Las prioridades de la política
El INE ha publicado un reciente sondeo que constata que la pobreza sigue en aumento. Ya casi la décima parte de los españoles tienen carencia material y social severa, y, por ejemplo, no pueden permitirse el lujo de irse una semana de vacaciones, tener su casa a una temperatura adecuada ni comer con regularidad pollo o pescado. Otros, el 26,5 por ciento, son más aventurados: padecen sólo riesgo de pobreza y exclusión social. Podríamos resumir la situación con la siguiente frase: más de la tercera parte de los españoles no viven dignamente. Ante este u otros grandes problemas –la mejora de la sanidad, de la vivienda, de la educación, de la agricultura, o de la política del agua– me preguntaba si nuestros políticos (ahora los que nos gobiernan) están en condiciones de afrontar estos y otros retos reales de nuestro país con un mínimo de serenidad.
Debe de ser difícil gobernar con el estado de desasosiego al que estamos sometidos: ahora, el caso Koldo. Y de fondo, suena la sinfonía de la amnistía, que es el berenjenal en que el Gobierno ha metido a los españoles para conseguir los votos que necesita. Así evita que gobiernen los representantes del 45 por ciento de los españoles. De muchas formas dicen nuestros gobernantes que «esos no se lo merecen, son la derecha y la ultraderecha, y por lo tanto no son progresistas».
Con nuestra pasividad y nuestra dejadez estamos permitiendo que los destinos de nuestro país estén en manos de los que lo quieren destruir. Ya se ven las grietas: en la separación de poderes, en la convivencia ciudadana, en el desamparo de las Fuerzas de Seguridad, o en la falta de confianza en nuestros políticos.
Es, a mi modo de ver, una verdadera desgracia que en España haya políticos que se vanaglorian de no tratarse con los que no piensan como ellos. ¿Es eso democrático? ¿Está resolviendo esa actitud los problemas de los españoles? No. Por todo esto no me extraña que, después de la economía y la sanidad, el tercer bloque de problemas para los españoles lo constituyan los políticos.
Pero los responsables somos los que lo estamos permitiendo.
ANSELMO FERNÁNDEZBLANCO
BADAJOZ