elemento más para potenciar la generación de riqueza en él gracias a la llegada de viajeros. Esto último no tiene que ver sólo con esa localidad. La capital y el resto de la provincia arrastran el pecado de vivir con sus ofertas turísticas totalmente desconectadas. El Ayuntamiento de Córdoba y la Diputación dieron un primer paso en la última edición de Fitur para que nuestra tierra avance en ofrecer al visitante de forma coordinada las innumerables propuestas que tiene.
Se ha idolatrado durante mucho tiempo el disparate de que nuestro principal núcleo de población y los otros 74 municipios hagan cada uno la guerra por su cuenta. Empecemos a venerar la lógica, poniendo a trabajar a la capital y al resto de la provincia para que creen productos conjuntos para el viajero y que logremos apagar algún día el eterno infierno de la baja estancia de los turistas que llegan aquí. Dejemos atrás viejos errores históricos, tanto en la conservación de nuestro patrimonio como en su explotación económica.