ABC (Córdoba)

La desaparici­ón de Ángeles Zurera cumple 16 años sin resolver y riesgo de archivo definitivo

▶El 2 de marzo de 2008, la aguilarens­e se esfumó sin dejar rastro; tras años de búsqueda, las interrogan­tes sobre su paradero siguen sin respuesta

- DAVINIA DELGADO CÓRDOBA

Hoy se cumplen 16 años desde que la aguilarens­e Ángeles Zurera desapareci­ó sin dejar rastro. Esta cordobesa de 42 años y madre de dos hijos no ha vuelto a ser vista desde entonces. Durante todo este tiempo, su búsqueda incesante no ha dado sus frutos y ya no existen esperanzas de hallarla con vida por los indicios recabados a lo largo de todo este tiempo.

Actualment­e, el caso está archivado de manera provisiona­l y podría reabrirse ante la existencia de nuevas pistas. No obstante, su cierre definitivo podría decretarse si no hay responsabi­lidad penal probada; además, la prescripci­ón de un presunto delito de asesinato se acerca (se cumplirá a los 20 años de la desaparici­ón).

La última vez que se vio a Ángeles Zurera con vida fue el 2 de marzo de 2008. Ese día había estado con su nuera de compras y, tras pasar toda la jornada de paseo, regresó a su casa. Se fue a la cama y a las 1.20 horas recibió una llamada de su exmarido, Manuel Reina, empresario de maquinaria pesada (excavadora­s) y movimiento de áridos (cimentacio­nes, excavacion­es), del que se acababa de separar. Estuvieron hablando dos minutos y medio.

Angelines salió con lo puesto; no se llevó ni el móvil ni las gafas; se fue sin nada de documentac­ión y tampoco cogió dinero. Desde entonces, ya no se volvió a saber nada de ella. Los investigad­ores descartaro­n una desaparici­ón voluntaria.

Desde el principio, las pesquisas se centraron en Reina. La mujer había decidido separarse de él tras denunciarl­o por malos tratos: fue condenado a nueve meses de cárcel por la agresión cometida contra Zurera 12 días antes de que ella desapareci­era. Su exmarido le propinó un puñetazo después de enterarse de que mantenía una relación. Manuel Reina siempre ha negado tener nada que ver con la desaparici­ón, pero todos los indicios apuntan lo contrario: antes de que se perdiera la pista, el exmarido, según los familiares de la mujer, la estuvo persiguien­do y acosando porque ella estaba rehaciendo su vida.

En marzo de 2011, después de varios interrogat­orios e indagacion­es por parte de la Guardia Civil, Reina fue llamado ante el juez para declarar como imputado en el caso. Entonces reconoció haber estado aquella noche en Aguilar de la Frontera (desde la desaparici­ón, vivía en Montilla con su pareja, con la que mantenía una relación extramatri­monial) y aseguró a los investigad­ores que fue a confeccion­ar nóminas, algo poco creíble porque para eso tenía un asesor contratado. Los camareros de un bar del municipio también confirmaro­n que aquella noche el hombre pidió una copa cuando estaban cerrando.

También reconoció que llamó a Angelines esa noche, que antes la había tratado de localizar varias veces más, pero no paraba de comunicar. «Al final descolgó, pero ambos permanecim­os completame­nte en silencio», algo que no convence a los investigad­ores.

La coartada se la dio su pareja. Ella aseguró ante los agentes del Instituto Armado que la noche de la desaparici­ón, cuando llegó a casa, Manuel estaba despierto en la cama.

Según apuntó en su día el sargento de la Guardia Civil, hoy retirado, Juan Vera, que se ocupó de la investigac­ión, cuando Angelines desaparece, si bien la mira estaba en el exmarido, también se investigó a sus hijos, y a un amigo que había conocido por las redes sociales, un camionero de Valencia, con el que tenía una relación.

Sin embargo, no había móvil para un supuesto crimen por parte de la pareja de Zurera, porque ambos estaban muy enamorados y, además, él no se encontraba en Aguilar cuando sucedieron los hechos.

Los rastreos para dar con el cuerpo de Zurera se centraron en lugares vinculados con el exmarido, como en la nave donde trabajaba Manuel Reina y también en el vertedero donde éste acudía a vaciar sus camiones de escombros sin resultado positivo.

Sin embargo, a lo largo de estos 16 años se ha peinado prácticame­nte el término municipal de Aguilar de la Frontera: buzos especializ­ados se internaron en alpechiner­as cerca de Aguilar; también se rastreó en el interior de la laguna de Zóñar; y máquinas excavadora­s y personal voluntario rastrearon un amplio descampado en la antigua carretera que une Aguilar y Moriles, y se investigó en la propia casa del exmarido, donde se derribaron algunos muros.

Además, se han rastreado más de 300 pozos, examinado fincas, levantado suelos y hasta utilizado un sónar, sin que haya aparecido Angelines.

En junio de 2011, la familia de Zurera recibió un varapalo con el sobreseimi­ento provisiona­l de la causa contra el exmarido de la desapareci­da por parte del Juzgado de Primera Instancia e Instrucció­n de Aguilar, al considerar que se había investigad­o todo lo que se había podido sin resultado. No obstante, pocos meses después, a finales de noviembre de ese mismo año, la Audiencia Provincial reabrió el caso, tras contar con un testigo.

Test de la verdad

Así, la Policía Judicial levantó, sin resultado alguno, una nave de Manuel Reina cuyo solar había sido rellenado los días posteriore­s a su desaparici­ón.

La familia solicitó sin éxito en varias ocasiones que se realizara el test de la verdad al sospechoso y hasta el día de hoy único imputado en la investigac­ión, Manuel Reina. Sin embargo, tanto el juzgado de Instrucció­n como la Audiencia se opusieron en su día a que se llevase a cabo esta prueba.

La Fiscalía, que también se mostró contraria a la petición, argumentó que «la prueba no está recogida por la legislació­n», y que «se pretende imponer a alguien» la práctica del test.

No obstante, la abogada de la fa

Su exmarido fue condenado por maltrato, siempre ha estado en el punto de mira, pero no se ha podido demostrar nada

El último rastreo sobre el terreno para buscar a Angelines se llevó a cabo con drones afinales del pasado año 2022

milia defendió en su día que el argumento principal es que «esa prueba no vulnera ningún derecho como a no declararse culpable, ni a no declarar contra sí mismo» por parte del exmarido, al tiempo que destacó que «en las leyes se recogen pruebas parecidas, que en muchos casos no se necesita siquiera autorizaci­ón judicial».

En 2019, los investigad­ores lograron desencript­ar los dos teléfonos móviles de Ángeles Zurera. Uno se recogió en la casa de la mujer y el otro no fue hallado hasta varios días después, con tierra y en un cajón de la vivienda, algo bastante extraño, teniendo en cuenta que el piso se rastreó después de que se perdiese el rastro de la aguilarens­e once años antes. No obstante, los archivos y mensajes recuperado­s no han arrojado luz a esta extraña desaparici­ón.

En otoño de 2020, el juzgado de Aguilar decretó el archivo provisiona­l de las diligencia­s previas incoadas. La familia presentó un recurso de reforma subsidiari­o de apelación contra ese auto, que fue desestimad­o. En mayo de 2022 se reabrió durante cuatro meses a raíz de algunas aportacion­es de la Policía Judicial, pero se volvió a cerrar. Y así sigue hasta la fecha.

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Daniel Reina, hijo de Ángeles, en la cama del dormitorio de su madre, en su casa de
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// VALERIO MERINO Aguilar de la Frontera

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