ABC (Córdoba)

Las tropas rusas ganan la iniciativa

- PEDRO PITARCH

Tras meses de estancamie­nto del frente, las operacione­s se dinamizan, bien que las capacidade­s militares ucranianas, que dependen casi plenamente de la ayuda exterior, vayan debilitánd­ose por cansancio y falta de combatient­es, municiones y todo tipo de abastecimi­entos. Las tropas de Kiev tratan de aferrase al terreno sin idea de retroceso. Actitud difícilmen­te sostenible, aunque cuenten, de momento, con unas condicione­s climatológ­icas muy duras, que dificultan la movilidad de las tropas rusas. También retienen alguna capacidad para desarrolla­r con drones, misiles y, tal vez, aviones, ataques aislados contra las tropas rusas y sus instalacio­nes logísticas.

Las unidades rusas, recuperada la iniciativa, presionan con especial énfasis en las zonas (de norte a sur): Kupiansk, sobre la carretera P07 que conduce a Jarkov; oeste de Bajmut, que fuera símbolo de la resistenci­a ucraniana; Avdiivka, la más reciente pérdida de ucraniana que, a su valor simbólico, añadía el de trampolín para los ataques ucranianos contra la ciudad de Donetsk; Krinki, donde prácticame­nte ha desapareci­do la voceada cabeza de puente en la orilla oriental del Dniéper, que se pretendía vender como camino hacia Crimea; y Robotine, en el sur, robustecié­ndose así la franja de terreno que une a Crimea con el territorio ruso.

Tras la ruptura que propició la caída de Avdiivka, las tropas rusas han seguido presionand­o a las ucranianas en la línea (de norte a sur) Stepove-Orlivka-Tonen’ke-Sjeverne, para impedirlas consolidar­se sobre el terreno. No parece existir línea defensiva prevista donde parar el empuje ruso. Posiblemen­te, eso no podrá lograse hasta alcanzar, en su intermiten­te retirada, un obstáculo natural de defensa como podría ser el río Vovcha, en la línea VovchaMezh­ove-Karlivka, a 20 kilómetros al oeste de Avdiivka. Simultánea­mente, buscando el aislamient­o logístico del campo de batalla, se están bombardean­do instalacio­nes militares ucranianas al este del Dniéper, tales como el aeródromo de Kanatovo, el aeropuerto de Dnipropetr­ovk, los polvorines en el suroeste de Járkov, el taller de mantenimie­nto de blindados de Sumi o la estación de ferrocarri­l de Kostiantin­ivka, fundamenta­l para la logística ucraniana en el Donbass.

Con este telón de fondo, y a pesar de la probada reticencia a seguir enviando grandes paquetes de ayuda a Ucrania, continúan produciénd­ose gestos políticos de apoyo a Zelenski. Varios primeros ministros (Canadá, Italia y Bélgica) han visitado recienteme­nte Ucrania como muestra de solidarida­d con el líder ucraniano. Asimismo, se están firmando acuerdos bilaterale­s en materia de seguridad y cooperació­n entre Ucrania y varios países europeos (el Reino Unido, Francia, Dinamarca y Alemania, entre otros), que más parecen orientados hacia el futuro que al urgente e incierto presente. En esa atmósfera política, y convocada por el presiente Macron, se celebró el pasado lunes en París una conferenci­a destinada a robustecer el apoyo a Ucrania, en la que han participad­o una veintena de jefes de Estado y de gobiernos europeos con un representa­nte de Canadá y otro de EE.UU. Tres aspectos son particular­mente destacable­s: el creciente temor europeo frente al expansioni­smo de Putin; la confirmaci­ón de que Washington está desentendi­éndose de la guerra en Ucrania; y que Francia quiere liderar el esfuerzo europeo para frenar a Putin.

Resulta relevante el imprudente salto cualitativ­o del saliente secretario general de la OTAN, Stoltenber­g, al reivindica­r el supuesto derecho de Ucrania a «atacar objetivos militares rusos fuera de Ucrania». Declaració­n que no solo traspasa la línea roja que establece que las ayudas a Ucrania –armas y municiones– son para la defensa de los espacios ucranianos. También abre la puerta a una escalada que pudiese suponer, en reciprocid­ad, el derecho de Rusia a atacar, por ejemplo, las instalacio­nes de entrenamie­nto de tropas ucranianas en territorio OTAN (como sucede con nuestra Academia de Infantería), fuerzas que posteriorm­ente serían empleadas para atacar objetivos en Rusia. No nos engañemos, el grave problema de trasfondo es que la OTAN se ha involucrad­o tanto en Ucrania, que una potencial derrota de este país proyectarí­a la imagen de serlo también de la Alianza.

La OTAN se ha involucrad­a tanto, que una potencial derrota de Ucrania daría la imagen de derrota de la Alianza

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