Las estaciones de esquí se reinventan ante la falta de nieve
▶Las instalaciones europeas incorporan desde alfombras de plástico hasta tirolinas en bicicleta para paliar el daño de la sequía y las altas temperaturas
La persistente falta de nieve en la estación de esquí de Hautacam, a 1.500 m. de altura en los Pirineos franceses, no ha sido un problema para vender el complejo a los turistas esta temporada. La estación ha instalado una tirolina para bicicletas, hacen guerras de pistolas láser y hay un trineo que, a falta de precipitaciones, funciona sobre rieles. La empresa que gestiona las 20 pistas bromeaba en redes sociales al rebautizar las instalaciones como la «playa de Hautacam».
En los últimos días, la meteorología ha sonreído a los deportes de invierno con nevadas, pero la temporada en general no está siendo buena y el problema de fondo continúa. La falta de precipitaciones y unas temperaturas cada vez más elevadas han complicado la práctica a esquiadores de media Europa: Francia, Italia, España, Austria e incluso Suiza se enfrentan al mismo problema. Y las previsiones a largo plazo dicen que la mitad de las estaciones europeas estarán amenazadas si el calentamiento global llega a los 2 grados. Así que algunas se están adelantado: su negocio tiene que ir más allá de la nieve.
En la estación de Les Orres, en los Alpes franceses, lo han visto claro. Esta temporada han inaugurado unas instalaciones que han costado 5,3 millones, la mitad subvencionados. El resultado permite realizar actividades deportivas en interior con realidad virtual y una ‘cinta de correr’ en versión XXL –8 por 10 metros– para deslizarse con los esquís, con mayor o menor velocidad e inclinación, dentro de un edificio con vistas a las montañas. Todo ello a pesar de que sus pistas llegan a los 2.700 metros de altura y cuentan con hasta 275 cañones y postes de nieve artificial.
«¿Se convertirá esta en la única receta para nuestro ‘resort’ en invierno?» decía esta semana Marie-Florentine Hulin, directora de comunicaciones y marketing de Hautacam, a Reuters. «Es una pregunta difícil de responder».
En Austria, las fuertes nevadas de los primeros días de diciembre transformaron los países alpinos en blancas postales invernales justo a tiempo para el primer domingo de Adviento. Pero la alegría de la nieve natural y los paisajes blancos duró poco y los cero grados se elevaron a unos 2.000 metros rápidamente. Así han seguido hasta hoy. El pasado fin de semana volvió el invierno al suroeste e incluso fue necesario cerrar la autopista de Brennero, pero aun así son pocos los esquiadores que no circulan sobre nieve artificial y a menudo se esquía en manga corta, porque las temperaturas de la mayor parte de las pistas son más bien primaverales.
Aun así, el turismo de esquí en su conjunto sigue funcionando bastante bien. El sector se ha adaptado a esta nueva situación climática diversificando su oferta a un concepto más amplio de ocio y deporte. Más de 50 millones de reproducciones ha logrado en redes el vídeo de las pistas de Ischgl, en el que docenas de esquiadores con un nivel de al
En Italia, la nieve artificial se utiliza en el 90% de las pistas. En los Apeninos, de las 48 estaciones que hay solo 13 están abiertas
cohol en sangre visiblemente alto intentan un descenso de pista blanca, la mayoría sin lograr si quiera mantener el equilibrio. Ischgl, en el Tirol austriaco, se ha especializado en el turismo joven y con ganas de fiesta, gracias al que anota 1,6 millones de pernoctaciones anuales, que llegan en busca de «la mejor fiesta» y «experiencias inolvidables de après-ski». Es el modelo Mallorca aplicado a las vacaciones en la nieve.
Golf y esquí acuático
Otra forma de adaptación es la modificación del calendario. Algunas estaciones de esquí terminarán esta temporada antes, otras aún dudan incluso si mantendrán los remontes en funcionamiento hasta Semana Santa. En el valle tirolés de Brixental, los expertos en turismo ya confían en una oferta combinada: esquiar por la mañana, si hay suerte, y jugar al golf en el valle por la tarde, cuando la nieve de la montaña se ha convertido en barro. Otras estaciones se inclinan por la instalación de alfombras de plástico después de que la nieve se retire, con lo que consiguen prolongar la menguante temporada, como en Oberaudorf, en Baviera.
En el lago Neusiedl, se acaba de medir una temperatura del agua de nueve
grados, un valor inusualmente alto para febrero y que permite la natación y el esquí acuático con trajes de neopreno, pero la constante evaporación está haciendo descender el nivel del agua y hay quien no se resigna, como los habitantes de Burgenland, que se plantean incluso un trasvase de agua del Danubio.
En Italia, este invierno ha sido especialmente cálido, lo que ha supuesto un problema. Dado que la nieve natural es cada vez más escasa, Italia se encuentra entre los países que más dependen de la nieve artificial, que cubre el 90% de las pistas. En las regiones con estaciones alpinas (Piemonte, Valle d’Aosta, Lombardía, Veneto,
Trentino, Alto Adige y Friuli), la mayoría están abiertas, pero algunas tienen pistas cerradas. Muy distinta es la situación en los Apeninos: de las 48 estaciones que hay en toda la cordillera, el último boletín sobre la nieve informa de que solo hay 13 estaciones abiertas, pero con la mayoría de sus pistas cerradas.
Entre las estaciones abiertas es emblemático el caso de Campo Felice, en el Apenino central, a poco más de una hora de Roma en coche. De sus 15 pistas solo 6 están abiertas, gracias a la nieve artificial. La poca nieve que producen los gestores del complejo corre el riesgo de derretirse por el calor. El panorama de la montaña, comparado con lo que fue en el pasado, es algo desolador. Sobre algunas colinas marrones y peladas se ven caminos blancos de nieve artificial: son las pistas por las que se deslizan los esquiadores. Andrea Lallini, propietario del complejo, comenta que deberían haber abierto en diciembre, «pero ni siquiera pudimos producir nieve hasta mediados de enero».
Nieve artificial
La sequía y las olas de calor dificultan también producir a veces la suficiente cantidad de nieve artificial. Los lagos que normalmente suministran agua se han secado o han reducido su capacidad por falta de lluvias. Las estaciones se ven obligadas a comprar agua para alimentar sus cañones de nieve. Según Legambiente, en su informe ‘El turismo invernal en la era de la crisis climática’, cubrir el 90% de las pistas consume cada año 96,84 millones de metros cúbicos de agua, lo que corresponde aproximadamente al consumo anual de agua de una ciudad de un millón de habitantes.
En Suiza, las estaciones alpinas que dependen fuertemente de la actividad turística comienzan a buscar soluciones para reinventarse. Los pronósticos más optimistas calculan que, en los próximos años, será posible esquiar más de 120 días por año en altitudes superiores a 1.600 metros; aunque no habrá problema en las estaciones situadas a más de 3.000 metros de altura.
Sin embargo, las estaciones de media montaña como la de Villars, situada en el cantón de Vaud, no saben si tendrán nieve en 2050 porque en Suiza los registros de temperaturas siguen batiendo todos los récords. Las anulaciones son frecuentes en las estaciones de baja y media altura debido a la falta de nieve. Para contrarrestar esta tendencia se están creando instalaciones alternativas para actividades al aire libre como el tiro al arco, juegos con láser, los paseos con raquetas de nieve o excursiones a la luz de las antorchas.