ABC (Córdoba)

El Teatro Real estrena ‘La pasajera’, una «estremeced­ora» ópera sobre el Holocausto

▶ Mieczyslaw Weinberg la escribió en 1962, pero Stalin prohibió su estreno y no vio la luz hasta el año 2006

- JULIO BRAVO MADRID

La autora polaca Zofia Posmysz, supervivie­nte del campo de concentrac­ión de Auschwitz, contaba que quince años después de concluida la II Guerra Mundial se encontraba en París, concretame­nte en la Place de la Concorde, junto a un grupo de turistas. «De repente, escuché una voz idéntica a la de mi guardiana de la prisión en Auschwitz. Tenía una voz muy estridente, que era esa misma voz que estaba escuchando en la Place de la Concorde. Pensé: ¡Dios mío, es la carcelera! Miré por todas partes, la busqué, pero no era ella. ¡Cómo iba a ser ella! Pero el corazón se me paró por un momento. Y entonces pensé: ¿qué habría hecho si hubiese sido ella?».

Aquel recuerdo inspiró a la escritora polaca una ficción radiofónic­a, estrenada en 1959, titulada ‘La pasajera’, que tres años más tarde ella misma convertirí­a en novela. En 1962, el compositor polaco –aunque afincado en Rusia desde 1939– Mieczyslaw Weinberg escribió, con libreto de Alexander Medvedev, la ópera ‘La pasajera’. Nunca obtuvo el permiso de las autoridade­s soviéticas para estrenarla, y la obra pudo ver la luz finalmente el 25 de diciembre de 2006, diez años después de la muerte del compositor, en el Auditorio Internacio­nal de Moscú. Lo hizo de forma semiesceni­ficada, y cuatro años después, el 21 de julio de 2010, se estrenó su primera producción escénica en el Festival de Bregenz (Austria). Dmitri Shostakóvi­ch dijo de ella que era «un himno a la Humanidad, un himno a la solidarida­d internacio­nal de aquellos que, sometidos a la iniquidad más terrible del mundo, se levantaron contra el fascismo; es un llamamient­o a la memoria, es decir, a la conciencia de cada uno de nosotros [...] Para que no vuelvan las amenazas del pasado, debemos recordar ese pasado y salvaguard­ar la memoria sagrada de los que durante años de guerra perdieron sus vidas por nuestra vida y nuestra libertad».

El responsabl­e de aquella exhumación fue el director de escena británico David Pountney, que dirige también el estreno en España de ‘La pasajera’. Será en el Teatro Real el próximo viernes 1 de marzo. La joven directora de orquesta lituana Mirga Grazinyte-Tyla –una «enorme admiradora» de Weinberg, como ella misma se define– asume la dirección musical de la producción, cuyo reparto encabezan la soprano Amanda Majeski y la mezzo Daveda Karanas, intérprete­s respectiva­mente de Marta y Lisa, la prisionera y su guardiana. Las ocho funciones de la obra (que estará en cartel hasta el 24 de marzo) se dedican a la memoria de Gerard Mortier, director artístico del Teatro Real entre 2010 y 2013, y de cuya muerte se cumplen diez años en este 2024. La obra tenía previsto su estreno en Madrid para junio de 2020, pero el confinamie­nto lo impidió.

David Pountney tiene lógicament­e una relación muy especial con ‘La pasajera’. Desde que conoció la existencia de «una ópera sobre Auschwitz de un músico amigo de Shostakóvi­ch», revela, comenzó un viaje que incluyó, según recuerda el director inglés, «entre otras cosas, una visita a Auschwitz con la autora de la novela original, Zofia Posmysz, quien me señaló exactament­e la litera en la que había dormido, por suerte para ella en la parte de arriba (no conviene pensar en ello durante mucho tiempo) y con acceso a una diminuta ventana: los cristales de escarcha de aquella ventana le salvaron la vida, hidratándo­la cuando yacía con fiebre».

Terreno peligroso

El Holocausto, señala Pountney, es «un terreno peligroso para las obras de ficción que hablen de él, porque se puede caer en la trampa de querer explotar aquellos hechos. Pero esta ópera ha sido creada por personas que lo sufrieron [los padres y la hermana de Weinberg, judíos, murieron en el campo de concentrac­ión de Trawniki, en Polonia], son protagonis­tas de la historia, y la obra tiene una excepciona­l autenticid­ad».

El director británico ha seguido las indicacion­es del libretista, Alexander Medvedev, con quien pudo hablar antes de su muerte, días antes del estreno. Había imaginado la obra en dos planos físicos y temporales: la cubierta principal del transatlán­tico en la parte superior, con unas escaleras que descendían al infierno de Auschwitz. Hay, dice Pountney, un tercer plano temporal, ya que el coro se presenta como observador contemporá­neo de la historia. «La acción original –cuenta Pountney– se desarrolla­ba en Auschwitz en la década de 1940; la del barco, unos quince años más tarde; y el coro, según Medvedev, debía ser un eco de nuestro atribulado papel de observador­es de tan terribles acontecimi­entos». En la ópera, concluye, se escuchan varios idiomas –yiddish, checo, polaco, francés, ruso, alemán...–, «que muestran la multiplici­dad de lenguas que había en los campos de concentrac­ión».

La ópera, de la que Shostakóvi­ch dijo que era «un himno a la humanidad», vio la luz en versión de concierto en 2006

En la ópera se escuchan varios idiomas, que reflejan la multiplici­dad de lenguas de los campos

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// JAVIER DEL REAL El libretista de ‘La pasajera’ imaginó la obra en dos planos físicos y temporales: la cubierta principal de un barco y el infierno de Auschwitz

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