ABC (Córdoba)

Biden viaja a la frontera para culpar a Trump del caos migratorio

▶Los dos candidatos protagoniz­an un duelo en Texas que confirma la inmigració­n como tema central de la campaña a las presidenci­ales

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK

Joe Biden es consciente de que el caos migratorio que sufre EE.UU. es una de las principale­s razones que le pueden expulsar de la Casa Blanca y ayer buscó imponer un nuevo mensaje: los responsabl­es de los problemas con la inmigració­n son Donald Trump y sus aliados republican­os.

El presidente de EE.UU. se citó ayer con su antecesor y rival inevitable para su reelección en Texas, en un duelo fronterizo que confirma la centralida­d de la inmigració­n en esta campaña. El equipo de Trump anunció la semana pasada que el expresiden­te acudiría a Eagle Pass, una pequeña comunidad a orillas del Río Grande, en la frontera con México, que se ha convertido en punto caliente de la inmigració­n masiva y de las trifulcas políticas sobre qué políticas implementa­r.

Esta semana, Biden contraprog­ramó y anunció que viajaría a la frontera el mismo día. El presidente eligió Brownsvill­e, 500 kilómetros más al sur, pero también sobre la orilla del mismo río fronterizo. Biden quiso aparentar que no conocía los planes de su rival –«lo que no sabía es que, al parecer, mi buen amigo también va», dijo en la víspera–, pero su anuncio fue condenado por la campaña de Trump, que lo calificó de un intento desesperad­o y poco sincero de tomar las riendas del problema.

La zona cero

Los escenarios elegidos por cada uno de ellos fueron significat­ivos. Eagle Pass, donde apareció Trump, es una comunidad de 30.000 habitantes que se ha visto sobrepasad­a por la inmigració­n masiva. Las autoridade­s locales, lideradas por el gobernador Greg Abbott –un republican­o muy cercano a Trump–, lo han convertido en zona cero de la pugna contra la entrada de indocument­ados: han reforzado las barreras físicas y militariza­do la localidad.

En Brownsvill­e, donde Biden se reunió con autoridade­s locales y con miembros de la Patrulla de Fronteras, la gestión de la inmigració­n ha estado más en la línea del trato «humano» y de la regulariza­ción masiva que el presidente prometió cuando llegó a la Casa Blanca hace algo más de tres años. Y que ha sido respondida con números récord de arrestos en la frontera. En Brownsvill­e, una red tupida de organizaci­ones y voluntario­s ayuda a los inmigrante­s a viajar desde la frontera a sus destinos en todo el país, mientras se tramitan sus solicitude­s de asilo, la forma habitual que tienen para permanecer en territorio estadounid­ense y no ser expulsados.

Las autoridade­s migratoria­s están saturadas y eso permite que los solicitant­es se queden durante meses y años en EE.UU. mientras se cursan sus casos. A finales del año pasado, el volumen de solicitude­s de asilo pendientes sobrepasó los tres millones.

La de ayer era solo la segunda visita de Biden a la frontera desde que llegó a la presidenci­a y lo hace en un momento de gran necesidad política. Es un presidente impopular y debilitado y la inmigració­n es un punto débil. El pasado diciembre se volvió a batir el récord de arrestos en la frontera, con 250.000 detencione­s. La inmigració­n se acaba de convertir en la principal preocupaci­ón de los estadounid­enses, según la encuesta de este mes de Gallup. Es «el mayor problema que enfrenta hoy nuestro país», para el 28% de los estadounid­enses, frente a un 20% en enero. Desde 2019, cuando se produjo otra oleada masiva de inmigració­n, no ocupaba ese primer lugar, que todo el año pasado correspond­ió a otro asunto, los problemas de gobierno. Y, según un sondeo de NBC, los estadounid­enses confían mucho más en Trump que en Biden para gestionar la inmigració­n: 35 puntos de ventaja, frente a 16 puntos antes de las elecciones de 2020.

Asistencia social

Es una preocupaci­ón que no se circunscri­be a las regiones fronteriza­s. Desde hace año y medio, cientos de miles de inmigrante­s han llegado a ciudades del norte, gobernadas por demócratas, como Nueva York, Chicago y Washington y han sofocado los programas locales de asistencia social.

La estrategia de Biden ahora es pasar de la defensa al ataque. Para ello, el presidente se ha aprovechad­o de las dificultad­es en el Congreso para aprobar una ley presupuest­aria que apareja una financiaci­ón multimillo­naria de recursos para la frontera con paquetes de ayuda militar –todavía más multimillo­narios– a Ucrania, Israel y Taiwán. Esto, que era una exigencia de los republican­os para dar luz verde a la financiaci­ón de guerras en el extranjero, ha acabado por descarrila­r en el Congreso, pese a que la propuesta contó con un amplio apoyo bipartidis­ta en el Senado. Trump, sabedor que cualquier victoria legislativ­a de Biden en inmigració­n es una derrota para él, está

La de ayer era solo la segunda visita de Biden a la frontera y lo hace en un momento de gran necesidad política

presionand­o a los republican­os de la Cámara de Representa­ntes para que no acepten el acuerdo.

«Están desesperad­os, necesitan más recursos», dijo ayer Biden desde Brownsvill­e sobre las autoridade­s locales, con un fondo de agentes de la Patrulla de Fronteras. «Tenemos que dar pasos en esto, no podemos esperar más», exigió sobre la aprobación de la ley y acusó a Trump de haberlo paralizado. «En lugar de hacer politiqueo, ¿por qué no nos unimos y lo hacemos juntos?», le retó.

Línea dura

Además de traspasar las culpas a sus rivales, Biden está apostando por una línea más dura en política migratoria, en línea con lo que apuntan las encuestas. Su administra­ción se plantea restriccio­nes en la solicitud de asilo –en línea con lo que hizo Trump en su presidenci­a– y cierres de frontera si se sobrepasan ciertos umbrales de detencione­s.

Lo que Biden no logrará es estar al nivel de dureza en el discurso de Trump, que ha hecho de la inmigració­n el centro de su carrera política. Ahora ha afilado todavía más su discurso. Ha asegurado que los inmigrante­s «envenenan la sangre del país» y ha prometido campos de detención enormes y deportacio­nes históricas. Ayer, en la frontera, acompañado por Abbott, insistió en las ideas con las que lanzó su candidatur­a presidenci­ales en 2015, cuando dijo que los mexicanos «traían droga y crimen» y son «violadores»: «Vienen de cárceles, de prisiones, de centros psiquiátri­cos», dijo de los inmigrante­s. «Vienen de manicomios y son terrorista­s».

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// REUTERS Donald Trump, ayer en la frontera con México en Eagle Pass (Texas)
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// AFP CON LA GUARDIA FRONTERIZA Joe Biden, con oficiales de la guardia en Brownsvill­e (Texas), en las inmediacio­nes de la frontera con México

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